SIN la certeza de que su tercer Tour de Francia es suyo -"en mi conciencia sí lo es", apuntó en Milán-, Alberto Contador deberá seguir la senda de Miguel Indurain y Marco Pantani si finalmente se decide a asaltar la Grande Boucle por cuarta vez. El navarro y el italiano son los últimos que bailaron un tango en París tras danzar una tarantella en Milán. El de Pinto deberá comprobar antes si tiene piernas para hacer danzar a sus rivales durante el mes de julio.

La sensación es que Contador ha acabado el Giro bastante entero. Mucho más que sus rivales. A todos les desnudó en las tres últimas etapas, especialmente en el tendido final de Macugnaga y la contrarreloj, en las que primaba la reserva de fuerzas. Para muchos, se ha mostrado más fuerte que nunca. Nunca había ganado con tanto margen sobre el segundo clasificado: 6:10 a Michele Scarponi, por encima del 4:11 en el que distanció a Andy Schleck en el Tour de 1999, cuando el de Pinto también se mostró inabordable, con un rival más sólido que el italiano.

En este Giro, Contador no ha llegado a la extenuación en ninguna jornada. Más se exprimió en 2008, cuando llegó al Giro desde la playa y sufrió en cada etapa de montaña para mantener la maglia rosa. Incluso, la crono final la afrontó con solo 15 segundos sobre Riccardo Riccò. "El primer Giro lo corrí obligado por el equipo y en la montaña me dediqué a perder lo menos posible cada día. Este año ha sido diferente, porque era mi principal objetivo y lo preparé exhaustivamente", afirmó en Milán.

De momento, no sabe dónde estará el 2 de julio. "Ahora quiero descansar y ver cómo recupero". Se lo dirán sus piernas, a las que escuchará en su barbecho. "Es algo que lo hablaré también con el mánager del equipo (Bjarne Riis)".

El danés sabe que el Giro, al menos si se disputa la general, no es la mejor preparación de cara a la Grande Boucle. Tras casi diez décadas de coexistencia del Giro y el Tour, solo en doce temporadas las dos carreras compartieron ganador: Fausto Coppi (dos veces), Jacques Anquetil, Eddy Merckx (tres), Bernard Hinault (dos), Stephen Roche, Miguel Indurain (dos) y Marco Pantani, el último de ellos, en 1998.

Aquel Tour de 1998, el del caso Festina, marcó un antes y un después en el ciclismo. El Giro dejó de ser una excelente preparación de cara a la Grande Boucle, como fue en los años 80 y 90. En esa época, las grandes estrellas corrían ambas pruebas y ciclistas como Hinault, Fignon, Lemond, Roche, Indurain, Chiapucci y Pantani subieron al podio en las dos. Delgado, por ejemplo, ganó su único Tour tras debutar en el Giro, en aquella edición de la terrible etapa del Gavia, cuando la Vuelta aún empezaba en abril.

Desde el doble-doble de Indurain (1992 y 1993), y salvo Pantani, ningún ganador del Giro ha estado cerca del podio en el Tour y muchos, ni siquiera en su salida. Solo Tony Rominger (1995) estuvo en la pomada en la ronda gala -octavo a 16:46 de Indurain-, mientras que Gilberto Simoni (2003) y Paolo Savoldelli (2005) se olvidaron de la general pero arañaron una etapa a la ronda gala en Loudenvielle y Revel, respectivamente. En el Halcón agitó sus alas para llevar en volandas a su compañero Armstrong hasta su séptimo triunfo.

En sus otras dos victorias en el Giro, ni Gibbo (2001) ni Savoldelli (2002) tuvieron dorsal en el Tour, como tampoco Berzin, Tonkov, Garzelli o Di Luca. Ivan Gotti lo tuvo en 1997 y 1999, pero se retiró en ambas ediciones sin pena ni gloria, tras ser quinto en 1995, cuando llevó el maillot jaune dos días.

brilla en el tour si falla en Giro

Basso, el claro exponente

Junto a Gotti y Pantani, Ivan Basso es el único italiano que en los últimos años ha estado en el top 5 del Tour. Su caso refleja la enorme dificultad que entraña hacer a tope las dos primeras rondas del calendario. No disputó el Giro en sus cuatro primeras incursiones en el Tour, en el que fue tercero en 2003. Un año después afrontó por primera vez las dos carreras, y fue segundo en París tras flaquear en el Giro, al que rascó dos etapas tras superar el problema estomacal que le hizo perder el liderato tras caerle una minutada en dos jornadas seguidas de montaña. En 2006, dominó a su antojo en su país, pero la Operación Puerto lo apeó del Tour. En 2010 se anotó su segundo Giro, pero fue una paupérrima fotocopia de sí mismo en el Tour, lo mismo que un año antes evidenció Denis Menchov.

El mejor Contador es superior al mejor Basso -al menos su versión tras su sanción- y al mejor Menchov. Pero deberá demostrarlo en el próximo Tour, si finalmente lo corre. "Entre los festejos y atenciones tras la ronda italiana -el del Saxo Bank fue recibido ayer por las autoridades de Madrid y las de Pinto- y el inicio del Tour, o mejor dicho, el traslado al punto de partida, hay menos de un mes", escribió ayer Indurain en su columna de Marca. "Es un tiempo suficiente para recuperarse", concluye el navarro, con quien coincide Merckx: "Yo me encontraba aún más fuerte en el Tour que en el Giro". Si rinde al mismo nivel que en Italia, Contador partirá de Vendée el 2 de julio con medio billete para París en el bolsillo.