Una cosa es tener ya los deberes hechos y no jugarte nada en el envite, y otra muy distinta tomarte las vacaciones por adelantado. El Lagun Aro GBC volvió a mostrar su cara más apática y decepcionante a domicilio y perdió por 35 puntos de diferencia (96-61) tras borrarse totalmente del partido en un último cuarto lamentable, en el que encajó un parcial de 35-12. El de ayer fue el enésimo, y por suerte el último, capítulo inadmisible de este equipo fuera de casa en la segunda vuelta, en la que ha coleccionado partidos horrorosos: Málaga, Bilbao, Santiago de Compostela Gran Canaria, por supuesto Valladolid, y Vitoria. Resulta incomprensible la falta de competitividad de este equipo lejos de Donostia, donde no ha ganado desde el 13 de diciembre. Desde entonces sólo ha luchado por el triunfo dos días: ante el Joventut el 30 de diciembre y contra el Estudiantes hace un mes. En el resto de choques, ha sido avasallado por el rival de turno, sea éste el Xacobeo o el Caja Laboral.
La semana ya empezó torcida. Por si este equipo no tuviera ya una asombrosa facilidad para relajarse, Laso les dio más motivos para hacerlo dándoles dos días libres para disfrutar de la salvación y la victoria ante el Granada del pasado domingo. Sólo ellos sabrán cómo entrenaron de miércoles a sábado, pero desde luego ayer no saltaron al Buesa Arena con la intensidad mínima como para buscar una campanada. Ya se sabía que era difícil, pero no habría estado mal intentarlo. Lo conveniente sería que los dirigentes del Gipuzkoa Basket descubrieran de dónde proviene esa falta de exigencia que ha movido al equipo en una temporada que comenzó con tintes históricos y que acabará con una salvación holgada, pero sin excesivo brillo. Si viene del propio consejo, del cuerpo técnico y de la plantilla. O de todos lados. Sería necesario saberlo de cara a próximas campañas, porque seguir cayendo en estos altibajos puede acarrear un desenlace fatal en un futuro cercano. Es una pena lo que sucedió en el último cuarto, porque hasta entonces el Lagun Aro estaba cuajando una actuación digna. Durante 30 minutos dio la sensación de que ambos equipos habían firmado una especie de pacto de no agresión. Algo así como una propuesta del Caja Laboral al Lagun Aro: "Mira, como tú no necesitas la victoria y yo sí y además soy mejor, te gano pero sin hacer mucha sangre, de diez o quince puntos o así, y todos nos vamos contentos a casa, ¿vale?".
30 minutos dignos Y así transcurrieron los primeros treinta minutos del encuentro, con el equipo de Ivanovic siempre por delante, en algunos momentos ganando con comodidad, en otros con el marcador más apretado. El claro 20-9 para los locales al término del primer cuarto dejó paso a un segundo acto más nivelado en el que el Lagun Aro encontró cierta fluidez en ataque gracias a Panko, Miralles y Uriz. El 30-26 en el minuto 19 otorgaba esperanzas de que el partido tuviera cierta emoción, pero un parcial de 11-0 entre ese momento y el minuto 22 volvió a dejar claro quién mandaba. El tercer cuarto fue un intercambio de canastas que acabó con 61-49 y dio paso a un inesperado desastre en los últimos diez minutos.
No vale de excusa la cuarta falta de Miralles mediado el tercer cuarto. El pívot estaba siendo de los mejores y Laso se vio obligado a sentarlo en el banquillo para protegerlo, pero que no estuviera él en cancha no explica la inadmisible relajación guipuzcoana. Ante la pasividad de su rival, los jugadores vitorianos se hincharon a meter triples de todos los colores. Un chollo. Oleson, Teletovic, Ribas... el Lagun Aro GBC desapareció de la pista y le cayó una buena paliza. Esto ya nos suena, por desgracia. Ha ocurrido demasiadas veces esta temporada. La permanencia no debe impedir un buen ejercicio de autocrítica.
La desventaja llegó a rondar los 40 puntos, pero finalmente quedó en 35. Da igual. Nadie fue capaz de detener la sangría en los últimos diez minutos. Ni Laso ni ningún jugador. El parcial de 35-12 emborrona un partido que podía haber acabado en una derrota aceptable y que finalizó con la mayor paliza de la temporada: 96-61. La derrota no tiene efectos clasificatorios, pero debería invitar a la reflexión. Si algunos jugadores no entienden que hay que competir hasta el último momento porque se deben a un club y una afición, desde luego no tienen sitio aquí. El verano promete ser intenso porque esta plantilla necesita un buen meneo.