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Nada mata a Vinokourov

el kazajo resucita tras rozar el triunfo en mende y gana la etapaEl Tour inicia hoy su paso por los Pirineos con Schleck como maillot amarillo

Nada mata a VinokourovFoto: efe

Alexandre Vinokourov (AST) 4h 26"26"

Mark Cavendish (THR) a 13"

Alessandro Petacchi (LAM) m.t.

GENERAL

Andy Schleck (SAX)63h 08" 40"

Alberto Contador (AST)a 31""

Samuel Sánchez (EUS)a 2:45""

Hoy, 14ª etapa. Revel-Ax 3 Domaines. 184,5 kilómetros. Eurosport (13.46); ETB 1 (13.40); Teledeporte (15.00).

revel. Nada mata a Vinokourov, el Jesucristo kazajo. Sol en el país del sol. Muere y resucita. Muere y resucita. Muere en Albi, unos pocos kilómetros al sur de Revel, primera crono del Tour que gana, 2007, y lo celebra con una copa de sangre. Una transfusión. La vida. Le caen dos años. Dos años enterrado, en el averno. Cuando vuelve es el mismo. El rostro impávido, la mirada de hielo, el corazón de león, la agresividad irracional e instintiva del depredador. Vinokourov no pedalea, aplasta. Así gana en abril la Lieja-Bastogne-Lieja. La resurrección. Le ayuda Alberto Contador, al que abraza en meta, al que promete fidelidad en el Tour, la carrera de los corazones templados, la sangre fría. Hierve la del kazajo, que ataca en La Madeleine y desata la batalla porque descubre la dolorosa debilidad de Cadel Evans; que vuelve a atacar en el infierno del Midi, "todo estaba hablado, todo previsto", templa Martinelli, y se retuerce en la cuesta corta y vertical de Mende, a un palmo de la cima, 200 metros, el ruido de la multitud impidiéndole escuchar el vuelo ligero de Contador y Purito, que le apartan de la victoria. Prima la lucha por la general. "Lo importante es la victoria final de Alberto". Es lo que tiene que decir. La procesión va por dentro. Funeral. Ha muerto. Por poco tiempo.

La resurrección es un estruendo que explota en los dos kilómetros de subida a la cota de Saint-Ferréol, atalaya sobre Revel, unos pocos kilómetros al norte de Albi, a los pies de la montaña negra, la cordillera de los estómagos oscuros, noche perpetua en la tierra de robles, abetos y pinos. Algo de luz. Despuntan los colores. Es el arco iris que brilla en las mangas de Alessandro Ballan, ex campeón del mundo. Su ataque, nueve kilómetros a meta, iluminó ayer a los violentos; ensombreció a los esprinters, defenestrados en un Tour rabioso. Despuntó Luis León, que corre como se llama. Tiene garra. Y Vinokourov, algo en la dimensión de la furia que logra canalizar a las piernas que empotran los pedales, dos mazas que le catapultaron por encima del murciano, dejaron en frustración la llegada de Cunego y le lanzaron a por Ballan, que, coronado el puerto, arrastraba el plato lastimosamente por un falso llano traicionero antes del descenso. No llegó. Se lo tragó antes el kazajo.

Ayer, durante diez kilómetros maravillosos, todos olvidaron que hoy, al fin, llegan los Pirineos. Lo recordaron cuando Alberto Contador se acercó a Vinokourov, loco de felicidad el kazajo, y chocaron las manos con camaradería, alegoría de su buena conexión antes de la decisiva semana. "¿La reacción de Contador? Tendrían que preguntárselo a él, pero ya ven lo contento que estaba", dijo Vinokourov. Contento, porque el triunfo del kazajo colma finalmente su sed de venganza, aplaca su ira y convierte su agresividad en una virtud explotable por el madrileño en los temibles Pirineos. "Lo importante", repitió ayer, "es la victoria final de Alberto".

Las dos conciencias de Contador Contento también Contador porque el Tour deja de hablar de los Pirineos como de un vergel que asoma en el horizonte y nunca llega. "Ya estamos", dijo ayer el chico de Pinto; "y como dije antes de comenzar el Tour, los Pirineos serán los jueces de la carrera. Espero tener buenas sensaciones, porque cada día me voy encontrando mejor". Lo prueban la facilidad con la que respondió a los tres ataques de Andy en La Madeleine y, sobre, todo su golpe en Mende, diez segundos "que no son muchos pero que nunca se sabe si pueden resultar definitivos al final y que psicológicamente tienen un gran valor", concede el líder del Astana, que está a sólo 31 segundos del amarillo que enfrenta a sus dos conciencias. A la ambiciosa, la incontenible, Alberto saliendo a todos los ataques en Avoriaz, Alberto desatado en Mende, le tienta estar por delante, la mente laberíntica de los campeones. "Siempre me gusta estar arriba y, si puedo, lo intentaré". La conciencia prudente apela a la sabia paciencia que subliman las carreras de tres semanas. El discurso de la precaución. "Mi situación es buena. Si no veo las cosas claras no probaré a atacar. No voy a arriesgar más de la cuenta". Cuesta creer a la segunda voz.

Andy no discute con nadie. Es un tipo de una sola conciencia. Tiene que atacar. 31 segundos no le valen, ni siquiera, dice Bjarne Riis, dos minutos, para afrontar la crono de Burdeos. "Habrá que intentarlo. Mende no es lo mismo que los Pirineos, que el Tourmalet. Esto es un duelo entre Contador y yo", dice el luxemburgués. 2:45 por detrás tiene a Samuel Sánchez en plena lucha por el tercer escalón del podio. Saca el líder de Euskaltel 13 segundos a Menchov, 46 a Van den Broeck, 1:21 a Leipheimer; 1:42 a Gesink, 2:13 a Purito o 2:45 a Basso. Carlos Sastre, el ganador del Tour de 2008, está a casi cinco minutos del ovetense, tiene la mirada marchita, "aunque ahora soy más optimista con los Pirineos de lo que lo era antes", y un pálpito en el corazón ante la llegada de hoy a Ax 3 Domaines, "donde gané mi primera etapa en el Tour, en 2003, y se la brindé a mi hija Claudia". "Cuando llegas a una cima como ésta los recuerdos son siempre entrañables y la motivación es mucho más alta", advierte el escalador abulense.