Hernani y Astigarraga copan la gran mayoría de la oferta durante la temporada de las sidrerías, pero la cultura de la sidra va mucho más allá, y para los amantes de este caldo de manzana, pero también de la tradición y de la historia, Goierri cuenta con un atractivo sin igual: el caserío Igartubeiti.

Situado en Ezkio, este caserío lagar, construído en madera de roble y con muros de pobre mampostería, es uno de los máximos exponentes de la edad de oro de los caseríos vascos. Adquirido por la Diputación de Gipuzkoa en 1992 y completamente restaurado mediante un trabajo que fue considerado “módelico” por los expertos, Igartubeiti es el mejor ejemplo para conocer cómo era la vida de los vascos en el siglo XVI.

Para ello, a falta de testimonios de los habitantes de aquella época, el centro de interpretación acerca a los visitantes a la vida de los antiguos moradores de Igartubeiti, explicando cómo vivían, cómo trabajaban, cómo se alimentaban e incluso cómo se relacionaban.

Tras una breve explicación de 10 o 15 minutos, el caserío en todo su explendor se abre al visitante. Su imponente estructura de madera y todas sus estancias, cuidadosamente restauradas, permiten viajar en el tiempo, cinco siglos atrás, para revivir aquella época que constituyó el siglo de oro de los caseríos vascos.

El crujir de las maderas del suelo, el tradicional olor de la manzana prensada o de las pieles puestas a secar, incluso el humo de la cocina, punto neurálgico de la casa, o su penumbra envuelven al visitante en un ambiente casi místico.

Entre las estancias a recorrer se encuentran la cocina, eje principal de la vivienda y que ocupa el mismo espacio desde su construcción en el siglo XVI y donde se encuentra el fuego central para la elaboración de los alimentos o el zizeilu, el tradicional banco-mesa con alto respaldo para protegerse del frío; la cuadra, que se divide en dos zonas: la del ganado y la de almacenaje; el dormitorio, con sus camas y arcas; o el desván, que era el lugar empleado para el almacenaje de alimentos y la producción de sidra.

Además, en el centro del desván se encuentra el lagar (donde se pisa la manzana para obtener el mosto), elemento fundamental del caserío, y que se compone de la masera, sobre la que se coloca la manzana machacada. Encima se localiza la gran viga, de 10 metros de longitud, y en uno de sus extremos se ve pasar el tornillo que atraviesa el suelo hasta la piedra situada en la cocina.

Pero Igartubeiti no es solo el caserío. Su huerto ecológico, que se transforma mensualmente, tiene además de hortalizas y verduras de temporada, arbustos, árboles frutales o setas.

Asimismo, cuenta con una amplia gama de plantas medicinales cuyos beneficios son mostrados de forma muy pedagógica a los visitantes.

De hecho, a lo largo de todo el año, Igartubeiti ofrece distintas actividades y talleres para acercar el mundo de las plantas a pequeños y mayores.

Cata de sidras y comida

Además, durante la temporada de sidrerías, en colaboración con Sagardoa Route, se ofrece la posibilidad de ampliar la experiencia con una degustación guiada de diferentes sidras en sidrerías de la zona (Aburuza u Oiharte), así como de una comida de menú de sidrería que consiste en tortilla de bacalao, bacalao frito, chuleta a la brasa, queso con membrillo y nueces, pan y sidra.