"Los clásicos permanecen siendo clásicos porque cada nueva generación los hace suyos y, por eso, pensamos celebrar el centenario de Eduardo Chillida identificando nuevas miradas a su obra". Con estas palabras ha inaugurado este jueves la directora cultural de Tabakalera, Clara Montero, la exposición Topalekuak, que reúne las creaciones de siete artistas contemporáneos junto con varias piezas del escultor donostiarra cedidas por el Museo Chillida Leku.

La comisaria e investigadora Soledad Gutiérrez invitó a creadores de diferentes disciplinas -Elena Aiztkoa, Josu Bilbao, Laia Estruch, Sheroanawe Hakihiiwe, Bea Ortega y Leto Ybarra, Christian Salablanca y Marianna Simnett- para que se sumergieran en la obra artística de Chillida. "El punto de partida fueron los propios escritos de Chillida y algunos dibujos que realizó sobre la naturaleza y, a partir de ahí, comenzaron una reflexión personal", ha agregado Montero.

Para ello, el museo dedicado el artista guipuzcoano ha abierto sus puertas a los artistas, lo que les ha permitido sumergirse en su obra, en sus escritos y en su archivo. "Hemos buscado conectar el legado de Chillida con las nuevas generaciones. Han podido estar en contacto directo con su trabajo", ha explicado Mireia Massagué, directora de Chillida Leku, que ha recordado que el título de la muestra dialoga con la serie Lugar de encuentros, realizada por el escultor entre 1964 y 1974 partiendo de la arquitectura de los antiguos lavaderos, otrora espacios en torno a los que la gente se reunía.

Diferentes disciplinas

Fruto de esta experiencia con la obra de Chillida, cada uno de los artistas invitados ha desarrollado diferentes creaciones. Así, Josu Bilbao ha desarrollado el conjunto de elementos escultóricos asàska, unos volúmenes vaciados de prendas de ropa que funcionan como cuerpos. "He buscado una relación espacial con la obra de Chillida", ha asegurado el propio artista sobre un trabajo que busca explorar los fenómenos fonéticos-acústicos del habla como el acento y la entonación, llevándolo a lo escultórico.

Beatriz Ortega y Leto Ybarra, conocidas artísticamente como Juf, han creado, por su parte, la instalación Sokasalto, una comba motorizada que, al tocar el suelo, traduce los signos de puntuación del ritmo. "Metemos el cuerpo en el lenguaje a través de ella y lo completamos con una serie de dibujos que han sido el punto de partida del proyecto que seguimos haciendo", han contado.

La alavesa Elena Aitzkoa ha presentado una serie de "esculturas en río" que pueden ser observadas por ambos lados y que tratan de conversar con el propio espacio y la luz. Para ello, las piezas integran elementos naturales a partir del lavadero de Apodaka, su localidad natal. "Son como dos orillas marcadas por la búsqueda de la imagen en el reflejo", ha agregado sobre la instalación de mayor tamaño de la exposición.

El costarricense Christian Salablanca desconocía la obra de Chillida, por lo que ha tenido que llevar a cabo un proceso de inmersión muy grande. "Solo tenía la fotocopia de su trabajo, por lo que tuve que entrar en su archivo y en el de Soinuenea para investigar bien", ha asegurado. El resultado de ello es una serie de piezas a partir de instrumentos musicales que unen las tradiciones sonoras de Euskadi y Centroamérica y que dan forma, a su vez, a objetos escultóricos en forma de plantas comestibles.

Por último, la catalana Laia Estruch ha recuperado para la muestra Sibina, unos viejos bebederos de animales que activa a través de la performance con el objetivo de mostrar el tránsito desde lo terrenal hasta lo acuático.

Un Chillida con elementos más orgánicos

La exposición Topalekuak se complementa, además, con una serie de dibujos realizados por la artista venezolana Sheroanawe Hakihiiwe con los que rescata la memoria oral y las tradiciones ancestrales de su pueblo amazónico; una instalación audiovisual de Marianna Simnett, en la que presenta una Athenea contemporánea atrapada en un bosque azul tecnicolor; y varias obras de Chillida como Maqueta para Homenaje a Hokusai, en los que reflexiona sobre el potencial transformador de la escultura en el espacio, y varios dibujos vegetales que realizó en su deseo de explorar la naturaleza mediante la observación. "Son obras en las que se ve a un Chillida que busca un lugar con los elementos más orgánicos", ha asegurado al respecto la directora cultural de Tabakalera.

La exposición permanecerá abierta hasta el 6 de octubre y contará, asimismo, con un amplio programa de actividades que incluye visitas guiadas, un taller de arte en familia, un curso de acercamiento al arte contemporáneo y varias intervenciones artísticas.