Tras perder a su hermano en un atentado de los GAL, un militante comunista, Ángel, se enrola en ETA y, por cosas del destino, acaba en Madrid junto a Irene, su novia y también miembro del grupo terrorista, concursando en el Un, dos, tres que presenta Mayra Gómez Kemp. ETA les pedirá que aguanten todo lo que puedan y que cuando pierdan elijan el apartamento en Torrevieja, para ser utilizado como piso franco de un posible comando en el levante español. Este es, a grandes rasgos, el argumento de la nueva novela de Ricardo Gómez, Patria, la buena, que desde su título invita a la sonrisa cómplice y lleva a pensar en otra Patria, la de Fernando Aramburu. Pese a lo alocado de la trama, Gómez presenta un thriller que engancha, no exento de ironía y humor negro, que retrata con detalle una Gipuzkoa que desapareció, y por la que desfilan, aparte de militantes de ETA, miembros del GAL, ministros, altos cargos del cuartel de Intxaurrondo, Chicho Ibáñez Serrador y hasta Las Tacañonas.
Si la suya es ‘Patria, la buena’, ¿cuál es ‘Patria, la mala’?
Estaba preparado para la pregunta “¿Por qué has titulado la novela Patria, la buena?” para así yo responder: “Porque esta es la buena" (ríe). Es evidente. El nombre lo es todo. Yo ya tenía a mis personajes y que la ambientación iba a ser en Hernani. Se me ocurrió el título y me dije: “A ver qué pasa”.
Quizá Fernando Aramburu se enfade...
Yo creo que cuando un escritor ha alcanzado una altura que está muy por encima de todo, algo así te tiene que dar igual, a menos que tengas un ego que no puedas con él o seas de esas personas que googlean su nombre a cada rato. Me encantaría generar un poco de polémica, pero no creo que me den cancha (ríe). Creo que quien se puede enfadar, más que Aramburu, son los seguidores de Patria. Los fans que dan mucha más importancia a las cosas que el propio autor es la peor gente. Esa es la gente que, quizá, se pueda molestar sin haberla leído.
Otro posible título podía haber sido ‘Patria, la mejor’.
No, no. Patria, la buena me suena mejor. De hecho, comentándolo con los editores de Autsaider División Sesuda, dudé si poner “la buena” entre paréntesis y no tras una coma. ATA –seudónimo de Juan Lasalle– me dijo que quedaba mejor con coma.
La novela la ha ambientado cronológicamente entre 1985 y 1986. Concretamente, entre el asesinato de Mikel Zabalza por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y el de Dolores González Katarain ‘Yoyes’, a manos de ETA.
Fue una época en la que me cuadraban muchas cosas para la novela. Son los años del plomo y en esos dos años sucedieron muchísimas cosas. El atentado de los GAL en el Hotel Monbar de Baiona, el asesinato de Zabalza, la reconversión industrial, el referéndum de la OTAN, el asesinato de Yoyes, la unificación de los Cuerpos de Policía Nacional y Cuerpo Superior de Policía... Había muchos hechos históricos que cuadraban con la trama. Además, fue una época gloriosa del Un, dos, tres y Mayra Gómez Kemp.
¿Cómo se informó sobre las entretelas del ‘Un, dos, tres’?
Contacté con dos vecinos de Hernani que habían sido auténticos concursantes del Un, dos, tres. Fui al Koldo Mitxelena, revisé la hemeroteca, descubrí el apellido de uno de ellos y le llamé por teléfono. Quedé con él para echar un café y me contó chascarrillos y cosas internas del Un, dos, tres.
En el caso del ‘Un, dos, tres’ no ha cambiado los nombres de la presentadora, ni de su creador, Chicho Ibáñez Serrador. En cambio, sí que ha cambiado los nombres de miembros de ETA, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de ministros...
Ha sido para darle un poco de morbo de cara al lector y también por si acaso (ríe).
De cualquier modo son trasuntos reconocibles. Se pueden identificar a Barrionuevo, Rodríguez Galindo, Amedo o la ya citada ‘Yoyes’.
Ha habido veces en las que estaba tan metido en el libro que en vez de nombrarle a alguien con su nombre verdadero lo he llamado como en la novela.
Es cierto que cambiarles los nombres le ha permitido también darle a uno de los personajes un final distinto al que tuvo.
No vamos a destripar mucho, pero digamos que por una cuestión de venganza interna de la trama un personaje sí que tiene un final distinto al que tuvo en la realidad.
La novela está llena de detalles históricos. Me hablaba de que en algún caso recurrió a la hemeroteca del Koldo Mitxelena pero, ¿cómo fue su proceso de investigación?
Tengo muy buena memoria, muy fotográfica. El primer paso fue tirar de memoria y apuntar los hechos en un listado. Posteriormente, los cotejé, por ejemplo, en el Koldo Mitxelena, si es que es necesario tirar de hemeroteca. A veces me he dado cuenta que recuerdos que yo tenía no eran del todo así y me hace rabiar un poco.
Si no me equivoco, Fernando Aramburu también se inspiró en esta Hernani para su ‘Patria’. Usted es de Ordizia, ¿qué relación tiene usted con esta otra localidad?
Hernani era algo que me cuadraba también con Patria, la buena. En aquellos años del plomo, yo que era de Ordizia, tuve que ir a Hernani a estudiar y me di cuenta que era un ambiente muy distinto al de mi municipio. Por ejemplo, me di cuenta que en Hernani la inmigración castellana pesó mucho y se notaba en la calle. En la FP había mogollón de chavales del barrio de Karabel y Zikuñaga hijos de extremeños que les gustaba un montón el heavy. A la hora de escribir, me parecía que había un material muy interesante para hablar de la inmigración y de la reconversión industrial.
Siendo ‘Patria, la buena’, la novela habla de los años de plomo, de la guerra sucia contra ETA, de los GAL, de la introducción de droga en la sociedad a través de infraestructuras policiales, los chivatos... ¿Sentía que eran cosas que faltaban por contar?
Sí. Ya que iba a hacer una novela sobre ETA, me apetecía tocarlo todo; de una forma novelada, pero contando cosas que sucedieron. En Hernani, por ejemplo, hubo muchísima droga en las calles. Con el tema de la violencia, no quería escribir una novela moral, ni hacer maniqueísmo, para nada. No quería hablar de buenos y malos, todos hicieron guerra sucia. Las cosas no son como generalmente las cuentan y siempre se han obviado detalles.
¿Siempre pensó que quería hacer un thriller?
Sí. Cuando pienso en escribir un thriller, siempre me imagino un principio y un final. Tengo que tener una idea que se pueda explicar de manera sencilla: unos de ETA van a concursar al Un, dos, tres. Se me ocurrió de repente, mientras estaba de pie en la sala de casa. Esa es la idea, pero luego la novela te acaba llevando cuando escribes y es el momento que más disfruto. Por ejemplo, cuando haces cosas que no pensabas hacer, como crear un personaje y que este adquiera vida propia y te lleve para un lado y para otro.
¿Cuál es su personaje favorito de ‘Patria, la buena’?
La inspectora Luisa Álvarez. Quería tener un personaje que, de alguna manera, se acercase a Hernani. Lo creé y, al final, fue cogiendo fuerza. Al final he creado dobles parejas de personajes que tienen su propia trama y que, tarde o temprano, tienen que juntarse.
Las comparaciones son odiosas pero me han venido a la cabeza dos referencias mientras leía la novela. Una sería ‘Los millones’, de Santiago Lorenzo, una ficción sobre un miembro del Grapo al que le toca la lotería y que no puede cobrarla porque no tiene DNI. Y la otra sería ‘Crónica de una mente peligrosa’, la primera película que dirigió George Clooney, sobre un agente de la CIA que ejerce de productor un ‘dating-show’. ¿Las conoce?
Sí, las conozco. La de George Clooney la tengo vista pero hace mucho. Lo de Los millones también lo pensé, pero no era la idea de Patria, la buena. Aunque reconozco que tiene un toque lorencesco y tragicómico.
¿Ha visto ‘La infiltrada’?
La vi por curiosidad. Ahí sí que se hace maniqueísmo y se exagera. ¿Era necesario que a Diego Anido, que hace del miembro de ETA Sergio Polo, se le retratase como el personaje que hace en As bestas? Me parece que se pasan. Ojo, que igual era así, pero creo que era una manera de intentar caricaturizar al malo como un villano extremo. ¡Hasta quiere matar al gato! (ríe).
Es una caricatura tal que, quizá, quiebra la suspensión de la verosimilitud en el espectador.
Claro. No hace falta llegar ahí. Solo el hecho de plantear que está matando ya te da para un debate profundo.
Es la primera vez que trabaja con Autsaider División Sesuda.
Yo estoy suscrito al TMEO y una vez que fui a una fiesta que organizaron por un aniversario y conocí a Eduardo Bravo y ATA, que son editores de Autsaider. Pensaba que al provenir de ese entorno serían mucho más desenfadados pero es gente sería y supertrabajadora. Estoy muy contento con el trato y con el feedback continuo. Ellos son autores y eso se nota mucho. Cuando trabajamos temas de correcciones, han hecho sugerencias pero la última palabra siempre la he tenido yo.
Antes comentaba que suele partir de ideas fáciles de explicar, pero, ¿cómo se vende el libro a una editorial diciendo que es un thriller sobre una persona que se mete en ETA y va a concursar al ‘Un, dos tres’?
(Ríe). No me gusta que me hagan perder el tiempo. No me gusta que nadie mate mis ideas. Si yo estoy convencido de algo que he escrito pero veo que no hay interés, me lo autoedito, me hago una crowdfunding o lo que sea. En este caso, y por primera vez, seleccioné una serie de editoriales y preparé un dossier. Lo envíe con un tercio de la novela. No quería que estuviese terminada y que luego me hiciesen cambiar un montón de cosas o casi empezar de cero. Un par de editoriales se interesaron, entre ellas, Autsaider. Pensaba que no les iba a gustar pero les encantó y me pidieron que la enviase terminada. Al tiempo me preguntaron a ver si el libro tenía alguna otra novia. Y sí que había otra editorial interesada, pero decidí ir con Autsaider porque tienes que ir con quien te quiera de verdad. En Autsaider publican las cosas que les gustan de verdad, no es como otras que, pueden ser más grandes, pero no dejas de ser un número más para ellos y te publican para ir copando librerías con lo que sea. Hacer un libro es algo especial y tiene que ser bonito.
Se podría decir que ETA está de moda en la ficción. ¿Fantasea con que ‘Patria, la buena’ acabe trasladándose al audiovisual?
¡Claro que me la imagino! Eso sí que me fascinaría (ríe). Tengo un amigo que vive en Praga, es director de cine, pero ahora se dedica a vender productos para hacer series y demás. Le dije que cuando publicase la novela teníamos que tocar puertas, por probar. No vamos a perder nada. Yo le dije que lo veía como una película, pero él me dijo que no, que Patria, la buena da más para una serie. Ya sé que no va a resultar, pero no pasa nada por tocar puertas, no tienes nada que perder. Pero claro que me encantaría.