El secreto de sus ojos
Aritz Olagoi, psicólogo deportivo, desgrana los factores de una final con Irujo y Olaizola II como protagonistas
PERFILADOS, con la mirada perdida, la cancha del Bizkaia es tan profunda por la virtud de una red que cubre el piso negro. Es una jaula. Una cárcel. Y Juan Martínez de Irujo y Aimar Olaizola se recomponen allí. El secreto está en sus ojos. Y en cada pelotazo, en cada palabra. Demasiada tensión.
Cada uno en una esquina. Desde la elección, ya avisan: "los cosquilleos ya han llegado". Pero de manera diferente, porque cada uno se perfila de distinta manera. "Aimar es un pelotari que aparenta más frialdad, da la sensación de que es más calculador", desvela Aritz Olagoi, psicólogo deportivo, que apostilla que "en la cancha, Olaizola II domina cada situación y arriesga solo porque lo tiene muy claro".
Y esa diferencia básica, esos nervios, esa tensión, es inherente a la forma de ser de cada uno. "Juan tiene una personalidad en la cancha más caliente. Le hierve más la sangre. Martínez de Irujo juega siempre con el corazón en la mano. Eso le hace ser muy agresivo y peligroso", valora el psicólogo, quien apostilla que "son indudables las características técnicas de cada uno, pero la virtud de Juan es su agresividad. Esto tiene un lado positivo, que es ser imprevisible y tener un amor propio y capacidad de lucha impensable, y un lado negativo, que si no eres capaz de controlar ese derroche de fuerzas y ganas te puede llevar a perder la concentración. Es un arma de doble filo".
Especifica Olagoi, quien trabaja en el programa Pilotagazte en pos de mejorar el rendimiento de los jóvenes pelotaris, que en una cita como la final Manomanista de mañana "lo primordial para mantener la concentración es ir con el plan de juego bien establecido y trabajado. Saber cuál es el juego que vas a desarrollar, por lo menos de inicio, porque está claro que los dos juegan y te pueden sorprender, pero, de antemano, tienes ya algo ganado". Todo ello porque, según Olagoi, "tener los objetivos claros te ayuda a mantener la concentración en momentos de tensión y no te pierdes durante el partido".
Asimismo, el psicólogo donostiarra explica que "las rutinas a la hora de afrontar este tipo de envites, teniendo en cuenta que el Manomanista es una cita enorme, no debe cambiar. Cualquier cambio puede ser contraproducente. No tienes que sentir que se trata de una cita tan especial, eso te ayuda a abstraerte".
Y es que, todo lo que rodea este tipo de encuentros -entrevistas, entrenamientos, elecciones de material, presiones internas y externas- tensiona a los contendientes: en este caso Aimar y Juan, quien ya ha afirmado sentirse más nervioso "cuando más experimentado soy". "La naturalización es vital para no tensionarse desde el inicio, ya que una tacada del principio, cambia todo", sostiene el psicoterapeuta.
Por otro lado, la presencia de Aimar Olaizola, tocado de su brazo derecho durante todo el Manomanista y que se destapó en semifinales con la diestra muy fresca, ha dejado de ser una incógnita, pero el goizuetarra se refirió a su "cabeza" como la culpable de golpear con seguridad. "El miedo es inconsciente y, al final, un deportista, si se encuentra con molestias no puede estar al mismo nivel, porque le pesa ese miedo de no saber cómo está", señala Aritz.
la labor del botillero Sentados en las sillas de plásticos, como atalayas, estarán Asier Olaizola y Patxi Eugi, que llevan mucho tiempo unidos a Aimar e Irujo. "El aspecto técnico-táctico debe quedar establecido de antemano. En ese caso, el botillero tiene que tener una labor básica: calmar y reconducir al pelotari. Tiene que potenciar las cualidades y no incidir en los errores, porque eso baja la confianza del manista", desvela Aritz y agrega que "en un aspecto puramente psicológico, el trabajo de Asier y Patxi no es el mismo en cada lance del partido ni con el marcador a favor o en contra. Un botillero tiene que saber interpretar y empatizar con el pelotari y animarle; y, sobre todo, buscar argumentos en los que él confíe".
enemigos habituales "Esa rivalidad creada desde fuera, para Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo es buena", declara Olagoi, quien asevera que "desde el punto de vista deportivo, cada uno se exige más por encontrarse con un contrario de tamaña entidad".
"Son, asimismo, los dos estandartes de las empresas, lo que motiva aún más su participación en batallas individuales, en las que tiene más importancia la exigencia personal y psicológica. Pero para superar ese punto, hay que tomar de forma natural esa rivalidad. Es difícil, pero hay que dejar de lado las entrevistas, la televisión, la expectación creada... porque son factores externos que fundamentan demasiado la final. La mediatizan y ellos tienen la suficiente experiencia para capearlas con arte", remacha el psicoterapeuta deportivo.