- El Festival de Cannes presentó ayer una película de Nanni Moratti sobre esa gran mentira que la sociedad creía o y que la pandemia ha destapado: no podemos pasar los unos de los otros.

Eso es lo que quiere mostrar el director con Tre piani (Tres pisos), una parábola con la que compite por la Palma de Oro del festival. Esta cuenta la historia de un edificio de Roma y de las vidas de sus habitantes, dominadas por la tristeza y la amargura, especialmente de los hombres.

“La epidemia ha desenmascarado una gran mentira en la que habíamos creído antes, que podíamos pasar los unos de los otros y no sentirnos parte de una comunidad”., subrayó Moretti.

Para él, “la sala cinematográfica es indispensable” como realizador, productor, actor o propietario de un cine, pero “más aún como espectador”. Así, prosiguió: “No sé estar sin ir al cine a ver un filme detrás de otro. Tengo la misma curiosidad por ver los filmes de otros que tenía hace 40 o 50 años”,

Un amor al cine que quedó claro con un afirmación rotunda: “Cuanto más pasa el tiempo, más me gusta este trabajo”, señaló el realizador, de 67 años, con títulos a sus espaldas como Caro diario (1993), por la que se llevó el premio al mejor director de Cannes, o La habitación del hijo (2001), que ganó la Palma de Oro.

Y aunque aseguró que cada vez es menos capaz de explicar sus elecciones al ser preguntado por qué decidió llevar al cine la novela del israelí Eshkol Nevo en la que se basa Tres pianos, también reconoció que en el fondo todas sus películas son una.

“Si miramos los últimos 40 o 45 años, creo que podemos tomar mis películas como capítulos diferentes de la misma historia”, señaló Moretti.

En el caso de Tres pisos, le interesaron todos los temas que trata el libro. La culpa, la justicia, la responsabilidad de ser padres, nuestras decisiones, que siempre tienen una consecuencia o el asumir la responsabilidad de nuestras acciones.

Le pareció que el libro tenía tanto contenido y tan denso, que no quería darle un mayor protagonismo a la interpretación, ni a la dirección, ni al montaje, ni a la fotografía: ”quería un trabajo de calidad que no fuera autocomplaciente”.

Para ello, necesitaba interpretaciones “realistas pero no naturalistas”, que encontró en el amplio reparto de la película.

Margherita Buy, Riccardo Scamarcio, Alba Rohrwacher, Adriano Giannini, Elena Lietti, Denise Tantucci o Alessandro Sperduti acompañan a Moretti, que se reservó uno de los papeles principales del filme. “Todos estos actores me han hecho creerme sus personajes”, afirmó el guionista cinematográfico italiano.

A su juicio, se trata de un equipo sin divos que ha permitido construir esta película con tres historias separadas pero a la vez entrelazadas.

Asimismo, no deja espacio a las risas ni al humor tan característico del cine del italiano. “No había espacio” para ese humor, afirmó Moretti, que considera el filme como “doloroso pero no dramático”.

El director detalló que la obra pretende ser un himno a la vida gracias a los personajes femeninos “porque los hombres son obstinados, cabezotas, rígidos y constantemente están convencidos de que tienen razón”.

Un juez (Moretti) extremadamente duro con su hijo, que en un accidente de coche mata a una mujer conduciendo borracho; un hombre (Gianinni) que odia a su hermano y rechaza verle o un diseñador (Scarmacio) dominado por su propio miedo, que se convierte en una obsesión.

En palabras de Moretti, “los personajes femeninos tratan de acomodar todo eso, lanzarse a un futuro, a un nuevo tipo de relación humana”. Sin embargo, el guión deja una puerta abierta hacia el futuro porque no quería “que la obstinación masculina fuera la vencedora”.

Para Scamarcio, Tres pianos es “una foto de la sociedad en la que vivimos, una foto extremadamente inteligente”.