REGAL BARCELONA Rubio (13), Navarro (8), Mickeal (9), Lorbek (13), Morris (5) -cinco inicial- Basile (6), Lakovic (1), Ndong (1), Grimau (6), Vázquez (14) Sada (2) y Trías (2).
REAL MADRID Prigioni (2), Jaric (7), Kaukenas (10), Garbajosa (4), Lavrinovic (11), -cinco inicial- Llull (10), Hansen (-), Velikovic (11), Reyes (6).
Parciales 19-16, 21-9, 24-12 y 16-24.
Árbitros Arteaga, Pérez Pizarro y García González. Sin eliminados.
Incidencias Final de la Copa del Rey disputada en el BEC de Barakaldo ante 14.814 espectadores.
Barakaldo. El Regal Barcelona se proclamó ayer campeón de Copa tras darle un baño al Real Madrid, que no pudo con la defensa azulgrana y sólo aguantó su demoledor ritmo ni un solo cuarto.
Garbajosa puso la primera canasta de la final, a la que respondió Navarro con un triple. Nada de nervios ni tópicos de final, los dos equipos salieron lanzados desde el principio, intensos y viendo aro.
Las alternativas en el marcador se sucedían, con jugadas rápidas y vistosas, como un pase ciego de Ricky culminado con un mate de Vázquez.
Acabó el primer cuarto con 19-16 para el Barcelona, ligero dominador mientras que el Madrid iba un poco a remolque, con bajos porcentajes -cinco de quince en tiros de campo-.
Nada hacía prever que la casi igualdad del primer cuarto fuera un espejismo y que la final se decantaría en seguida, en un segundo cuarto demoledor de los azulgranas.
Al descanso el resultado era 40-25, y la sensación, que el ritmo del Barca iba a cerrar la final mucho antes de lo esperado. La vuelta del vestuario no cambió el tono: en dos minutos el Barça se puso veinte arriba, 45-25, obligando de nuevo a Messina a pedir tiempo muerto, que no sirvió de mucho: 51-27, veinticuatro arriba tras un triple de Navarro.
El Madrid hizo un triple cambio, apostando por los jóvenes Llull y Velikovic, que por lo menos dieron la cara. Un alley-hoop de Vázquez culminó la humillación, entre los olés del público, mayoritariamente antimadridista. Al final del tercer cuarto, 64-37; había quien apostaba si el Barça doblaría al Madrid, cuyos jugadores daban un poco de pena por el mal rato que estaban pasando.
Quedaba un cuarto entero; unos triples del valiente Llull por lo menos conseguían que la diferencia no creciera. Los minutos transcurrían sosos y se entró en un intercambio de canastas que no decía nada. Sólo en el último minuto los madrileños maquillaron el resultado, bajando la ventaja de veinte, como quedó al final: 80-61.