Mañana viernes se subirán al escenario de la sala Imanol Larzabal, en la casa de cultura de Lugaritz, para presentar ‘Eup!’, el álbum que publicaron en 2021. 

Efectivamente. Hace doce meses que editamos Eup!, nuestro sexto disco.

Es, por lo tanto, su primer aniversario. 

(Ríe) Así es. Es un disco con el que hicimos una serie de presentaciones entre noviembre y diciembre de 2021, pero este año, debido a los proyectos personales de cada uno, no hemos podido juntarnos. El de Lugaritz será la continuación de aquello y también la celebración de Eup!.

¿Habrá sitio para canciones de discos previos?

Vamos a hacer un repaso amplio de Eup!, y mezclaremos estos con temas anteriores. Al ser el sexto disco, ya contamos con un repertorio considerable y algunos temas se vuelven referenciales en los conciertos. Los mantenemos en el repertorio para no olvidar de dónde venimos.

¿Qué es lo que ve cuando mira hacia atrás?

Veo que hemos hecho una trayectoria que me hubiese gustado hacer. Eso me alegra mucho. Haberla podido realizar es muy satisfactorio; desde el principio tuve claros el concepto y la compañía para el proyecto de Elkano Browning Cream: Franck Mantegari al piano desde París y Matt Harding a la guitarra desde EEUU, antes de ser sustituido por Dave Wilkins, desde Inglaterra. Era una compañía muy rica en el aspecto musical y personal. Es gente con una gran pasión por la vida y por el arte y con diferentes influencias al pertenecer a otras culturas. Para mí, partiendo desde Donostia, tener la oportunidad de mezclarme es un privilegio. Tanto ellos como yo sentíamos que debíamos cuidar este proyecto. Tenemos un microclima multicultural en el que convergemos en muchos aspectos de nuestra concepción de la música y de la vida, que posibilita nuestra trayectoria que, en cuanto actividad no es muy intensiva, pero que siempre la mantenemos viva.

Esa multiculturalidad y esas influencias distintas, son parte de los diferentes estilos que se destilan tanto en ‘Eup!’ como en anteriores trabajos.

Sí. Desde el principio supimos que queríamos incorporar a nuestro lenguaje musical estilos sin ningún tipo de prejuicio. Aunque partamos del formato del trío del órgano Hammond, batería y guitarra, que ya se comenzó a usar en la década de los 50 del siglo pasado, queríamos mantener un sello propio sin caer en la tentación de reinterpretar estilos que ya se trabajaron entre los 50 y los 70 del siglo XX. Hemos buscado incorporar todos los elementos que nos gustan como el jazz o el blues. Mantegari, por ejemplo, ha trabajado con muchos artistas africanos en Francia, ha girado muchísimo en África y el trae al grupo todo ese bagaje. Dave Wilkinson, por su parte, ha tocado mucho jazz y groove, pero también le gusta mucho el metal y la psicodelia. Al juntarnos intentamos jugar con todos esos elementos y adaptarlos a nuestro sello.

En ‘Bor Bor’, su anterior disco, apostaron por el jazz y la psicodelia.

Ahí sí que seguimos una línea más homogénea, con sonidos más crudos con una interpretación más energética. 

En ‘Eup!’, en cambio, han retornado a algo más abierto.

En Eup! hemos vuelto a mezclar todos estos elementos de blues, ritmos africanos e, incluso, hay una samba que versioneamos del pianista sudafricano Abdullah Ibrahim. Nos gusta que los discos sean muy variados. Pensamos que el sonido se unifica mediante la interpretación de la banda. No nos ceñimos a un estilo, queremos que sea variado y que la escucha de un disco, de principio a fin, sea un trayecto con diferentes esquinas y paisajes.

¿Siguen dándole importancia a la improvisación?

Efectivamente. A la hora de grabar también intentamos hacerlo con tomas directas. De esa manera plasmamos mejor el espíritu de la música que queremos hacer. No buscamos la perfección, sino el alma; huimos de lo aséptico y para lograrlo trabajamos en persona grabando tomas a la vieja usanza.

Al igual que en ‘Bor Bor’, habéis contado de nuevo con la colaboración de Matt Harding, que ha puesto la voz a los temas ‘Steppin’ Razor’ y ‘My babe’.

Steppin’ Razor es un tema que popularizó el cantante jamaicano Peter Tosh, pero que fue escrito por Joe Higgs. My babe, de Willie Dickson es uno de los temas más conocidos del blues. Fue Matt Harding el que introdujo ambas canciones en el repertorio de Elkano Browning Cream. En directo las hemos tocado muchísimo, a nuestra manera, diferentes a las originales. Nunca las habíamos llegado a grabar, tenía esa espina clavada y pensaba que merecía la pena que quedasen recogidas.

Elkano Browning Cream es un proyecto atípico en el que tres músicos que viven en tres esquinas del mundo se juntan, más allá de sus iniciativas personales. ¿Cómo llevan trabajar de esta manera?

Esa podría ser la pega de que todos estemos dispersos, no poder darle una continuidad mayor. Pero también intentamos hacer virtud de ello. Cada vez que nos juntamos, estamos muy frescos y tenemos muchas ganas de vernos y de compartir escenario. Al no estar trillados de repetir conciertos, eso da una frescura añadida que es una gozada, tanto para nosotros como intérpretes como para el público. 

Con la llegada de la pandemia hace dos años, muchos grupos tuvieron que verse obligados a crear por separado. En su caso venían aprendidos de casa.

Sí (ríe). Tanto Dave como Franck son músicos que están siempre en marcha, siempre engrasados. El conocer nuestros lenguajes y estilos individuales facilita el hecho de trabajar a distancia. Cuando concibo una idea puedo visualizarla en las manos de Dave y Franck; eso solo se logra tras muchos años compartiendo juntos.