Mississippi Queen & The Wet Dogs se encuentra de celebración por dos motivos. Por un lado, hoy mismo se cumplen diez años desde que salieron a la carretera y, por otro, hace un par de meses que publicaron su segundo disco, Phoenix, con el que entraron al top de la revista especializada Ruta 66. Inés Eleuteria, también corista de los veteranos Travellin’ Brothers, promete un directo de calidad con el que el público “comulgará”

¿Van a renacer como el ‘Phoenix’ con el que han bautizado su segundo trabajo? 

La palabra proviene de la segunda canción, Get back up, en la que canto que soy un fénix y que, aunque me caiga, volveré a resurgir. El fénix que da nombre al disco viene, por un lado, de esa voluntad de resurgir y, por otro lado, refleja el haber cerrado un ciclo y una etapa, el haber prendido fuego a muchos elementos de nuestra vida anterior, tanto lo en lo personal como en lo musical, en algunos aspectos. No pretende reflejar que la banda ahora vaya a ser mejor.

¿Qué quiere decir? 

La metáfora de la metamorfosis de la oruga que se convierte en mariposa implica una mejora, pero en el caso de la del fénix es que se cierra un ciclo, se prende fuego a lo que ya no nos sirve y se empieza otro ciclo que ya se verá si es mejor, peor o diferente...

Si bien no sabemos cómo será, ¿hacia dónde se dirige el nuevo ciclo?

El fénix responde a una cuestión personal. Yo soy quien escribe las letras y estas reflejan varios cambios importantes en mi vida, a nivel personal y profesional, que tenían que suceder para que pudiese emprender una nueva etapa. A nivel de la banda, con este nuevo comienzo que supone el nuevo disco, hemos ampliado el abanico de estilos. Seguimos trabajando una amalgama de estilos dentro de la música negra como son el soul, el funk o el gospel, pero hemos añadido sonidos más blancos como el rock sureño. En ese nuevo comienzo hay eso y también creo que estamos enseñando una versión más madura de la banda, con menos pájaros en la cabeza, aunque hayamos elegido un pájaro como emblema (ríe).

Es su segundo trabajo y lo publican en el décimo aniversario de la banda. 

Hoy se cumplen diez años desde la primera vez que nos subimos a un escenario. En este tiempo hemos hecho muchísimas cosas con las que no soñábamos. No fue un proyecto que nació pensando que la íbamos a petar. Nació como un dúo acústico para tocar versiones en bares y ha tenido un crecimiento muy orgánico. Nos han pasado muchas cosas que no sabíamos que nos iban a pasar como girar por la península o actuar en festivales. Phoenix ha estado situado en el top de la revista Ruta 66. 

Entonces, hacen buen balance. 

Hemos hecho cosas bien y hemos hecho cosas mal, porque las cosas son así. Pero seguimos aquí, juntos y con ilusión. 

Después de diez años y en este nuevo ciclo, ¿planean meterle más caña a la banda?

Ahora mismo, no creo que sea el momento de añadir más intensidad en cuanto a conciertos. Tengo dos hijos pequeños y no me apetece perderme estos momentos. Hay bandas que la petan en un momento, pero hay otras que, aunque están en un segundo plano, te acompañan y tú las acompañas a ellas en su recorrido. Yo aspiro a eso, a mantener un nivel musical de calidad y a hacer conciertos en los que el público sienta que ha tenido una experiencia significativa, que se lo haya pasado bien, que haya percibido la belleza del concierto, que haya conectado con la banda. Aspiro a eso, a que el público comulgue con la banda en nuestros conciertos. Que esos conciertos sean muchos o pocos, me importa un poco menos.

¿Y qué me dice del éxito?

He visto al éxito destruir bandas desde dentro. Es algo que a nivel personal no puedo afrontar y, por eso, prefiero quedarnos en un segundo plano, pero haciendo música y directos de calidad y hechos con cariño.

¿Es eso lo que esperaremos en el BeClub?

Lo que se puede esperar es una experiencia de conexión y de diálogo. Suelo dirigirme mucho al público y suelo explicar lo que hay detrás de las canciones. Habrá mucho ritmo, tocaremos canciones con un buen groove, y también otras muy emotivas con vivencias comunes a todos.

‘Phoenix’ arranca con ‘Welcome home’, una invitación a entrar al disco.

Es eso, aunque no fue nada buscado cuando compusimos las canciones de forma individual. Pero a la hora de abordar el disco, el orden de las canciones y cómo debía sonar, mi compañero Aitor Zorriketa propuso que Welcome home fuese la primera, dando la bienvenida al disco. Han pasado casi seis años desde la publicación de nuestro primer trabajo y la canción era una manera de abrir la puerta a un viejo amigo que hace tiempo que no ves y al que vas a contar todo lo que ha pasado, dando pie al resto del disco.

El álbum, en cambio, se cierra con ‘Song for Sílvia’, que es su hija.

Es una nana que le fui cantando cuando la dormía de bebé, la compuse de esta manera. Me pareció bonito cerrar el disco con ese tema.

También es corista de los Travellin’ Brothers. ¿Consigue encontrar un equilibrio entre lo personal y la música?

En general no suele coincidir que tenga concierto con las dos formaciones. Cuando ocurre suelo tener una sustituta estupendísima. Por lo demás, son dos proyectos que conviven muy bien y que se retroalimentan.

Usted comenzó en la música desde pequeñita.

Sí, pero como una afición. Obtuve el Grado Medio en el Conservatorio con la especialidad de piano. Lo de cantar siempre me había gustado, pero nunca me lo planteé. A partir de los 20 es cuando comencé a coger el micrófono.

Su tesis doctoral, en cambio, no tiene nada que ver con la música

Soy doctora en Lingüística y mi especialidad es el estudio de la autotraducción en literatura.

Quizá por ello se le dé bien escribir.

(Ríe) Las letras se me dan bien. Mis padres, en cambio, son científicos y ambos han sido catedráticos de la UPV/EHU de Bioquímica y Biofísica. Soy la oveja negra.