Donostia. El Lagun Aro GBC se equivocó de día. En lugar de exhibir su versión buena hace una semana contra el Alicante, cuando debía haberlo hecho, lo hizo ayer contra el Caja Laboral. El resultado ambos días ha sido el mismo: derrota. Mucho más digerible la de ayer, pero derrota al fin y al cabo (80-83), en un partido en el que los de Laso echaron hasta el último aliento en una pelea imposible porque el rival era superior y siempre tuvo el control del choque y porque los árbitros estuvieron quisquillosos con el equipo pequeño y permisivos con el grande.

Fue una pelea imposible, como casi siempre ante los equipos poderosos de la ACB. De vez en cuando es posible sorprenderlos, como ha hizo el propio Lagun Aro hace dos años con el Caja Laboral o la pasada campaña ante el Barcelona. Pero no todos los días es fiesta, y menos si el Baskonia llega necesitado, como fue el caso ayer. Eso también deberían saberlo los jugadores y técnicos. Hay que ponerse las pilas contra los rivales de tu liga. Queda muy bonito plantar cara al actual campeón, pero mucho más bonito habría quedado tener una victoria más en tu casillero. La derrota del Alicante ayer en su cancha ante el CAI Zaragoza, que demuestra que los de Vidorreta no son gran cosa, hace más doloroso todavía aquel pinchazo totalmente evitable.

Al menos, los de Laso se congraciaron con el público del San Sebastián Arena. Los jugadores se emplearon a tope sobre la cancha y trataron de jugar de tú a tú al Caja Laboral, pero lo cierto es que siempre dio la sensación de que los vitorianos tenían el partido bajo su control. El Lagun Aro hizo bastantes cosas bien, pero para ganar a un rival tan bueno hay que hacer todo bien. Ayer le faltó cerrar mejor el rebote (el Caja Laboral capturó hasta 16 rechaces ofensivos) y un punto de agresividad defensiva en algunos momentos para hacerle las cosas más difíciles a los baskonistas. También que los árbitros midieran con el mismo rasero a ambos contendientes.

El Lagun Aro comenzó mandando y llegó a tener cinco puntos de ventaja (12-7) en el minuto seis, momento en el que Dusko Ivanovic pidió un tiempo muerto y cambiaron las tornas. En un par de minutos, el Caja Laboral remontó y ya nunca perdió la iniciativa. Un parcial de 16-5 le valió para amasar seis puntos de ventaja al término del primer cuarto y en varias ocasiones amenazó con romper el partido. El Lagun Aro, sin embargo, siempre encontró alguna manera de anotar. Con Doblas en el banquillo y Baron desacertado (metió tres puntos en todo el partido), sorprendieron las apariciones de Kone con seis puntos consecutivos -incluidos un espectacular alley-oop a pase de Salgado y un mate en la cara de Esteban Batista- y de Uriz justo antes del descanso, con dos penetraciones que apretaron el marcador al término del segundo cuarto (35-41).

La vuelta a la cancha resultó fatal. Brad Oleson hizo la vida imposible a Baron y anotó cinco puntos consecutivos que dieron once tantos de ventaja a su equipo (35-46). El escolta del Lagun Aro vivió ayer otro capítulo de los rigores de la ACB para un debutante. Los árbitros no le permitieron nada con Oleson, pero en cambio solo pitaron una de las varias faltas que recibió en el otro lado de la cancha. Debe ser eso del respeto en la ACB, que por lo visto Baron no lo tiene por ahora. Qué cosa más absurda. Lo peor de todo es que es tan habitual que los modestos hasta lo dan por hecho.

Panko tira del carro Con el de Rhode Island atado en corto y los once puntos de renta para el Baskonia, el partido tenía muy mala pinta hasta que apareció un excelso Andy Panko, que anotó 17 puntos en el tercer cuarto y mantuvo muy vivo a su equipo. El americano, demasiado irregular a lo largo de la temporada, se vistió por fin de líder y las anotó de todos los colores. Con la ayuda puntual de Doblas, el Lagun Aro llegó al minuto 30 con sólo tres puntos de desventaja (62-65).

Fue el penúltimo intento meritorio, pero inútil, de los de Laso por dar la vuelta al partido. Surgió Teletovic, Pau Ribas anotó un triple con suerte y la renta visitante volvió a dispararse (67-79). Salgado, Panko y Miralles apelaron a la épica y el partido mantuvo su punto de incertidumbre hasta el final, pero no llegó el milagro. Además, es posible que si el Caja Laboral hubiera necesitado subir una marcha más, lo habría hecho y que habría ganado de la misma manera. Es lo que tiene jugar contra los grandes. Que son mejores y que siempre tienen esa pequeña -o grande- ayuda arbitral. Por eso hay que ganar a equipos como el Alicante. Que estas dos últimas derrotas en el San Sebastián Arena sirvan como lección.