Donostia-San Sebastián siempre ha sido una ciudad de moda, una ciudad escenario de moda, sobre todo desde que Isabel II decidió tomar baños de mar para su oronda figura. Junto a ella, comenzaron a desfilar por la ciudad toda clase de políticos, industriales, intelectuales, y artistas que convirtieron al Boulevard de la ciudad, al Gran Kursaal, al Palacio Real, y a sus alrededores, en la pasarela regia y en el espacio de encuentros de toda clase de gentes y de nobles de alta y de baja alcurnia. Y comenzó la feria de las vanidades y el desfile de modelos y tocados tanto de varones como de féminas. Se cruzaron las firmas de Balenciaga, las de Dior y Coco Chanel, las de los Cortés y los Lafuente, y la de toda una suerte de talleres de ropa y sastrería al servicio de una nueva clientela. Por cierto, ¿sólo las clases altas marcan y reflejan las tendencias de una época, o también las medias y las bajas representan el espíritu global de la misma?

En este caso, la comisaria Miren Arzalluz ha seleccionado de la Fototeka Kutxa, compuesta por los fondos Photo Carte y Foto Marín, un buen número de fotografías de este importante fondo representativas de la “high society” que frecuentaba la ciudad en las primeras décadas del siglo XX, con hermosas fotos en blanco y negro de Ricardo Martín y Pascual Marín, en varias secciones: Modistas y Sastres, Escenas de playa, Escenas urbanas, Desfile y espectáculo, Deportes de élite, y Vida social de las décadas 20 y 30.

En la mayoría de las fotografías las/los modelos aparecen en poses y posturas frontales y laterales como tratando de ocupar el ojo central del fotógrafo. Algunas imágenes concuerdan con los repertorios iconográficos de Sorolla que también frecuentaba y plasmaba la ciudad y sus gentes en estas décadas. La moda y la elegancia en el vestir lo ocupaba todo, todos los espacios de la vida social y lúdica. Trajes sastre de colores claros, faldas largas, lisas y plisadas, decoradas con encajes y bordados, blusas ligeras y sombreros de paja, zapatos de tacón y de cuero, y guantes de encaje eran los repertorios de los elegantes de la época. La ropa se fue estilizando y los tejidos de punto hicieron su irrupción en el mercado, favoreciendo la elasticidad y el movimiento. El cuerpo y sus formas fueron emergiendo poco a poco y el maillot se impuso como prenda de baño en hombres y en mujeres. París y Londres abrieron sus casas y sus productos tanto en Biarritz como en Donostia. Funcionalidad y sobria elegancia pronto se impusieron a los clientes de la ciudad y de la costa con la moda sport, inicio de la vida moderna.

Los fotógrafos documentalistas y retratistas Ricardo Martín y Pascual Marín realizaron una fotografía en blanco y negro de gran calidad que se vio también plasmada en revistas y periódicos del estado español entre las que queremos destacar algunas de ellas por sus especiales características: los posados de playa y cafetería, las escenas de carreras de caballos, tiro de pichón, y carreras de caballos de Martín, así como los retratos de aviadores, nadadores, realeza y políticos, al igual que algunos retratos de boda de Marín.