oinas, casquetes, gorras, pamelas o pillbox son los protagonistas absolutos de Balenciaga. La elegancia del sombrero, la primera exposición internacional monográfica centrada en los sombreros y los tocados únicos de Cristóbal Balenciaga, que se inaugura este miércoles en el Museo del Diseño de Barcelona.

Consideraba el diseñador de moda guipuzcoano que “el sombrero es una cuestión de equilibrio arquitectónico: corona el edificio del vestido”, algo que han tenido en cuenta los dos comisarios de la muestra, el conservador del Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria, Igor Uria, y la conservadora de tejidos e indumentario del Museo del Diseño de Barcelona, Sílvia Ventosa, a la hora de mostrar estos complementos, que dejaron hace décadas de estar vigentes.

Quien se acerque estas vacaciones a Barcelona podrá ver, hasta el próximo día 3 de octubre, los 87 sombreros, de los que 78 se presentan individualmente, nueve acompañan un conjunto, y hay un vestido con estola.

De estos, hay 43 que proceden de la colección del Museo del Diseño y hay otros 44 de la colección del Museo Balenciaga de Getaria, donde la muestra llegará al finalizar su estancia en Barcelona. De esta forma, quienes no salgan de vacaciones o no acudan a Barcelona podrán disfrutar de la muestra igualmente esperando un poco más.

La exposición abarca un período que va de los años 30 del siglo pasado hasta 1968, cuando el modisto, que falleció en 1972, cerró sus salones. Los modelos expuestos se realizaron en los departamentos de sombrerería de la Casa Balenciaga en París y Madrid.

Igor Uria explica que la muestra es fruto de una investigación de varios años entre las dos instituciones y, además de “iluminar” de nuevo estos objetos, que para su diseñador cubrían “una pequeña proporción de nuestro cuerpo, nuestra cabeza, donde se guardan nuestros pensamientos”, quiere poner en valor el departamento de sombreros de la marca, “lo que había detrás de la cortina”.

Tampoco obvia que se trata “de poner en valor el mundo femenino que “daba forma y valor a los diseños de Balenciaga”, mujeres de alto poder económico, “Las Balenciagas”, que, como se puede ver en una de las facturas que se exhibe en una vitrina, en 1966 podían pagar 184 dólares por un Brown straw hat, o hasta un total de 10.350 pesetas, “una auténtica fortuna en 1957”, por unos vestidos y unos sombreros para el período navideño.

Sílvia Ventosa ha agregado que han distribuido los tocados, sombreros y vestidos de manera que “puedan hablarnos a nosotros ahora, en 2021, buscando una exposición contemporánea y moderna, a la vez que hemos buscado que haya pequeños diálogos entre estas piezas”.

Ventosa ha remarcado, por otra parte, que a lo largo del recorrido se podrá “conocer un mundo de mujeres invisibles, que tenían la habilidad de un oficio y que con los diseños de Balenciaga creaban objetos con pelos de animales o plumas”.

Cristóbal Balenciaga, que con apenas 22 años, en 1917, ya inició una trayectoria en el mundo de la moda que lo llevaría a ser uno de los creadores más importantes de la alta costura mundial, actualizó tocados históricos y populares, mientras jugaba con “la armonía y el contraste de los colores, buscando crear un profundo impacto visual”.

Tanto se inspiró en los grandes sombreros de paja de las culturas campesinas del Mediterráneo o de la cultura popular vasca, como reinterpretó las tocas de las monjas y los sombreros planos de grandes alas de los sacerdotes, a la vez que tomó del mundo del toro y de los majos los madroños, redes, tocados, tricornios y monteras.

En sus talleres se empleaban para estas creaciones materiales sencillos como la lana o la paja junto a otros lujosos y exóticos como el visón, el pelo de mono, o los de conejo y cabra.

En otro apartado de la exposición se pone de relieve que Balenciaga tenía en cuenta a la hora de realizar sus creaciones la “armonía entre la forma de un sombrero o un tocado, el conjunto de ropa y el rostro de la mujer que lo utilizaría”.