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El relevo generacional nunca es gratis

Orio asume con naturalidad el peaje por la baja de siete de los quince remeros que en 2010 rotaron en la 'Mirotza'

Donostia. LA cantera aguilucha, sin duda la más fértil del Cantábrico, no ha bastado para saciar las necesidades de Orio, el único club que la pasada campaña remó siempre con catorce remeros propios. Este año no será así. "Nos toca pasar el relevo generacional", comprende José Cruz Expósito, que afronta su segunda campaña como presidente de un club que ha entregado las riendas a José Luis Agirre, como recompensa por su buena labor en Orio B en los dos últimos años. "Estamos muy a gusto con él, y los remeros parece que también", apunta Expósito, consciente de que el técnico se expone a una "prueba de fuego", al debutar en la ACT en plena renovación de la tripulación.

Porque una cosa es dar salida de forma escalonada a quienes van tocando la aldaba de la Mirotza, y otra es hacer frente a la baja de siete de los quince bogadores que rotaron a lo largo de la mayoría de las regatas de 2010, incluido su entrenador, Joxean Olaskoaga, el único titular de la banda de babor que no sigue al pasar a liderar el proyecto de Portugalete. Tampoco continúan, ya en estribor, Gorka Etxeberria, Anartz Larrea, Agustín Mujika y Jon Mujika; ni su proel, Urko Redondo; ni el veterano Ibon Urbieta otro clásico como Agustín Mujika, ahora coordinador de las categorías inferiores.

El recambio lo han hallado en Orio B, con cuatro remeros que suben al primer equipo, más las altas de Mikel Azkarate (Zumaia), Yosu Larrarte (Kaiku) y Sorin Livadaru, exponente de aquel grupo de olímpicos rumanos que bogaron en Ur Kirolak hace unos años y que regresa a la actividad tras perder "25 kilos en los últimos seis meses", indica Expósito. "En Orio no estamos para hacer fichajes, pero todo el que quiera venir tienes las puertas abiertas". Por su parte, Andoni Ostolaza se suma como patrón a Aitor Carrillo.

Un equipo en progresión

Con paciencia y sin complejo

Tanto Expósito como Agirre entienden que el objetivo de 2011 debe ser afrontar esa transición "con paciencia". Asumen que las victorias no van a ser posible salvo que medien esas circunstancias que la pasada campaña les podían privar de aspirar a una bandera. Ahora, necesitan aliarse con ellas.

Pero en un pueblo como Orio, no pueden "renunciar a nada" y, dentro de lo que puede ser un año de transición, "debemos tratar de quedar lo más arriba posible. Los entrenamientos están siendo buenos, los remeros están comprometidos y el ambiente es muy bueno".

El ascenso al primer equipo de Agirre ha motivado que Iñigo Arruti, Txabola, pase a entrenar al segundo bote, con el que ya remaba en la ARC aunque también tenía ficha ACT. "Por abajo siguen apareciendo chavales que dentro de dos o tres años van a estar en el primer equipo". "El problema puntualiza Expósito es que hemos tenido muchas bajas de golpe", lo cual repercute en el agua, porque un relevo generacional nunca es gratuito. Se paga. Y la población oriotarra parece entender este peaje: "Siempre ha sido así. Hay años en los que se está más abajo, pero es cuestión de tiempo volver arriba".

Tanto en los descensos invernales como en las regatas de primavera, Orio ha estado demasiado lejos de los presumibles gallos de la ACT, como "Urdaibai, el equipo a batir, y también San Juan, Kaiku, Hondarribia o Astillero". Pero no se sienten especialmente preocupados. "Debemos ir a más", sobre todo en agosto, conforme a la planificación de Agirre.

El técnico ha asumido su nueva función con naturalidad, consciente de que su labor diaria es "similar" a la que realizaba en Orio B. De hecho, a menudo seguía desde la motora los entrenamientos del primer equipo y era un gran apoyo para Aizperro, a quien aportaba su visión desde fuera de las tostas, muy valorada en el club. Eso sí, ahora su responsabilidad es otra. Sencillamente, "mayor". Lo que no cambia es la presión por sacar el máximo rendimiento a su plantel. "Presión siempre hay, ya sea por ganar, por entrar en la tanda de honor o por alejarte del descenso". Eso no cambia. Lo que varían son los rostros de la Mirotza, a la espera de que se asienten y vuelvan a mirar a las banderas sin complejos.