Patxi Ruiz se pone serio
Duración 41 minutos.
Saques 4 de Patxi Ruiz y 2 de Ongay que cometió una falta de saque por doble pasa.
Pelotazos 199 a buena.
Tantos en juego 7 de Patxi Ruiz y 1 de Alberto Ongay.
Errores 4 de Patxi Ruiz por 10 de Ongay, entre ellos 3 pasas del Cuatro y Medio.
Marcador 4-10, 4-1, 4-3, 5-3, 5-5, 6-5, 16-5, 16-6, 17-7 y 22-7.
Botilleros Jesús Ruiz con su hijo Patxi e Ignacio Martiarena con Ongay.
Incidencias Media entrada en el Beotibar de Tolosa. El dinero salió 100 a 70 por Patxi Ruiz.
donostia. "Nunca sabes con qué Patxi te vas a encontrar". El análisis es propiedad de Roberto García Ariño, técnico de Asegarce, testigo de las mil y una versiones, que básicamente se reducen a dos: la buena y la mala, de Patxi Ruiz, manista ciclotímico, de enorme picos, sublime en ocasiones, vulgar en demasiadas. No se le conocen al de Lizarra los tiempos medios ni la regularidad. "Estaba haciendo buenos partidos a parejas, pero nunca sabes cómo puede responder en el Cuatro y Medio, donde todo cambia", apunta el técnico vizcaino, que se mostró satisfecho con el rendimiento de Patxi Ruiz: "Esperemos que siga así. Ha jugado serio y ha mandado durante todo el partido. Pero esto no ha hecho más que empezar y Ongay tampoco le ha apretado demasiado". Eterno aspirante por sus indudables recursos, luce, empero, escasa su vitrina a pesar de su enorme pedigrí. Enredado en una personalidad refractaria a la alta competición y los peajes que ésta impone en el aspecto anímico, sobre todo en las luchas individuales, las de mayor carga emocional y mental, y laminado el físico por las dolencias de su espalda, es complicado saber por dónde y cómo asomará Ruiz en escena porque Patxi es un misterio en sí mismo. "No pensaba jugar el campeonato", decía.
Sucedió que en el Beotibar de Tolosa apareció risueña y aplomada la mejor versión del zaguero de Lizarra, dominador de punta a punta de una eliminatoria que no tuvo discusión, ni tan siquiera debate, porque Alberto Ongay siempre se quedó muy corto ante Ruiz, un gigante para él. Al delantero de Satrustegi le faltaron ideas y nada propuso que incomodara a Ruiz, sereno y confiado desplegando el juego en largo. Le salía a Patxi la pelota con brillo y velocidad de la mano y le bastó con eso y un saque con cuchillas para sepultar las escasas opciones de Ongay, seducido por una táctica que no le convenía lo más mínimo, entre otras cosas por su menor potencia de fuego. Soportó dignamente Alberto en el inicio, cuando logró igualar a cinco el interesante despertar de Ruiz, que lanzó un mensaje nítido: 4-0. Ocurrió que en cuanto el zaguero de Lizarra se hizo con el saque no tardó en alcanzar una velocidad de crucero inasumible para Ongay. No necesitó Patxi Ruiz retrovisor para jugar, tan alejado que estaba de él Alberto. No había ni rastro de Ongay. Les separaba un mundo. Enganchó Patxi Ruiz una tacada brutal, un parcial apabullante de 11-0, tras algún tropezón con la dejada en el inicio. Desechadas las dejadas, percutió sin descanso en largo y Ongay no halló solución al escenario planteado por Patxi, muy sólido y sin distracciones a pesar de la enorme ventaja que gestionaba. Arrollado, con el espíritu numantino de retirada, contrapuso Alberto Ongay el juego de aire como plan de rescate. Parecía una alternativa más o menos lógica, pero su ejecución no lo fue tanto. Escaso de convicción, alimentado por la desesperación y la agitación, no logró, sin embargo, hacer dudar a Patxi Ruiz, firme, serio, contundente y con suficiencia en todo momento. Le ocurre de cuando en cuando.