Escocia y Euskal Herria se hermanaron ayer por medio del deporte y la música. Alrededor de 3000 espectadores asistieron en el campo ordiziarra de Trevijano a un festival en el que los dos países ofrecieron una muestra de su cultura y sus tradiciones, y que, bajo el lema Unea iritsi da -Ha llegado el momento-, reivindicó también el derecho de autodeterminación para el pueblo vasco. Durante toda la mañana, junto a diferentes exhibiciones de los herri kirolak autóctonos, varios deportistas llegados de todo el mundo disputaron los Juegos de las Tierras Altas de Escocia, es decir, los Highlands" Games; una demostración de algunos de los deportes tradicionales de Escocia entre los que figuran el lanzamiento de troncos, de piedras y de todo tipo de pesos y pesas. El público reunido en Trevijano asistió fascinado a las evoluciones de los deportistas. El reglamento de estos juegos siguió siendo un misterio tras su disputa, pero eso no impidió que los asistentes se divirtieran con el espectáculo. Además, las enormes dimensiones de los deportistas llamaron la atención tanto o más que los propios deportes. Los que se asomaban por primera vez para contemplar los juegos no podían evitar lanzar un comentario unánime: "¡Vaya morroskos!"
Ocho imponentes deportistas de Australia, Alemania, Flandes, Holanda y Japón tomaron parte en los juegos junto a un representante de Euskal Herria, Joxe Martin Bustintza. Salvo el vizcaino, todos compitieron con la típica falda escocesa, como corresponde a este evento.
La primera prueba consistió en lanzar lo más lejos posible una piedra de unos diez kilos que el juez, el gigantesco Tommy De Bruijn, había cogido la víspera en un río guipuzcoano. El holandés participó incluso en varias competiciones, provocando el entusiasmo del público.
El segundo desafío fue un peculiar lanzamiento de martillo, con la cadena más corta de lo habitual en las citas olímpicas, y un peso de 14 kilos. La tercera prueba consistió en lanzar por los aires una especie de maza, y después llegó por fin el esperado lanzamiento de tronco, que, al parecer, es una de las competiciones más complicadas. De hecho, sólo el australiano Neighbour, el alemán Vortriede y el propio juez consiguieron hacer girar el tronco en el aire. Pero no bastaba con eso, ya que también se puntúa que la madera -de 5,70 metros y unos 70 kilos de peso- caiga recto respecto al punto de lanzamiento. La última cita también resultó espectacular. Los participantes tuvieron que lanzar por encima de sus hombros una pesa de 20 ó 25 kilos y hacer que superara un listón a sus espaldas que llegó a estar situado incluso a cinco metros de altura.
Finalmente, el vencedor fue el australiano Aaron Neighbour, que se impuso en todas las modalidades, seguido de Marcus Vortriede (Alemania), Jimmy Van de Vall (Flandes), Kyle Randall (campeón juvenil de Escocia), Kengo Kubota (Japón), Alex Dibel (Alemania), Johny de Zuter (Alemania), Jeus Schwan (Alemania) y Bustintza.
La jornada comenzó con un desfile de zanpan-tzar, gaiteros y jinetes, un aurresku y un baile esocés, y a continuación tomaron el testigo las exhibiciones deportivas. Junto a los deportes escoceses actuaron también harrizulatzailes, los aizkolaris Joxemari Esnaola, que mostró la técnica del corte en altura, Floren Nazabal e Iñaki Azurmendi y los harrijasotzailes Joseba Ostolaza e Inaxio Perurena. En la exhibición del zestoarra destacaron las tres alzadas que dio a una piedra irregular de 175 kilos. El de Leitza, por su parte, levantó moles de varios formatos de más de 200 kilos, y se atrevió incluso a alzar este peso con un solo brazo, en una demostración de fuerza que dejó atónitos a los participantes en los Highlands"Games.
Tras su competición, Vortriede y el campeón se atrevieron con la bola de 111 kilos, y el australiano consiguió incluso nivelarla sobre su hombro. Ahí terminó el festival deportivo, pero la jornada continuó con una comida popular, un acto político y un concierto que se prolongó hasta la madrugada.