Donostia. En el festival de mañana en la plaza de toros de Azpeitia, se rendirá homenaje a Mariano Haro (Valladolid, 1940) y a León Albeniz, Iruntxiberri (Aia, 1937). El primero no necesita carta de presentación. El segundo, desconocido para las generaciones más jóvenes, fue un deportista popular que en los años 60-70 lanzó y aceptó muchas apuestas, y ganó muchas más de las que perdió. "En Gipuzkoa habré sido el que más apuestas habré hecho", estima Iruntxiberri, que debe su apelativo al caserío en el que nació. Además, se da la circunstancia de que ambos son cuñados, pues el guipuzcoano está casado con Celia Haro, hermana del tres veces subcampeón mundial.

El aiarra, embutido en su enjuto físico, es el típico puro nervio que sobresale en cualquier actividad física. Con 18 años le animaron a correr su primera carrera en Aia y fue segundo. En la siguiente, en Ordizia, la ganó. Tras dos años de paréntesis por la mili, se inició con las apuestas atléticas, ante adversarios como Txikito de Arruiz, Aldaz, Irazu... Aún posee los récords de trazados como Zarautz-Aia, Andazarrate-Villabona o Ergobia-Susperregi. Llegó un día en el que se quedó sin retadores, "y empecé con la sega o la aizkora".

De los desafíos, guarda con cariño "el que le gané a Txikito sobre 9 kilómetros" o el que mantuvo con su primo José Miguel Maiz. El también aiarra le rechazó muchas veces para no perder su licencia atlética, dado que los atletas tenían prohibidas las apuestas. Próximo a su retirada, aceptó el reto de Albeniz, y perdió sobre diez kilómetros en la plaza de toros de Tolosa. "Queríamos batir el récord de Txikito. Él iba muy bien en distancias cortas, y yo en largas, así que él salió muy rápido. Los primeros 5 kilómetros hizo 15:30, pero acusó el esfuerzo y le cogí, y durante unas vueltas me mantuve detrás de él, pero tras el kilómetro seis ya le descolgué. Me quedé a dos o tres segundos del récord. Fue una pena el tiempo que perdí al mantenerme detrás de mi primo".

A Mariano Haro, le parecía "una pijada lo que hacía mi cuñado. Lo veía como un circo, una tontería. Hasta que me metí yo en la plaza y comprobé lo que se sufría. Además, el ambiente que se vive es increíble. El público te anima mucho, y lo quieres dar todo". Mañana dos africanos serán llevados en volandas.