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Andy-Contador o el absurdo

Schleck marca de cerca al madrileño, que deja marchar a Menchov y 'Samu'Riblon se benefició de la situación para adjudicarse la etapa en solitario, tras una notable ascensión final

Ax3 domaines. En 1964, el Puy de Dome, Jacques Anquetil y Raymond Poulidor sobre la carretera del volcán, Francia entera en vilo, paralizada, los ojos clavados en los cuerpos sufrientes de dos ciclistas que pedalean en el filo, emparejados, sin dejar rebasar la rueda de su rival ni un milímetro, acompasando los soplidos, los latidos. Es el duelo clásico del Tour, los años heroicos, el ciclismo romántico; la cúspide de la literatura épica en el ciclismo que ahora se repasa con nostalgia porque la ha sucedido el ciclismo del absurdo, prima-hermana de la filosofía del absurdo, de la literatura del absurdo, los escenarios previsibles, lo elementos estrellados sin coherencia. Y como en una obra de teatro de Samuel Beckett, un "Esperando a Godot" elemental por absurdísimo, se levanta el telón en la cima de Ax-3 Domaines, la estación de esquí atizada por el calor, apenas un suspiro de viento que refresca y mueve las copas de los pinos de piel oscura. Habla Alberto Contador.

"¿Cómo ha quedado la etapa?". Sudan sus brazos delgaditos, brillan sus piernas pardas, el caos a su alrededor, los cámaras y los hombres de la radio tropezando unos con otros, la interferencia de voces, y nadie escucha a Alberto, el ciclista más fuerte del mundo, el mejor escalador, que no sabe lo que ha ocurrido, que no sabe de sus rivales, salvo de Andy, el amarillo que ha entrado con él. "14 segundos", le responden finalmente. 14 segundos por detrás de Denis Menchov y Samuel Sánchez en el primer final asalto a los Pirineos. ¿No fue el mejor Contador? ¿Sufrió? ¿Se quedó? ¿No pudo? No, no fue el mejor Contador, pero no sufrió; y sí, se quedó, pero no fue porque no pudo, sino porque se paró porque quiso. Él y el líder Andy. ¡Qué absurdo todo! Es necesario un flashback para comprenderlo.

Puerto de Pailheres, el origen de todo, el primer gran coloso pirenaico que entierra a Lance Armstrong, héroe de otra época, de cuando serenaba las embestidas de Iban Mayo en el mismo asfalto estrecho, el monte pelado, el barranco peligrosísimo, en 2003. Ahora pedalea lastimosamente, una actitud heroica asimismo. "¡Grand Lance grand!", le dicen. Es grande en la derrota el tejano, gigante como lo fueron sus predecesores cuando dejaron de ser los más fuertes y fueron sometidos como antes sometieron ellos.

Lejos, muy lejos, en cualquier caso de Andy y Contador, los jóvenes ciclistas salvajes y rebosantes de salud que dejaron pasar el duro Pailheres sin atacarse pese a que el Astana teatralizó la subida y la convirtió en un supuesto drama donde Contador marchaba sufriente e incómodo, no alegre y danzarín como suele. No se lo tragó Andy. "Quisieron hacerme creer que Alberto estaba mal para que atacase y él me remachará, pero no me lo creí". Claro, no era cierto. Así voló la oportunidad de Pailheres, donde Sastre se desplegó en busca de un triunfo romántico en Ax-3 Domaines, la cima en la que ganó su primera etapa en el Tour hace siete años. Su esfuerzo fue bello pero baldío. Iba por delante, más de dos minutos de ventaja, Christophe Riblon, más fuerte que su compañero de fuga Amael Moinard, que coronó Pailheres solo y cabalgó en solitario hasta la meta.

Ax-3 Domaines, las rampas amables, dicen, eliminó a Basso sin que sucediera nada. Y más tarde puso en apuros a Leipheimer y al larguirucho Gesink. Tiraba del carro Vinokourov, el kazajo fiel ahora que tiene una etapa en el bolsillo y ha olvidado la afrenta de Mende, que era un músculo arrastrando otros músculos sin comprender nada. Que se giraba una y otra vez y no veía a Alberto por ningún lado y seguía sin entender, sin asimilar que la etapa había pasado de la dimensión física a la mental, a la batalla de los nervios, la guerra psicológica, la última trinchera donde se citan dos cuerpos portentosos que se saben parejos. "Alberto estaba bien, yo también". Se refugiaron a cola de grupo. Desde ahí se lanzó Contador una vez. Ágil le dio réplica Andy. Y Menchov y Samuel. Dos batallas mezcladas. Por el amarillo y por el tercer cajón del podio. El segundo acelerón acabó de la misma manera. "Alberto lo ha intentado pero no ha podido". Lo supieron los dos de inmediato, lo que supuso, a tres kilómetros de meta, un giro brutal hacia la dimensión táctica.

El escenario previsible: la montaña sublime, los bosques misteriosos, dos campeones enzarzados, el pasillo estrecho de la gente, las motos, los ciclistas rezagados, Leipheimer y Gesink ciegos y sufrientes. Los elementos incoherentes: Andy y Contador en equilibrio sobre los pedales, mirándose; Andy y Contador parados, el ritmo lentísimo durante un tiempo que se hizo eterno. El absurdo. O el desprecio hacia los rivales en boca de Andy: "Samuel y Denis no son un peligro. Están a más de dos minutos". Dejaron marchar al ruso y al ovetense. La pelea íntima por el podio.

En la más absoluta de las absurdeces -"Alberto es mi rival y si quiero ganar el Tour tengo que asumir estor riesgos", justificó Andy-, parados aún, el líder y Contador se iluminaron al rato. Perdían con Menchov y Samuel en torno al medio minuto y se decidieron a hablar para poner fin a su obra y volver a su lugar. Volvieron a atizar los pedales y cazaron al grupo de Purito, Gesink y Van den Broeck. Hasta el ruso y el ovetense no llegaron.

La primera escena. Habla Alberto Contador en la cima de Ax-3 Domaines: "¿Cómo ha quedado la etapa?". En el absurdo, Alberto, en el absurdo.

Christophe Riblon (AG2R)4h 52" 42"

Denis Menchov (RAB)a 54"

3º Samuel Sánchez (EUS)m.t.

GENERAL

Andy Schleck (SAX)53h 43" 25"

Alberto Contador (AST)a 31""

3º Samuel Sánchez (EUS)a 2:31""

Hoy, 15ª etapa. Pamiers-Bagnères de Luchon. 187,5 kilómetros. Eurosport (14.15); Teledeporte (14.30); ETB 1 (14.30).