Desde la publicación de su EP ¡Viva Suecia! en 2014, la banda murciana compuesta por Rafa Val (voz, guitarra), Alberto Cantúa (guitarra, coros), Jess Fabric (bajo, coros), Fernando Campillo (batería) ha gozado de un ascenso meteórico que, abruptamente, se vio frustrado por la pandemia. Ahora, con la publicación de El amor de la clase que sea, se han quitado la espina, al lograr el primer puesto entre lo más escuchado.

‘El amor de la clase que sea’ es un álbum bastante luminoso. 

Sí. Teníamos ganas de empezar ya con el milagro, reflejar en las canciones aquello que realmente sentimos. Está muy bien tener una banda de canciones tristes, pero cuando no estás triste, es muy complicado (ríe). 

Pero el disco fue respuesta al confinamiento.

Es cierto que El amor de la clase que sea se compuso en una época un tanto complicada, en pleno covid, aunque veíamos las cosas con mucho optimismo. Fue la primera vez en nuestra carrera que realmente nos pudimos dedicar a componer sin estar haciendo nada más, ni giras y sin estar compaginándolo con nuestros anteriores trabajos. Aunque alredeor el mundo se estaba viniendo abajo para nosotros era maravilloso y puede ser que sea una de las razones por las que por la que transmita que es un disco luminoso; realmente lo es porque nos sentíamos así. 

Durante la pandemia muchos artistas se volcaron en la creación.

Fue un poco complejo, teníamos esa especie de presión de que todos los artistas estaban creando y estaban haciendo algo. Parecía que el mundo necesitaba que nosotros mostrásemos algo desde nuestras casas, porque estábamos aquí para entretener. Al principio creo que fue un poco más ficticio y no fue realmente tan fructífero, como sí lo pudo ser después. Tras vivirlo todo es cuando realmente llegaron las buenas canciones y te llevan los sentimientos de lo que has vivido, no mientras lo estás viviendo.

Muchos artistas tiraron la toalla.

Nos sentimos muy afortunados por cómo vivimos esta etapa. La mayoría de artistas lo pasaron y lo siguen pasando realmente mal. La cultura y el arte son las grandes abandonadas cuando las cosas se ponen difíciles. A la hora de tener que volver hay muchos artistas que se han quedado por el camino, que no han podido remontar; han cambiado muchísimo las cosas. No todo es tan fácil y tan bonito como parece.

Volviendo al título del disco, ¿qué clase de amor reivindican?

Precisamente todos y cada uno de los amores que cada uno pueda pueda tener por alguien o por lo que sea, por una mascota, por tu familia por tu pareja, por tres personas a la vez... El amor no debería tener ningún límite, porque el amor es simplemente amor y digo, simplemente, porque, a veces, ni siquiera uno es consciente de porque lo siente.

El disco empieza con un tema que se titula ‘El bien’ y que transmite musicalidad de los 80.

Puede que sí. Ha sido la primera vez en la que hemos compuesto de una manera tan libre. Probablemente, esta canción hace cinco años no la hubiésemos dejado así, la hubiésemos cambiado por otro tipo de sonido. Somos bastante eclécticos y escuchamos muchísima música y hasta este momento no nos atrevíamos a sonar así, sin prejuicios y sonando como queríamos sonar.

¿Quieren seguir por ese camino de libertad?

Sí. No te puedo decir al cien por cien que sea el camino musical que vamos a seguir, porque es imposible saberlo, pero una vez rebasada esta barrera en la que hemos decidido sonar de cualquier manera, ¿por qué no hacer una cumbia si nos apetece? Ojalá nos apetezca, seamos capaces de componerla y nos encantará sentirnos libres como para hacerla. En esa parte de hacer lo que te da la gana es donde realmente está el arte. Es muy importante que el artista sepa comunicar a su público.

Viva Suecia lleva una trayectoria ascendente desde sus inicios. Con este último disco también han logrado ser números uno. ¿Cómo viven todos estos hitos?

No celebramos nunca nada. Lo vivimos con alegría pero te tienes que poner a otra cosa porque no puedes dejar de trabajar o, al menos, nosotros no dejamos de trabajar. Tenemos la sensación de que van pasando muchas cosas, pero no las disfrutamos, ni la saboreamos. Para nosotros lo importante, el mayor regalo y lo que realmente disfrutamos es subirnos cada día al escenario y ver que hay gente abajo cantando las canciones. 

Cierran el disco con ‘Gracias’ que tiene, probablemente, la frase menos luminosa del disco: “Conocí el abismo/El año que aspirábamos a más”.

Es cierto que intentamos que las letras no sean demasiado directas pero sí que es cierto que es inevitable. Está claro lo que significa. Vivimos en primera persona algo muy duro, cuando parecía que Viva Suecia iba a dar un salto importante. Tras publicar El milagro (2019), en un momento en el que decidimos dejar nuestros trabajos porque era imposible compaginarlos con la música y además cambiamos de sello, llegó la pandemia, no terminamos la gira y no nos dio tiempo a dar el salto. No sabíamos lo que iba a pasar y caímos en un abismo. Finalmente, salimos pronto y muy airosos del agujero.

Actuarán este sábado en el Jazzaldia, en el Escenario Keler de la Zurriola. ¿Qué puede esperar el público?

Salimos a cada concierto como si fuese el único que vamos a dar. Tenemos un repertorio al que nos amoldamos, pero cada concierto es diferente porque cada energía del público lo es. Todo el mundo dice que el escenario de la playa de la Zurriola es maravilloso. A nosotros el norte nos ha tratado muy bien, hemos tocado mucho allí. En Irun, en el Antzoki de Bilbao y siempre que hemos tocado en Donostia también ha sido muy especial, es un sitio es precioso, lo notas cuando llegas a un sitio así: tocas de una manera especial.