FRANZ Beckenbauer (11 de septiembre de 1945) es el personaje de referencia, absolutamente indiscutible, en el fútbol alemán. Desde su posición en el campo marcó durante una década, entre mediados de los 60 y los 70, un estilo de juego que se pegó a la piel de la Mannschaft. Sus inicios fueron en el centro del campo, por ejemplo siguiendo a Bobby Charlton en la final del Mundial de 1966 y acabó dominando el juego desde el puesto de líbero como sucedió en la edición de 1974, que coronó como anfitriona a Alemania Federal.

El apelativo de El Kaiser hace justicia a la importancia de Beckenbauer, que empezó en el fútbol como delantero centro. Él y Wolfgang Overath formaron parte de la selección alemana en tres Mundiales sucesivos que acabaron en el podio: segundos en 1966, terceros en 1970 y campeones en 1974, y en el título en la Eurocopa de 1972 logrado con brillantez. Repartida la alineación casi a partes iguales entre el Bayern Munich y el Borussia Moenchengladbach, a medida que Franz Beckenbauer fue acomodando su posición entre los defensas el juego de Alemania se fue vulgarizando. La creación se retrasó unos cuantos metros y lo que se ganó en solidez se perdió en fluidez.

No obstante, el Kaiser contagiaba su carácter ganador y sus dotes de liderazgo tanto en la selección como en el Bayern Munich donde amasó tres Bundesligas consecutivas (1972, 1973 y 1974) y otras tantas Copas de Europa (1974, 1975 y 1976). Fue elegido Balón de Oro en dos ocasiones (1972 y 1976) y vistió en 103 ocasiones la camiseta de Alemania.

Su momento álgido fue el Mundial de 1974 que acabó alzando en el Estadio Olímpico de Munich la nueva Copa del Mundo, la que ahora se conoce, ya que el anterior trofeo se lo había quedado en propiedad Brasil tras lograr el tricampeonato en 1970. Alemania Federal supo reaccionar a su inesperada derrota ante sus vecinos del Este y Franz Beckenbauer, que se había ganado el favor de los suyos cuando cuatro años antes jugó con el brazo en cabestrillo ante Italia, tuvo mucha culpa en ello en su condición de férreo capitán. Se trataba de ganar y Alemania lo hizo, como ha sido habitual desde entonces, frente a la brillantez sin premio de Holanda. "Johan Cruyff era mejor jugador, pero yo fui el campeón", comparó Beckenbauer, algo aplicable a los dos equipos.

Con todos los títulos posibles en su haber, la carrera del que fue considerado el tercer mejor jugador del siglo XX acabó en el Cosmos neoyorkino, al lado de Pelé, con un regreso intermedio al Hamburgo con escaso éxito. Probablemente, su paso por Estados Unidos le dio esa visión para el negocio que le ha acompañado después en los distintos cargos que ha ocupado con el triunfo siempre como consecuencia.

Sin ninguna experiencia como entrenador, se hizo cargo de la selección alemana a la que llevó al subcampeonato en México 1986 y al título en Italia 1990. El Kaiser se convirtió en la segunda persona tras Mario Zagallo que ganaba el Mundial como jugador y como técnico. Tras este último servicio a la Mannschaft, volvió al Bayern Munich para asumir la presidencia. Pero cuando Alemania, ya reunificada, quiso volver a organizar el Mundial de 2006, recurrió a Franz Beckenbauer, que tampoco falló esta vez como responsable máximo del evento. Es la historia de un triunfador con el que el fútbol de su país estará en deuda siempre. Con ese aura se sentará hoy en el palco del Estadio de Bloemfontein para ver el Alemania-Inglaterra, "el partido más clásico", el que dejó algunos momentos memorables de los Mundiales.