tolosa. "Cuando Gonzalez le pega desde el dos, a los demás nos toca correr". La sentencia de Asier Olaizola resume a las mil maravillas lo que ocurrió ayer en el Beotibar de Tolosa en el partido que cerró la tercera jornada del Campeonato de Parejas de la LEP.M, que mete a los ganadores, el lapurtarra y Laskurain, en la tercera plaza de la clasificación con dos victorias y que deja a los perdedores, el goizuetarra y Patxi Ruiz, en la penúltima posición con una victoria (eso sí, al igual que otras cuatro parejas).
El campeón en curso del Cuatro y Medio de la LEP.M dominó a su antojo el partido de ayer. Aprovechó la seria actuación de su zaguero, el guipuzcoano Aritz Laskurain, para firmar remates de todos los colores (ganchos, cortadas, paradas, pelotazos atrás...) e infligir un soberano castigo a sus rivales, superados de principio a fin (o casi) por un Gonzalez que también sacó tajada de la escasa pegada de Patxi Ruiz. El zaguero estellés entregó demasiada pelota, circunstancia que propició que el lapurtarra se exhibiera en los cuadros alegres.
Durante muchos instantes se temió por una paliza escandalosa. Daba la impresión de que Gonzalez y Laskurain iban a conseguir la victoria más abultada del campeonato (récord que sigue en su poder tras el 22-9 de la segunda jornada en el Labrit ante Bengoetxea VI y Beloki). Lapurtarra y guipuzcoano casi cierran la contienda en un abrir y cerrar de ojos. Sólo una falta de saque de Gonzalez lo impidió. Su error, con un elocuente 6-21 en el marcador, cedió la iniciativa a la pareja de Asegarce. Y Asier Olaizola apeló a su dignidad para comenzar una gran reacción que no llegó a remontada porque la desventaja que debía recortar el goizuetarra resultaba ya insalvable.
la dignidad de asier Tras la falta de Gonzalez, el mayor de los hermanos Olaizola ejecutó varios remates de mérito. Tomó todos los riesgos que no había podido correr en el inicio y apretó el electrónico hasta el 15-21. El binomio de Asegarce había encadenado 9 tantos consecutivos y en la grada comenzaba a escucharse un murmullo. Pero sólo fue eso, un murmullo, porque en la siguiente acción Asier mandó el cuero a la chapa.