El Bellas Artes de Bilbao pone cara a cara a Chillida con el pintor Ortega Muñoz
El escultor donostiarra cierra el ciclo BBKateak, iniciativa que arrancó hace dos años con este mismo artista
En el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, institución a la que el escultor donostiarra estaba muy ligado, ha querido que él fuera protagonista del punto y final de BBKateak, un programa que también se encargó de abrir hace ahora dos años.
Alberto Durero
Entonces, lo hizo en una muestra en la que se vinculó su obra con la de Alberto Durero, maestro alemán del grabadonacido en 1471 y uno de los artistas más reconocidos del Renacimiento germano. Ahora, Chillida baja el telón del ciclo expositivo del museo bilbaino en un nuevo cara a cara con otro creador con el que, aparentemente, tiene poco que ver: el extremeño Godofredo Ortega Muñoz.
La exposición que pone en paralelo a estos dos destacados artistas del siglo XX permanecerá abierta hasta el próximo 30 de septiembre. Reúne doce obras de Chillida, de las que siete son esculturas realizadas en diferentes materiales como terracota, alabastro, acero, piedra y madera, y las otras cinco cinco trabajos sobre papel. Por su parte, Ortega Muñoz presenta nueve pinturas.
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Javier González de Durana, comisario de la muestra, ha seleccionado cuidadosamente las piezas de modo que, además de reflejar las diferencias más que evidentes entre ambos autores, proyecten también ciertos puntos de encuentro.
Modo de expresión
“Las suyas son obras artísticas de muy distinta naturaleza”, constataba en la presentación de ayer González de Durana. Destacó que son artistas de diferentes generaciones –Chillida nació en 1924 y Ortega Muñoz 25 años antes, en 1899– y venidos al mundo en contextos sociales y geográficos casi opuestos: “Chillida, nacido en la cosmopolita Donostia, en un País Vasco industrializado y Ortega Muñoz, en un pueblo mediano de la dehesa de Extremadura (San Vicente de Alcántara, en Badajoz)”. Mientras que el guipuzcoano se decantó por un lenguaje abstracto, fundamentalmente a través de la escultura, el pacense lo hizo por un estilo figurativo y muy enfocado al paisajismo, con la pintura como modo de expresión.
Sin embargo, entiende González de Durana que “en una parte de sus trabajos compartieron ideas y objetivos artísticos, pero cada uno los alcanzaba con los recursos técnicos y expresivos que dominaba, que eran distintos. Los resultados visuales en definitiva se presentan muy diferenciados, pero el aliento creativo, la idea motora que les había impulsado de inicio era similar”. El comisario cree que a día de hoy “se puede reconocer con miradadesprejuiciada la existencia de un fondo común de modernidad, unos mismos anhelos que alcanzaron mediante soluciones formales y compositivas de sorprendente cercanía”.
“Composición estructural de las obras”
Apunta hacia similitudes en la “composición estructural de las obras”, que se articulan en torno a líneas, bloques y masas. “Los paisajes que pinta uno (Ortega Muñoz) es como si los cartografiara el otro (Chillida) con una mirada cenital”, describió en la presentación que tuvo lugar ayer.
Chillida y Ortega coincidieron varias veces a lo largo de sus trayectorias artísticas, como en la Bienal de Venecia de 1958 o en 1962, como miembros del jurado del concurso para la adjudicación del retablo de la Basílica de Arantzazu. No obstante, según González de Durana, “no hubo influenciamutua” y los que se ven en la exposición “no son puntos de contactos patentes, sino latentes”. “No los encontramos en lo evidente, sino en el trasfondo”, expuso.
Luis Chillida, presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, remarcó que, además del centenario del nacimiento de su padre, este 2024 se cumplen 125 del de Godofredo Ortega Muñoz. También echó la memoria atrás, recordando que “de pequeño, el Museo de Bellas Artes de Bilbao” era como su “segunda casa”.
Honestidad
Esa relación estrecha de Chillida con “su museo” la puso en valor también su director, Miguel Zugaza, quien definió la exposición conjunta con Ortega Muñoz como “un poemario escrito por Javier González de Durana” en el que se muestra “el camino que toma” el trabajo de ambos artistas para llegar al mismo lugar: la más ejemplar honestidad”.
A la presentación de la exposición también acudió el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, que agradeció a Zugaza y a su equipo el mantener el Museo de Bellas Artes abierto mientras se desarrollan en el exterior las obras de remodelación. Por otro lado, calificó como “broche de oro” esta exposición de Chillida y Muñoz Ortega que cierra la iniciativa BBKateak, que con 64 encuentros entre 110 artistas de diferentes épocas ha vertebrado durante los dos últimos años la actividad en las 21 salas del edificio antiguo del museo.