ara Vincent van Gogh, Los comedores de patatas (1885) era su obra maestra con un mensaje realista, y la preparó con dedicación, pero su hermano Theo creía que estaba llena de errores y nadie la tomaría en serio en el mercado de arte en París, así que la dejó llenarse de polvo sobre la repisa de su chimenea. Más de un siglo después, este lienzo es el centro de la exposición presentada el jueves por el Museo Van Gogh de Ámsterdam, que permitirá a los admiradores del maestro juzgar por sí mismos esta pieza, colocada en contexto, con la génesis de cómo se creó, lo que significó para el artista y las críticas que recibió.

Medio centenar de pinturas, dibujos, bocetos y cartas de la colección de esta pinacoteca, junto a dos préstamos, ponen en perspectiva un retrato de un grupo, que empezó a dibujar en marzo de 1885 en Nuenen, un pueblo de campesinos en Brabante, según desgrana Bregje Gerritse, comisaria de la exhibición. Van Gogh había vivido ahí con sus padres y usó ese mismo escenario para el cuadro con el que buscaba venderse al mundo como pintor de figuras pero, dada su poca experiencia retratando gente de pie, escogió una familia sentada a la mesa, o lo que él mismo llamó “esa cosa con los campesinos alrededor de un plato de patatas por la noche”. Pasó meses practicando cómo dibujar cabezas, y elaboró decenas de bocetos previos que muestran los avances de la técnica de su pintura, hasta llegar a la versión final: un cuadro con tonos oscuros y cinco personas: dos comiendo de un plato de patatas calientes, dos sirviendo y tomando café y una niña de espaldas sentada a la mesa.

Detrás, un reloj revela la hora neerlandesa de cenar: acaban de dar las 19.00 horas. Sobre sus cabezas, cuelga una lámpara de aceite que toma el relevo al sol e ilumina el cuarto donde están, un espacio que acogía toda la casa: comedor, cocina y dormitorio. La idea de Van Gogh era mostrar la pobreza y la dura realidad de la vida campesina, lo que resaltó con rostros toscos y manos huesudas que “han labrado la tierra” para obtener los alimentos “que están ahora poniendo en el plato... se han ganado honestamente su comida”, escribió el artista. “Él no buscaba la perfección técnica con su cuadro, sino el mensaje que quería transmitir sobre la vida campesina. Para él, el cuadro era un éxito, similar a los Girasoles, su Habitación o La Berceuse”, explica Gerritse.

Su gran amigo y artista Anthon van Rappard (1858-1892) no quedó nada entusiasmado con la obra. “¡Venga ya! Creo que el arte es demasiado relevante como para tratarlo con tanta arrogancia”, le dijo Van Rappard, en una crítica que marcó el final de su amistad. Pero Van Gogh, que quiso retratar la cruda realidad, “siguió creyendo en su pieza y el mensaje transmitido era más importante que los errores que hubieran podido cometer en la pintura”, analiza Gerritse.