Duración: 46 minutos; 7:53 de tiempo real.
Saques: 4 de Bengoetxea VI y 2 de Martínez de Irujo.
Pelotazos: 235 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 11 de Bengoetxea VI y 6 de Martínez de Irujo.
Errores: 4 de Bengoetxea VI y 6 de Martínez de Irujo.
Faltas de saque: 1 de Martínez de Irujo.
Marcador: 1-1, 1-2, 2-2, 2-3, 3-4, 7-5, 8-5, 9-6, 10-7, 17-8, 17-9, 18-12 y 22-12.
Botilleros: Asier García acompañó desde la silla a su primo Oinatz Bengoetxea y Patxi Eugi hizo lo propio con Martínez de Irujo.
Incidencias: Llenazo en el Labrit de Iruñea en el festival matutino del día de San Fermín.
PAMPLONA. El Labrit, efervescente, ardía, espectacular, con un despliegue genial y brutal de Oinatz Bengoetxea y Juan Martínez de Irujo, en un ejercicio de sufrimiento y peloteo encuadrados dentro de una distancia que agobia, dentro del cuatro y medio, donde los espacios son mínimos y el choque es continuo. Forjando en el fuego de trincheras su juego, los dos contendientes se vaciaron como si no hubiera un mañana, reventando sus andamiajes en el frontón iruindarra golpeando el cuero sin remisión.
Y fue el leitzarra el que alcanzó el éxtasis en el volcán navarro ante un frontón que explotaba y en el que Juan claudicó por el dominio de Bengoetxea VI en la jaula. El delantero de Asegarce dominó el genio de un Irujo que llegó arrasando como un ciclón a Julen Retegi y a Abel Barriola, pero que apenas pudo rivalizar con el poder de Oinatz en la creación en los cuadros alegres. El pelotari de Leitza sacó a relucir su manifestada mejoría en el plano físico y desarboló a Juan Martínez de Irujo, muy voluntarioso pero dominado en la cancha.
Y es que, el iberoarra, un gran pelotari dentro del acotado, aunque no le guste la especialidad demasiado, sacó todo lo que tenía dentro, pero ni su genio, ni su capacidad de trabajo, ni su gran poder físico le sacaron del entuerto en el que le metió Oinatz. Porque el de Leitza, desde el inicio, trabajó para enredar al peligroso Irujo en los cuadros alegres iruindarras. Así las cosas, tras empezar la final del Cuatro y Medio navarro con igualdad, rompió el delantero de Asegarce el envite con el 2-4 en contra en el marcador.
Dinamitó entonces las defensas de Juan en la jaula, moviéndole de arriba abajo, de izquierda a derecha, para sacarle de su sitio. Lo consiguió el leitzarra con la cortada y el sotamano, pero Irujo no claudica jamás tan fácilmente. Nunca se rinde.
Aunque opaco en el resultado, el sacrificio de Martínez de Irujo fue imperial. Todo lo que tenía en su interior, toda su rabia, su oxígeno y sus músculos, salió fuera frente a Bengoetxea VI, que se mantenía anclado en el dos y dinamitaba siempre las opciones de un adversario perfecto con las alcanzadas, pero que se obcecó demasiado con el dos paredes. No gozó como de costumbre Juan con el gancho ni con el saque remate, al contrario que su rival, quien con el viento a favor -su renta creció desde el 2-4 en contra hasta el 7-4 en cuestión de segundos-, se vio favorecido por las circunstancias.
De este modo, con un saque muy travieso y unas ganas de enredar delante, Oinatz fue creciendo en su labor, alejando cada vez más a Juan, poniéndole contra la espada y la pared, sabiendo que el de Ibero no encontraba el camino con su remate mortal.
Las habilidades de Juan Martínez de Irujo, siempre rondando por la cuerda floja, no aparecieron hasta que el partido se le ponía a vida o muerte al de Ibero, con el 17-7 y Oinatz tocando tambores de guerra. El de Aspe se buscó las castañas como pudo, con el saque, con un buruz gain, guerreando cuerpo a cuerpo cada cuero, pero tanto esfuerzo resultó inútil. Alcanzó el cartón doce Juan, pero se le había acabado la chispa. La gasolina no, pero Oinatz estaba que ardía, como el Labrit.
Segunda txapela consecutiva Oinatz Bengoetxea, con este triunfo, abre una brecha con la historia reciente del torneo al ser el primero en conseguir dos txapelas del Cuatro y Medio navarro consecutivas. El delantero navarro declaró sentirse "muy contento" por conseguir el cetro "en un día tan especial como el de San Fermín".