Esta es, más que nunca, la crónica de un descenso anunciado, un descenso que se veía venir desde hace tiempo pero que no se hizo matemático hasta ayer con la derrota ante el Gran Canaria por 66-59. El equipo de Sito Alonso luchó con todo para evitar, o al menos retrasar, su destino y no estuvo lejos de lograr el triunfo en el Centro Insular de los Deportes, pero cayó y perdió la categoría en la que ha militado seis temporadas, cinco de ellas de forma consecutiva. En apenas un año, el club ha pasado del cielo -la Copa y los play-off por el título de la ACB- al infierno del descenso, porque además la LEB de ahora no es la de hace un lustro. La crisis económica la ha convertido en una liga mucho menos atractiva.
Aunque quedan dos jornadas por disputarse -Barcelona y Real Madrid los días 16 y 19- hoy mismo empieza una nueva batalla, la económica, la de los despachos, para tratar de mantener la plaza perdida merecidamente en la cancha. Deportivamente, la temporada del Lagun Aro GBC ha sido un fracaso. No tiene otro calificativo una campaña en la que el equipo solo ha ganado ocho de los 32 partidos que ha disputado. El conjunto entrenado por Sito Alonso está donde se merece. Desde el verano, desde el día en el que la Diputación anunció que reducía drásticamente su ayuda, casi todo ha sido un desastre. El club reaccionó mal, muy mal, y casi ningún fichaje ha dado lo que se esperaba de él. La plantilla que empezó el curso era muy floja, con jugadores fuera de forma y carencias en todas las posiciones, lo que provocó que en la jornada doce el Lagun Aro solo hubiera ganado un partido, con sonadas derrotas en Valladolid, Tenerife y Sevilla.
La reacción, tras hacer varios cambios en la plantilla, llegó tarde. Desde la jornada once, el equipo guipuzcoano ha estado siempre en descenso salvo una semana, la posterior al triunfo ante el Murcia que supuso enlazar tres victorias consecutivas. Sin embargo, esa reacción no fue suficiente. Las últimas cinco derrotas han sido la tumba definitiva del Lagun Aro. El carácter luchador y optimista que tiene Sito y con el que ha impregnado a sus hombres no ha valido para evitar la pérdida de categoría. Se promovió una corriente positiva en torno al equipo que ha chocado con la realidad. Quizás los halagos a ese carácter mostrado por el equipo en los tres últimos meses de la competición han sido excesivos. Una cosa es alabar su intento por salir de una situación que se antojaba imposible y hacer soñar a su afición con una remontada que hubiera sido histórica, y otra es perder la perspectiva de toda la temporada. El balance solo puede ser negativo. Las consecuencias de fichar mal han sido catastróficas. La apuesta por Guille Rubio ha sido un fiasco y Qyntel Woods ha jugado bien diez o doce partidos de 32. Dentro de una economía muy limitada, ellos dos fueron las principales apuestas y ambas han fracasado. Por no hablar de Korolev, Kuksiks o Taylor. Ibekwe tampoco ha demostrado ser nada del otro mundo. Paunic y Finley dieron otro aire al equipo, pero llegaron demasiado tarde. En un marco de dificultades económicas, el club no ha sabido moverse y la labor de todos sus responsables ha quedado en evidencia. Pese a que el recorte en verano fue un palo se mire por donde se mire, tampoco conviene culpar de todo a la Diputación. Hay clubes que se han movido mejor también con poco dinero.
el equipo dio la cara El Lagun Aro afrontaba el choque de ayer como su última oportunidad de aferrarse a sus escasísimas esperanzas de salvación, que se perdieron casi en su totalidad tras la fatídica derrota frente al Cajasol. Y lo hacía sin Qyntel Woods, lesionado de gravedad, y con Papamakarios e Ibekwe tocados por sus respectivas molestias físicas. Pese a estos problemas, a jugar en una cancha difícil y a tener enfrente a un rival superior (pese a que no pudo contar con su estrella, Ryan Toolson), el conjunto de Sito Alonso dio la cara. Hay que reconocer que lo ha hecho en los últimos partidos. Pero con lo que tiene, no le da para ganar pese a que el partido estuvo en el aire hasta el minuto 38.
El Lagun Aro salió a la cancha con las ideas claras. Dureza atrás y tranquilidad en ataque, sin entrar en un juego rápido o en un intercambio de canastas que siempre iba a favorecer al Gran Canaria. Los jugadores de Sito cumplieron a la perfección el plan y estuvieron siempre con opciones. Antes del descanso amagó con romper el partido el equipo local con un peligroso 36-28, pero la reacción guipuzcoana permitió que al descanso la desventaja fuera mínima (38-35) gracias al acierto de Neto y Doblas, con ocho puntos cada uno.
En la reanudación, los guipuzcoanos siguieron a buen nivel en defensa y dejaron en once puntos al Gran Canaria en el tercer cuarto. El problema es que ellos metieron solo uno más, doce, y es que el ataque empezó a atascarse de forma preocupante. Tanto, que acabó por convertirse en la causa principal de la derrota, porque en los últimos 20 minutos de partido el Lagun Aro solo metió 24 puntos. Insuficiente por muy bien que defiendas. Nadie tomó el relevo de Doblas y Neto. Finley se quedó en siete puntos con un pobre 3/10 en tiros y Salgado lanzó once triples para meter solo dos. Guille Rubio falló los seis tiros que intentó y Papamakarios hizo cero de tres. Si no está Woods y los demás hacen esos porcentajes, es imposible ganar y el Gran Canaria, pese a que también le costaba lo suyo anotar, acabó por llevarse el triunfo con un parcial de 17-12 en el último cuarto.
La derrota, 24ª de la temporada por solo ocho victorias, confirmó un descenso que ya era un hecho desde hace tres semanas. El Lagun Aro acabará la liga en penúltima posición, solo por delante del Manresa, colista con seis triunfos. En teoría, el destino es la LEB Oro, esa categoría que parecía olvidada, pero los problemas económicos de otros clubes y la incógnita de si los ascendidos de la LEB podrán asumir el coste de la ACB le abren serias opciones de continuar en la elite. Pero, si es así, toca hacer autocrítica y reflexionar porque de este curso tan malo hay que sacar muchas conclusiones.