- dFeria, la feria de artes escénicas de Donostia, ha querido rendir su particular homenaje a los 60 años de trayectoria de la compañía catalana Els Joglars con un doble pase de su último espectáculo, ¡Que salga Aristófanes!, en el Teatro Victoria Eugenia -hoy y mañana a las 20.30 horas-. La formación, ahora liderada por Ramón Fontserè, sigue poniendo el dedo en la llaga del presente, esta vez, criticando el puritanismo actual, la cultura de la cancelación, el mal uso de las redes sociales y, sobre todo, la autocensura.

¿Cuál es el secreto para aguantar 60 años tan en forma?

-Tener una gran pasión por el trabajo bien hecho, el esfuerzo, la ilusión y por entender este oficio de una manera total, que te llena y te obsesiona. También creo que si nuestras obras en estos 60 años hubieran sido nada más que panfletos, no hubieran aguantado. Lo han hecho porque ha habido una calidad artística que se ha mantenido. Siempre hemos pensado que cuanto mayor tiempo hay desde el primer día de ensayo al estreno mejor, porque los espectáculos así salen más trabajados. Aunque esto, financieramente, va en contra (risas).

Imagino que también tendrá algo que ver mantener el cariño del público. Buena prueba de ello es las dos funciones y no una que van a realizar en dFeria.

-Yo vengo a Donostia desde 1983, antes incluso de la reforma del Victoria Eugenia, y siempre ha sido una plaza muy Els Joglars. Hemos mantenido la llama viva para que las generaciones futuras también vean los espectáculos. Ha habido un cambio generacional y ahora vienen los hijos de los espectadores a vernos. Me gusta mucho ver a la gente joven disfrutando en el teatro, pero creo que tendría que haber mucha más.

Para esa gente joven parece propicio su nuevo espectáculo, que habla del puritanismo actual y el poder de las redes sociales. ¿Es más difícil que nunca hacer humor?

-El humor es la forma más civilizada de mostrar aquello en lo que no estás de acuerdo. Vivimos en un mundo de inquisición y censuras encubiertas, una sociedad individualista en la que lo subjetivo es el criterio de verdad. Las redes sociales empezaron con gente que colgaba lo que había hecho durante el día y si no estás de acuerdo con lo que yo cuelgo eres el mal. Una herramienta que tendría que ser un avance, porque tiene su lado positivo, del enriquecimiento cultural es una central de odio. Nos ha parecido muy interesante contraponer este mundo con Aristófanes, el gran comediógrafo de la antigua Grecia y un exponente de la libertad. El gran halago que se le puede hacer es que gracias a él se conocen las costumbres y tendencias de la sociedad griega de aquella época y eso va ligado a que se puede conocer la historia de los últimos 60 años de nuestro país con los espectáculos que se han hecho. Cada uno marca una época.

Hoy en día, ¿quién cree que podría ser la representación de Aristófanes?

-Albert Boadella -anterior director de Els Juglars- podría ser un representante perfecto. Hay una carta de 1852 de Gustave Flaubert a su amante en la que dice que en esa sociedad no hace falta un Cristo o un Washington, hace falta un Artistófanes, pero que el público lo lapidaría. A lo largo de los siglos Aristófanes ha ido permaneciendo vigente y eso se debe a que le decía al público las verdades. No hacía un teatro para que el espectador se alabara a sí mismo, sino que era capaz de decir palabras amargas pero verdaderas. Era un teatro útil para corregir lo que él consideraba prácticas malas para la sociedad.

¿Cree que, de igual manera, obras de El Joglars de otras épocas, como de los 80, serían hoy día también lapidadas por el público?

-Habría sido muy difícil que hubieran salido igual porque el ambiente general que existe te empuja a la autocensura. Las series de televisión que hacíamos en los años 80 y 90, como Ya semos europeos, Orden especial o Vaya día!, hoy, en su 90%, serían imposibles de exhibir. Temas como los animales o el feminismo se trataban con sentido común. No había la exageración que ahora existe y la gente se reía de ello. Recuerdo que bautizábamos a un cerdito en la pila prediciendo lo que pasa hoy en día, en el que los animales tienen mejor trato que muchas personas. Y en obras de teatro igual, hacíamos los Virtuosos de Fontainebleau, cuando España entró en el mercado común, y ahora podría ser un conflicto diplomático con Francia. En este sentido se ha retrocedido, lo que no quiere decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Simplemente el público, después de 40 años de dictadura, necesitaba de unos actores más asilvestrados. Era, de alguna manera, pisar terrenos que no se habían pisado antes.

Antes fue la censura y, ahora, creativamente, nos inmolamos con la autocensura. ¿Es así?

-Sí. Y también el papá estado. Si te pagan tienes que estar agradecido, lo que acaba de coartar la libertad. Lo cojonudo sería que fuera como antes, con los mecenas. Había una libertad más amplia a la hora de construir el espectáculo y ahora la comodidad es muy seductora.

Parece, además, que uno no se puede equivocar porque no hay segundas oportunidades, ¿no?

-Sí. La cultura de la cancelación es el miedo a la construcción artística, que es lo que conduce a la autocensura. La solución es tener arrestos y sentido del humor, que es lo imprescindible. En nuestras obras el humor, la malicia y el ingenio forman parte de nuestros elementos.

El humor siempre ha sido la mejor fórmula para hacer comprender.

-Hay una frase de Boris Vian que dice que el humor es la cara amable de la desesperación. Imagino que en Ucrania ahora mismo hay muerte, miseria y dolor, pero seguro que aún hay un resquicio de humor. Al final, el humor es lo que nos distingue de los animales.

"La cultura de la cancelación conduce a la autocensura. La solución es tener arrestos y sentido del humor, que es lo imprescindible"

"Las series de televisión que hacíamos en los años 80 y 90 como 'Ya semos europeos’, hoy, en su 90%, serían imposibles de exhibir"