La Sala Kubo Kutxa de Donostia presenta una interesante exposición antológica de la obra textil de María Cueto (Avilés, 1960), realizada a lo largo de cuarenta años, comisariada por Leire Vergara, con un montaje sobrio y aséptico, menos acertado que el de la reciente exposición en la Fundación Cristina Enea, y con catálogo de Leire Bergara y varios autores.

En la misma se parte de los primeros objetos de uso cotidiano realizados en macramé y de los primeros tapices realizados en la década de los 80, en los que las texturas superpuestas reivindicaban el tacto y creaban un tapiz de sintaxis expresionista abstracta. Tras sus estudios en la Escuela de Arte de Oviedo en diseño gráfico, 1989, comienza a desarrollar texturas bajo el nombre de Tramas y realizar con ellas múltiples experiencias sobre superficies fotográficas. Continuará sus estudios en Arteleku donde recibirá la huella volumétrica de la tapicera Consuelo Gómez y de otros artistas, así como en el taller de serigrafía de Manuel Bello (1990), lo que abrirá a un campo de experimentación y su interés por el mundo de las texturas y lenguajes en múltiples direcciones.

Tras su residencia en Berastegi, comienza la búsqueda y experimentación con fibras naturales, trizas, ramas, partículas, lino, cáñamo, algodón, sujetos y entrelazados de diversas maneras que llevarán a la artista a trabajar en el plano bidimensional y a abrirse poco a poco a la tercera dimensión, 1990-2000: Tejido para lámpara (1993). En obras de pequeño formato la autora experimenta casi de manera caligráfica las múltiples posibilidades de crear nuevas obras. Y surgen las posibilidades de la creación de obras de mayor tamaño y de su ubicación flotante en el espacio: Memoria vegetal (1994 y 1995), imágenes que brotan de un instante, de un gesto efímero, de un movimiento. Es así, como poco a poco, y con una paciencia japonesa, la autora va creando un tapiz de carácter tridimensional cercano a la escultura, compuesta por hilos y nudos en los que se insertan o anudas los elementos vegetales: Morada del aire (2007) y Árbol de sueños (2004).

Escultura de carácter liviano, cinético, creada con elementos vegetales, en la que los huecos y vacíos son tan importantes como los elementos volátiles que juegan y se mueven entre ellos y que aportan un élan de fragilidad y naturaleza, aportando valores ecológicos a sus obras: Morada del aire (2011) y Blanco umbral de silencio y aire (2012). Tejiendo lo efímero va volviendo a una realidad cada vez mas patente. Veremos en próximos años a dónde nos conduce su evolución.