El reo que envidió a Sastre
Su preparador, Aldo Sassi, destaca la fortaleza mental de Ivan Basso, que durante su suspensión "corría pruebas en línea y por etapas, siempre solo".
MENOS de dos años después del regreso de Ivan Basso, la confesión de su dopaje sanguíneo y la correspondiente suspensión de dos años se pierden en la nebulosa de los recuerdos como un mal sueño. Otros, por el mismo pecado, aún habitan en la pesadilla, como Jan Ullrich, que nunca admitió su culpa. Ser italiano, ser parte viva de un país condescendiente hasta con un presidente como Silvio Berlusconi, debe ayudar mucho. "Basso sólo se equivocó", piensan en Italia. Y errar es de humanos, como la reinserción un derecho. Pagó por ello, y como antes lograron Simoni, Garzelli o Pantani, ha obtenido el perdón del pueblo, como quedó demostrado el pasado domingo en el Arena de Verona. También sus compatriotas Michele Scarponi y Giampaolo Caruso volvieron con la cabeza alta tras purgar por su implicación en la Operación Puerto. Los otros dos únicos ciclistas que fueron sancionados por la trama que lideraba el doctor Eufemiano Fuentes son alemanes: Ullrich y Jörg Jaksche. Ambos fueron lapidados en su país, sobre todo el de Rodstock. El ex pupilo de Manolo Saiz, que acabó realizando acusaciones a discreción, tuvo un regreso casi testimonial.
Todo lo contrario que Basso o Scarponi. El varesino ha vuelto a ganar el Giro de Italia cuatro años después de su primer triunfo. No parece acusar su inactividad, porque no la tuvo. Durante los dos años que duró su sanción, finiquitada en octubre de 2008, "debimos simular la actividad agonística. Ivan no sólo se entrenaba como si pudiera correr, sino que corría carreras en línea y por etapas, siempre solo", explicaba ayer, en La Gazzetta dello Sport, Aldo Sassi, prestigioso entrenador del Mapei Sport Center en Castellanza (Varese, Italia), que también prepara a Cadel Evans, Michael Rogers, Matt Lloyd, Dario Cioni... El italiano, de 51 años, que ahora lucha contra un tumor cerebral, es clave en la triunfal reaparición del hijo pródigo de Italia.
El varesino es el único ciclista del Liquigas con permiso para no ser entrenado por Paolo Slongo, que controla al resto de los corredores de la escuadra. "Se lo debemos a Sassi. Gracias a él y al Centro Mapei, Ivan ha sido seguido al 100% como un corredor más aunque estuviera sancionado", ha confesado Roberto Amadio, mánager del Liquigas.
Basso recurrió a Sassi, en el invierno de 2007 a 2008. "Me llamó para que le ayudara. Quedamos, le miré a los ojos, y vi que era sincero", recuerda el técnico, que colgaba en la web de Mapei los entrenamientos y las analíticas de Basso. "Siempre he defendido un ciclismo limpio, lejos de la química y las dudas. Él venía de un caso de dopaje, y si recaía, me implicaría a mí. Me jugaba mi prestigio y el de Mapei. Telefoneé a Giorgio Squinzi, y me dio su permiso". Así empezó la rehabilitación de Basso.
Tras el atleta, un hombre "Su caso era especial", diferencia Sassi a Basso de "Evans o Rogers". El tormento aún barruntaba en la mente de Ivan, como en su día le sucedió a Pantani, víctima de una espiral de destrucción. "Con Ivan emprendí un reto: no sólo era cuestión de trabajar con el atleta, su motor, sino también con el hombre y su cabeza, el poder de su mente". El espaldarazo definitivo Basso lo encontró en el podio del Tour, cuando Carlos Sastre sonreía vestido de amarillo en el podio de París. "Yo estaba en casa viendo la televisión, y cuando Domitila -su primogénita- vio aparecer a los hijos de Carlos, comprendí en su mirada que quería volver a intentar probar esa alegría", afirmó Basso, envidioso del estatus del abulense, el domingo en Verona, cuando desveló otro secreto: "La víspera de la etapa del Zoncolan, Micaela -su mujer- me dijo que esperaba el tercer bebé. Al día siguiente me desperté agitado, motivado", y acabó dando un recital en la etapa.
Ahora, asegura que su presente en rosa "no es un objetivo, sino un punto de partida, porque tras ganar el Giro me siento muy ambicioso. Quiero estudiar las etapas de montaña del Tour, regresar al Tour y devolverme lo mucho que me ha dado", antes de caer reo de la mentira del dopaje.