L'ultimo squalo, de Enzo G. Castellari, se estrenó en 1981 en el Estado español con el título de Tiburon 3, intentando aprovechar el éxito de la saga Tiburón, iniciada por Steven Spielberg y de la que este año se han cumplido 50 años con el reestreno del primero de los blockbusters modernos. La película de Castellari, que era un remedo del largometraje firmado por Spielberg y segunda parte dirigida por Jeannot Szwarc, obtuvo tal fama y fue tan bien acogida en multitud de países -en EEUU solo se estrenó en Los Ángeles-, que Universal Pictures, productora propietaria de los derechos, inició un periplo judicial para impedir que L'ultimo squalo se distribuyese en cines de habla inglesa. Ángel Sala y Víctor Matellano presentarán este viernes, en la última jornada de la 36ª Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia, Aquel último tiburón, un documental en el que se sumergen en la historia de una de las películas icónicas del sharksploitation italiano.
Y entre la saga original de Jaws y el exploit de Castellari, ¿cuál es mejor? ¿La original o la copia? Para Matellano no hay duda que la primera parte que dirigió Spielberg es indiscutible. De hecho, tal y como ha recordado Sala en relación al reciente reestreno de la cinta, esta sigue generando "gritos" en las proyecciones, un efecto que, según ha subrayado el también director del Festival Internacional de Cine de Sitges, se ha perdido con el tiempo. "Tiburón (1975) lo cambió todo", apunta Matellano. No solo es una de "las obras más redondas de la historia del cine", sino que es una de las películas "más influyentes" de todos los tiempos. Así, a juicio del documentalista, hay que tratar la de Spielberg a otro nivel en la historia del cine sobre escualos asesinos: "Está Tiburón y luego están todas las demás". La pareja de cineastas, incluso, revindican con interés la secuela que dirigió Szwarc, la que calificaron también como uno de los precursores del slashers. "Es una de las primeras películas, con Halloween, también de ese año, que pusieron a un grupo de adolescentes como protagonistas", ha recordado Sala por su parte.
En cuanto al L'ultimo squalo, que en Estados Unidos se tituló Great White, consideran que es muy superior a la tercera parte de la saga, dirigida por Joe Alves y fue bautizada como Tiburón 3-D. De hecho, han recordado que en muchos países la versión apócrifa de Castellari, recaudó mucho más que la película de la Universal. Los problemas de Alves comenzaron desde su propia génesis como una comedia en un parque acuático hasta la imposición de la tecnología 3D de moda en la época, pasando por el hecho de que su rodaje coincidió con el estreno de la película de Castellari. Este último hecho precipitó las cosas de Tiburón 3-D, a juicio de los realizadores.
Hay, incluso, un cuarto capítulo derivado del largometraje de Spielberg: Tiburón, la venganza (1987), de Joseph Sargent. Esta película supone una nueva vuelta de tuerca, ofreciendo "a un animal inteligente", hijo del tiburón blanco de la primera película, que busca vengarse de la familia que acabó con su progenitor. "Nadie esperaba que la de Castellari fuese más seria y más coherente que la última parte que hizo la Universal. Estaba fuera de guion que la más psicotrónica, loca y chalada fuese esta última", ha reído el director del Festival de Sitges
"¿Quién es el tiburón?"
El documental Aquel último tiburón recuerda el periodo de los exploits o plagios que con múltiples animales, no todos acuáticos, reprodujeron con éxito la misma fórmula que el Tiburón original. Es el caso de Tentáculos (1977), de Ovidio G. Assonitis, sobre un pulpo gigante que hace de las suyas; Grizzly (1976), de William Girdler, con un oso que siembra el terror en Yellowstone; u Orca (1977), de Michael Anderson, centrada en un cetáceo que busca venganza después de que un grupo de pescadores hieran a su pareja embarazada.
Esta no ficción no solo es un compendio de esas producciones, es la reivindicación de "un autor", con todas sus letras: Enzo G. Castellari. "Es único en la forma de entender el cine y, posiblemente, en la forma de entender la vida", ha opinado Sala. Pero aún más, este documental presenta una pregunta metafórica: "¿Quién es el tiburón?" ¿El amenazador ser de la película o algunos de los que rodearon estas producciones?