Resaca de una regata como las de antes
Varios de sus protagonistas relatan cómo vivieron el miércoles, en medio del oleaje, el campeonato de Gipuzkoa
DONOSTIA. Paseo Nuevo, casi encima del Aquarium. La embarcación de Zarautz enfila los últimos metros de su regata, en la que cierra la penúltima tanda. La dificultad que desprende la Enbata para superar el oleaje despierta un murmullo entre el público. De pronto, la trainera acumula tal cantidad de agua que Gaizka Garmendia es incapaz de controlarla y se cruza a merced de la mar. La guiñada provoca algún grito entre los aficionados, mientras la embarcación se aproxima mucho a las rocas. Sus remeros dejan de bogar y el bravo patrón zarauztarra domina la situación. Es entonces cuando su colega en Trintxerpe, Iker Pérez, resopla junto a la barandilla -aliviado como todos al solventarse el incidente- y con cierta sorna comenta a unos compañeros: "¡Uff! Si el gran Gaizka ha hecho una guiñada así, me quedo más tranquilo". Habla de su conciencia, claro: "Aunque no tan marcadas, nosotros hemos tenido unas cuantas de esas (guiñadas). Ha sido una regata muy complicada", expone Iker Pérez.
"A la antigua usanza", apuntó José Ramón Mendizabal, entrenador de la Donostiarra. "Antes, cuando existía la Liga Vasca, en la que casi todas las regatas eran en mar, todos los veranos había dos o tres con ese oleaje, en las que recurrías a las placas, las bombas de agua... Ahora hay muchas regatas en ría o bahía", apunta Gabi Larrinaga, remero y entrenador de San Pedro, que el miércoles no bogó en la Libia. "Cualquier remero con varios años de experiencia ha vivido alguna regata de este tipo. Hacerlo mejor o peor depende mucho de la tripulación que lleves", aprecia Gaizka Garmendia.
Una regata de nervios
La bronca de Garmendia
El zarauztarra, como casi todos, sufrió en la popa: "Lo pasas mal, porque es muy difícil llevar la trainera derecha. En nuestro caso, pecamos de inexperiencia, pero es normal, porque seis o siete remeros están en su primer o segundo año. Hubo un momento en el que eché la bronca a un remero (Hasier Olea), y luego me dije cómo le puedo gritar por no saber qué hacer si empezó a remar en mayo de 2010. ¡Lo anormal habría sido que supiera lo que había que hacer!".
El hándicap para los remeros que aún se les abren llagas en sus manos todavía sin curtir es que "estas cosas no se entrenan, porque no hay nadie que salga a entrenar en la mar si está tan movida. O te quedas dentro o vas a la ría", explica Garmendia.
"Saber cuándo tienes que remar, o cuándo tienes que dejar de hacerlo, o cómo tienes que meter la pala, es algo que se aprende a base de regatas. Lo bueno es que el domingo remaremos en el mismo campo de regateo (en la Liga ARC-1) y también se anuncia mala mar, por lo que ya sabemos lo que no hacer", señala con una sonrisa el patrón de la Enbata, en la que el miércoles causaron baja el ankeko Ekhi Illarramendi y su entrenador, Hegoi Intxauspe: "Llevan tiempo lesionados y se acusa, porque precisamente no andamos sobrados de experiencia", lamenta.
Zumaia también pagó la falta de destreza propia de su juventud y de "la ansiedad por querer hacerlo bien. Luego, nos calmamos y en la segunda parte fuimos muy bien", explica Xanti Zabaleta, orgulloso de sus pupilos. "Los chavales le están poniendo muchas ganas".
Y ganas es también lo que le echó San Pedro, que sufrió más que la Telmo Deun. Su preparador, Gabi Larrinaga, al igual que otros experimentados como Loren Jauregi, no remó el miércoles. "Lo teníamos hablado así desde hace tiempo. Hace año y medio San Pedro tuvo muchos problemas con los propios, algo que se ha repetido varias veces. Sin embargo, el club trabajó bien, sacó una segunda trainera y son estos remeros jóvenes lo que llevan dos temporadas tirando del club. Por ello, quisimos alinear a catorce canteranos y premiar a los chavales con un Campeonato de Gipuzkoa en La Concha".
El donostiarra asume que "seguramente no era el mejor día para ir con siete u ocho remeros que en 2010 estaban en la B. Estoy seguro de que (Juan Carlos) Fontán lo pasó mal, pero él también en su día fue joven y tuvo que aprender a base de errores".
Es lo que hicieron muchos sanpedrotarras: errar. "Viendo el estado de la mar, les dije que se limitaran a hacer lo que sabían hacer, que hicieran lo más simple y llevaran el bote derecho. Les costó hacerlo y a veces no pudieron, pero es lo normal".
accidente de graves consecuencias
San Juan, sin campeonatos
No fue este el problema de San Juan. "Teníamos muchas ilusiones en el campeonato, y alineé el equipo que quería", admite Igor Makazaga. "Para fuera fuimos muy bien, y no nos entró una sola ola. Llegamos a la ciaboga con nueve segundos sobre Hondarribia. A la vuelta, ellos cogieron una ola y se nos acercaron, pero seguido cogimos nosotros otra y les volvimos a distanciar en tres traineras". La siguiente ola, "la segunda que cogíamos", a la altura de la isla, casi los hunde. "Cogimos tanta velocidad, que alcanzamos la ola que iba por delante y, con la popa arriba y la proa abajo, nos metimos debajo de la ola", que les arrancó una palca, y ahí se sumergieron las aspiraciones rosas. "En mi vida me había tocado nada igual. No arriesgamos nada, pero sufrimos ese accidente que nos dejó k.o.". Makazaga llegó a pensar "en retirarnos al muelle, pero por respeto al campeonato decidimos seguir", aunque "la trainera era ingobernable", admite su patrón, Endika Pérez. "Optamos por sentar al proel (Aritz Jauregi) en la popa, y fue una buena decisión, porque pudimos navegar y nos quedamos a solo nueve segundos de la cuarta plaza". Y esto, al margen de no poder disputar el título a Hondarribia, es lo que "duele, y mucho", en San Juan, apeada del Campeonato de Euskadi y, por ende, de España. "Es algo que nos va a pesar y que recordaremos al menos hasta que pasen los campeonatos".
El día después, Igor lamenta "no haber llevado bombas de agua, pero nadie llevó. Solo pensamos en el título, y no esperamos esa ola", que le dejó la peor resaca de la regata.