"Para un entrenador, lo más fácil es fichar; y la cantera, lo más bonito"
donostia. A Joxean la vida le sonríe dentro y fuera del agua. También a su mujer, Eder Etxeberria, médico de Portugalete y Tirán, dos de los botes de moda este año. ¿Qué tal la celebración del ascenso? Muy bien. Habíamos vivido la semana con tensión, y todo salió perfecto. El sábado nos defendimos bien y el domingo, ganando en casa, imagínate. Algún remero alargó la fiesta (ríe). Pero yo, como buen entrenador, lo celebré sin desfasar mucho. Hay que dar imagen (vuelve a reír). El fin de semana resultó redondo. Todo salió como queríamos. Sabíamos que el sábado era el día clave: con viento y un poco de mar, y podía pasar cualquier cosa. Pero salió bien y el domingo rematamos la faena. Llama la atención las ventajas que sacan en el primer largo, algo que también sucedía en la ARC-1. Tenemos una salida muy explosiva. Solemos salir a romper la regata y, luego, a mantener. Esta fue también nuestra estrategia, porque en todas las referencias fuimos por delante. Eso te da moral y el de atrás debe arrear. Temíamos que a dos regatas algo saliera mal y se torciera todo. ¿Había pensado en qué pasaría en caso de perder el tren del ascenso? Tampoco sería algo tan raro, porque el ascenso era un objetivo muy ambicioso y difícil de lograr en el primer año. Si no llegamos a haber subido, el golpe habría sido duro porque el equipo se ha reforzado para ello. Kaiku y Astillero subieron en dos años de la ARC-2 a la ACT, donde están asentados. ¿Esta es su idea? Durante el invierno yo decía que el reto era difícil, porque nuestra trainera estaba sin hacer, no era como la de Astillero, que estaba hecha pero bajó a la ARC-2 porque les expulsaron de la ACT. Nuestro equipo era nuevo. Nos juntamos de varios clubes y ha costado coger la remada. Poco a poco fuimos afinando y al final lo logramos. ¿De qué se siente más orgulloso? En Orio estuve muy a gusto, con gente de casa y algunos más que llegaron con las mismas condiciones que los de casa, y fue un orgullo entrenar a Orio. Portugalete es diferente. Te enorgullece haber conseguido una remada con la que hemos podido subir. Pero el proyecto es a cuatro años, y en ese plazo estar peleando con los mejores. La idea es intentar reforzar un poco el equipo y ver hasta dónde llegamos en cuatro años. Han fichado a Javier Aguirregomezcorta, pero su presidente asegura que seguirá el 80% de la plantilla actual. La columna vertebral debe ser de casa, porque es importante el cupo de propios. Haremos un fichaje o dos más, lo justo para poder mantenernos y consolidarnos en la ACT, sin tener miedo a caer en los play-off. El objetivo debe ser mantenernos. La remada de Portugalete es muy distinta a la que tenía en la ARC-2. No tiene nada que ver. Por eso cuesta tanto cambiarla. No es fácil cambiar el chip a gente que está acostumbrada a ir a 40 paladas por minuto, y hacerles ver que a 34 o 35 se puede ganar. En momentos de ansiedad, en momentos difíciles, la gente tiende a la remada de antes. Un año es poco tiempo para coger una buena remada. Aún debemos mejorar. Con similar remada, Orio ha sufrido y ahora mismo estaría en la ARC. Es algo que no lo esperábamos nadie. Sabíamos que había cinco o seis bajas del equipo titular del año pasado, pero en el pueblo no pensábamos que el bote bajara tanto. Quizá Orio se fijó unos objetivos algo altos, y eso les fue minando al ver que no los iban logrando. La psicología hace mucho. Cuando vieron que están donde están, en La Concha hicieron un gran papel y en el play-off demostraron que eran una trainera para haberse mantenido tranquilamente. ¿Cómo lo ha vivido desde fuera? Con mucha pena. Son chavales con los que he estado durante años. Los conozco bien y sé que lo han pasado mal. Conforme pasaba el verano, veíamos que podía pasar, pero no lo esperábamos. En Zarautz aún tenía esperanzas de que podían darle la vuelta, pero Camargo se dio cuenta de que podía colarse y lo aprovechó. Pero, como se vio en el play-off, Orio es más equipo que Camargo. Intentó echar una mano a Orio. He hecho todo lo que he podido, aunque llega un momento en que yo tengo que seguir mi camino y ellos por el suyo. Con José Luis (Agirre) tengo muy buena relación. Hemos hablado mucho durante el invierno y el verano. Siempre que me ha querido, he estado a su lado. Por suerte, Portugalete no está en la situación de Zierbena, que celebró el ascenso pero podría no subir. La situación de Zierbena y Orio es complicada. No me gustaría estar con esa situación incertidumbre. Es malo para todo, para mantener el equipo, para intentar fichar... ¿Cómo es Javier González? No es muy alto, más bien un poco bajo (ríe). Es un tío serio y con las ideas claras. Es muy exigente con él mismo y con los de alrededor, pero si una persona tiene las ideas claras, es un punto a favor muy importante. ¿Alguna vez le ha dicho "calma, Javi, que esto no es tan fácil"? Él procede del mundo del fútbol, y el remo no es fútbol. Aquí dependemos mucho de lo que te da o te quita la naturaleza: corrientes, viento, aire, mar, calles, suerte... Él se ha dado cuenta de que el remo es un deporte especial, y el domingo nos decía que le está enganchando. Eso es bueno. Con el riesgo que entraña a medio-largo plazo el depender de un patrocinador, ¿el futuro pasa por proyectos como Kaiku o Portugalete? Poco a poco, cada vez más equipos vamos entrando por ese camino. Es casi hasta normal: la gente y la ACT quieren espectáculo, y poco a poco todos iremos yendo hacia ese camino. En los pueblos pequeños es más difícil, y por eso es de valorar el mérito de Hondarribia, que este año ha sido un ejemplo y con chavales de casa ha ganado tres banderas. O Tirán, a los que casi no conocemos pero son gente de casa como los de aquí, con el añadido que se vienen todos los fines de semana para aquí. Y Orio, claro. Pero los clubes punteros se mueven más por fichajes. Aizperro ha vivido las dos filosofías. ¿Con cuál se identifica más? He conocido Orio y Urdaibai, y como entrenador es mucho más sencillo fichar lo que necesita. Pero me gusta la filosofía de la cantera. Es otra historia. Te encuentras con chavales a los que ves cómo vienen desde juveniles, que deben pasar ese primer año senior, que en el cuarto entran en la trainera... Eso es muy bonito. Cuando fichó por Portugalete, apreció la posibilidad de vivir allí, pero luego siguió residiendo en Orio. ¿Cómo ha llevado la autopista? La idea inicial era otra, pero sabíamos que la segunda criatura estaba en camino y luego preferimos hacer estos kilómetros. De cara al verano, iba en coche con gente de aquí, con mi hermano (Aitor)... Prefiero ir y venir yo y tener las niñas en casa. El andamio no se echa de menos, no? (Ríe). Está claro que en eso mi vida ha mejorado. Antes salía de casa por la mañana temprano y volvía de noche. Los dos primeros años de la cría se me fueron casi sin verla. Ahora, en cambio, he podido disfrutar de la familia, y eso me llena mucho. Eso es algo que tiene que entender la afición de Orio para comprender que se fuera a Portugalete. El pueblo me ha impresionado, no he oído un comentario negativo. Todo han sido ánimos. Estoy muy contento de la respuesta del pueblo. De las felicitaciones recibidas, ¿cuál le ha tocado o sorprendido más? Por suerte, varias. Tras el play-off, me llamaron remeros de Orio para felicitarme. Es algo que valoro mucho, y más después del año tan duro que han vivido. También los chavales de Portu, que venían de la ARC-2 y han hecho un gran esfuerzo en invierno para poder estar en la ACT.