Uno de los objetivos de las bibliotecas públicas es garantizar la posibilidad de que todas las personas tengan la posibilidad de acceder, en igualdad de oportunidades, a la cultura, la información y el conocimiento. En este sentido, Donostia Kultura, mediante su red de bibliotecas públicas en la capital guipuzcoana –un total de 17 centros–, ha dado un paso más y ha puesto en marcha el servicio de préstamo a domicilio.

Se trata de una iniciativa impulsada junto a Helduen Hitza –una asociación sin ánimo de lucro para mayores de 55 años– y está dirigida a personas que, por razones de salud o movilidad, tengan dificultades para acudir a las bibliotecas. Son tres los centros que ofrecen este servicio –la Biblioteca Central, situada en Alderdi Eder; Ernest Lluch, en el estadio de Anoeta; y Okendo, en Gros–. Las personas interesadas pueden solicitarlo poniéndose en contacto con estas bibliotecas y son los voluntarios de la asociación Helduen Hitza los que llevan los libros al domicilio. También se pueden pedir CDs, DVDs, videojuegos y revistas. El único requisito es ser socio o socia de la red de bibliotecas y el plazo de préstamo es de 21 días, que se puede renovar a través de la web katalogoa.donostiakultura.eus o por vía telefónica.

Arantxa Arzamendi, de Helduen Hitza, es la coordinadora del proyecto: “He trabajado en bibliotecas y es algo en lo que empecé a pensar a raíz del confinamiento. Nos dimos cuenta de que había gente mayor que solía venir a la biblioteca y que había perdido ese hábito. Hay que tener en cuenta que son personas ya de cierta edad, que pueden tener dificultades para moverse, los libros pesan, te entra la pereza… No es tanto buscar lectores nuevos, porque estas personas ya leen y les gusta hacerlo en papel, sino ofrecerles la posibilidad de que, si no pueden ir, se les lleven los libros a su hogar”.

Lógicamente, el servicio está pensado más en personas mayores, pero puede haber otro perfil de usuarios: “También puede haber gente joven que tenga dificultades para moverse, o personas que estén recuperándose de una operación, por ejemplo. Solo hay que solicitar el servicio”.

Son los voluntarios de Helduen Hitza los que llevan los libros a cada casa porque el servicio “no es abordable con el personal de la biblioteca”. “Nosotros somos mediadores”, comenta Arzamendi: “Cogemos y llevamos los libros, y luego los devolvemos. Somos un equipo de personas que nos vamos repartiendo y hacemos un servicio a la semana”.

"Los usuarios están encantados, ese momento de llevar los libros también supone un rato de charla”

Arantxa Arzamendi - Coordinadora del proyecto

La acogida, aunque aún tímida porque acaba de echar a andar y falta hacer “una mayor labor de difusión”, es buena, porque “los usuarios están encantados, te lo agradecen mucho y ese momento de llevar los libros también supone un rato de charla, que también es importante para personas que pueden vivir solas”. “También hay personas que todavía acuden a la biblioteca pero se han dado de alta por si acaso”, añade.

Fabián Rodríguez: “Un servicio fantástico”

Fabián Rodríguez, de 76 años, es uno de los usuarios de este nuevo servicio de las bibliotecas de Donostia. Ha sido usuario habitual de estos centros, sobre todo “el de Alderdi Eder”, aunque también ha solido acudir a “Ernest Lluch y Okendo si había algún ejemplar interesante”. Ahora sale poco de casa: “Tengo bastantes dificultades de desplazamiento y problemas de estabilidad, así que me desplazo con muleta o andador. Me resulta dificultoso estar de pie. Las últimas gestiones en la biblioteca las hice sentado. Por cierto que siempre he atienden con una amabilidad absoluta”

“Me interesaba un libro, lo solicité y me lo trajeron casa”, comenta respecto a su primer pedido –el libro con el que posa para la fotografía que acompaña este reportaje (En trineo con Napoleón)–: “Que te traigan el libro a casa no tiene precio, me parece un avance total, es un servicio fantástico”.

Fabián, coruñés de nacimiento, es un gran lector de “novela histórica”: “Hay muy buenos libros de historia. Me interesa especialmente la Revolución Francesa y tengo ya dos pedidos hechos de ejemplares sobre la figura de Napoleón”. También lee cómic, ya que durante unos años se dedicó profesionalmente a “hacer dibujos de cómics”.

Fabián se esfuerza por salir de casa a hacer gestiones, y no descarta volver a la biblioteca a coger o dejar algún libro, pero insiste en que para personas como él la entrega de ejemplares a domicilio es “un servicio que se agradece, y también puede ser un buen rato de charla sobre lectura”.

Mercedes Eguren: “Era asidua de las bibliotecas”

Mercedes Eguren, nacida hace 84 años en Soraluze y residente en Amara, ha sido siempre “una gran lectora, desde pequeñita”: “Me lo inculcó mi madre. Todavía tengo el libro Mujercitas que me regaló cuando era una niña, con el forro de entonces”. Una anécdota revela su pasión por leer: “Cuando vivía en Soraluze, al lado de casa teníamos una especie de anexo. Puse ahí una biblioteca pequeña y prestaba libros a mis amigas. Les cobraba un céntimo o así. Era la época de la posguerra, imagínate”.

“Leo mucho”, continúa contando: “Todos los meses me compro algún libro y también soy asidua de las bibliotecas, me conocen mucho, sobre todo en Ernest Lluch. Me gusta tener siempre dos o tres libros a mano”. Estas visitas a las bibliotecas ya no pueden ser tan frecuentes porque Mercedes tiene un cáncer de pulmón: “Salgo, aunque estoy un poco limitada. Hay épocas en las que tengo que estar varios días en casa descansando”.

De ahí que solicitara el servicio de libros a domicilio: “Estoy encantada, en la biblioteca son muy amables. Por ejemplo, alguna vez que no he devuelto un libro porque estoy ingresada, se han portado de maravilla. Cojo cuatro o cinco libros al mes”.

Su género preferido es el policiaco: “Antes leía de todo, pero llegas a una edad en la que quieres algo que te entretenga. Historia y política he leído bastante, pero ya no me satisface mucho, ahora leo ficción y novela negra. Leo mucho y veo poco la televisión: Saber y ganar y las noticias, porque me gusta estar enterada de la actualidad, aunque no sé si merece la pena…”, reflexiona.

Entre su autoras preferidas, cita a Almudena Grandes e Isabel Allende, “por lo bien que escriben”. Y lanza un alegato a favor de la lectura: “Me da pena que haya bastante gente, sobre todo personas jóvenes, que no leen. En mi familia hemos sido muy lectores. Yo me veo bastante lúcida a mis 84 años, igual es gracias a la lectura”.

Juan Miguel Irigaray: “Iba a tertulias y charlas”

Juan Miguel Irigaray ya ha solicitado “varias veces” el servicio de libros a domicilio: “Cuando ando, tengo dolores en una pierna. Debe ser algo vascular. Tengo cita en el médico, a ver si lo soluciono. Ando un rato, pero me tengo que parar”.

Este pamplonés de nacimiento lleva “muchos años acudiendo a la biblioteca a coger libros y también a charlas y tertulias literarias”, algo que ahora ya no puede hacer: “Ya me conocen, siempre he sido usuario. Leo sobre todo en castellano, todo tipo de géneros salvo quizás el policiaco, que no me dice mucho, y de vez en cuando leo en euskera, porque fue mi primera lengua y no quiero perderla”.

Juan Miguel está encantado con el servicio, que le recomendó “Maite, una bibliotecaria de Ernest Lluch”: “Intento ir a la biblioteca, pero a veces me cuesta y esto me viene bien porque puedo seguir leyendo”.