LA jornada clasificatoria de La Concha rompió todo pronóstico y deparó decepciones en algunos bandos, y sorpresas en otros. La cara feliz fue para Chapela, un modesto club gallego que se plantó a la cita donostiarra en señal de agradecimiento a sus remeros por la buena temporada realizada, en la que acabaron en segunda posición empatados con la campeona Amegrove. ¿Pero, de dónde ha salido Chapela?
Ubicado en la localidad gallega de Redondela, en la provincia de Pontevedra, Chapela es un barrio marinero de escasos 7.000 habitantes con gran tradición remera. Desde hace 26 años cuenta con un club de remo, modesto, sin grandes recursos económicos, y acostumbrado a estar de la mitad de la tabla para abajo eclipsado por clubes como Tirán, Mecos, Cabo da Cruz o Amegrove.
La llegada al club de Fran González supuso un antes y un después. El expatrón y exentrenador de Mecos, Tirán y Urdaibai, recayó en la embarcación gallega tras una mala temporada al frente de la Bou Bizkaia. González estuvo a punto de dejar el remo a un lado, pero la llamada de los chapelanos le terminó de convencer para que no lo hiciera. Y no se arrepiente de ello. "Era un proyecto en el que tenía que trabajar mucho con los remeros, que necesitaban despuntar. Me motivó y acepté, y ahora estoy contento", comenta el entrenador gallego.
El 2010, el primer año de González en la Arealonga -así es como se llama su trainera- fue "muy satisfactorio". Chapela fue cuarto, por detrás de Amegrove, Meira y Cabo da Cruz, pero comenzó el inicio de una buena progresión. El próximo año, acabaron la Liga Gallega en segunda posición, por detrás de Amegrove. Un subcampeonato que han repetido en esta temporada, pero que bien pudo ser el título, ya que empataron a puntos en la última regata de la campaña y por acumulación de victorias fue a parar para los de O Grove. "Fue una pena, estuvimos muy cerca, pero tenemos que seguir progresando", admite González.
Esa segunda posición permitió a Chapela disponer de la posibilidad de disputar el play-off por el ascenso de la ACT, en el que se enfrentarían a Zumaia, Orio, Amegrove y Santurtzi. Pero los escasos recursos económicos de los que dispone el club han llevado a la directiva a renunciar a esa oportunidad. "Nosotros no sabíamos si íbamos a poder participar, y cuando supimos que sí, agotamos posibilidades hasta el último día, pero no ha sido posible", relata el míster gallego apenado.
En cambio, cuando supieron que fueron invitados a participar en la Bandera de La Concha, no pudieron negar su asistencia. "¡Cómo vas a decir que no a los chavales después de la temporada que han hecho! ¡Es imposible!", exclama González.
Los gallegos se plantaron a la regata clasificatoria sin ninguna presión. La mar les guiñó el ojo al brindarles un oleaje más calmado que al resto de embarcaciones. No lo desaprovecharon. Fueron sextos, aunque en primera instancia creyeron ser octavos. Apenados, comenzaron a volver hacia la rampa, pero de pronto, Fran recibió por el pinganillo la noticia de que habían logrado el pase. La trainera se convirtió en un auténtico jolgorio. No cesaron los abrazos, gritos, aplausos y lágrimas de los tripulantes. Habían logrado algo histórico. "No era nuestro objetivo, pero tampoco fue una sorpresa, sabíamos que íbamos en condiciones", dice Fran.
Para el entrenador de la Arealonga estar en Donostia es "un premio al trabajo de toda la temporada", y no se ponen objetivos más allá de disfrutar todo lo posible de las dos jornadas. "Intentaremos pelear con la Donostiarra por la séptima plaza, y todo lo que sea mejorar, bienvenido sea, pero con los pies en el suelo, sin obsesionarse. Queremos disfrutar".
Vinieron sin nada que perder, pero han ganado. Con txapela o sin ella, los gallegos se irán a casa con una sonrisa de oreja a oreja.