A la familia Hernández y a su agencia de detectives, en el barrio barcelonés de Sant Andreu, se ha incorporado Nora, que ha vuelto a casa tras su misteriosa desaparición, y que se resistirá a confesar a sus padres dónde ha estado todo el tiempo transcurrido. La agencia sigue ocupándose de algunos casos rutinarios, infidelidades, desapariciones... hasta que un día solicita sus servicios un matrimonio que quiere saber por qué se suicidó su hija adolescente. Este el argumento principal de la nueva novela de la escritora catalana Rosa Ribas, Los buenos hijos. La escritora afincada desde hace 30 años en Alemania es, además de literata, una gran amante de los productos audiovisuales a la que le encanta ver series y revisar el pasado y se declara fan total de Colombo. Más viejuno, imposible.

Al hilo de su título, ¿hay muchos hijos buenos?

-Creo que los hijos siempre se esfuerzan por ser buenos. A veces no siempre lo consiguen, y a lo mejor los intereses de los padres y los de sus hijos van por caminos diferentes, pero siempre está en el inconsciente el intentar ser un buen hijo, y es la misma intención que también tienen los padres.

Una novela, Los buenos hijos, en la que se habla de vidas paralelas, de dobles vidas, ¿no?

-Porque hay muchas dobles vidas, muchos secretos y muchos sucesos que están ocultos.

Se habla de parecer lo que no se es. ¿Postureo? ¿Engaño? ¿Mentimos compulsivamente?

-No creo que sea postureo; mostramos lo que no somos porque buscamos que nos quieran. Nos pasamos la vida buscando el cariño y el amor de los demás.

Aunque haya quien dice que no le importa lo que piensen los demás.

-No creo que nadie pase de los sentimientos. Puede que haya gente que se muestre tal y como es, al margen de lo que se piense, pero todos anhelamos de una forma u otra que nos admiren, que nos aprecien, que nos quieran o que nos amen.

Mentir está muy denostado y se ha hecho bandera de la sinceridad.

-Y en el fondo, todos, por un motivo u otro, hemos mentido. Sobre todo se miente de puertas para adentro, en el hogar. Los hijos quieren impresionar a los padres y los padres a los hijos. Sobre todo los padres quieren no perder la admiración de los hijos.

Su anterior novela se titulaba Un asunto demasiado familiar. ¿Le ha dado por estos asuntos?

-Sí. Lo que quería hacer con estas dos novelas era meterme en el seno de las familias y ver lo que se cuece cuando se cierran las puertas.

Pero ha convertido a la familia en un grupo de detectives, y por lo tanto también narra lo que les ocurre fuera del ámbito familiar.

-Cierto, pero lo que quería era contar las historias de una familia, sus ramificaciones. Que fueran detectives es otra historia. Quería una familia con todos los grados de parentesco, la puerta para meterme en algo que nos une a todos: los secretos.

Detectives que saben de los secretos de otras casas, pero desconocen los que hay en la suya.

-Suele ocurrir. Aunque no seas detective, a veces te das cuenta de que sabes algo de alguien que no está a la luz para los que viven a su alrededor. Esta es una paradoja que nos ocurre a todos. Esa paradoja me gustó mucho y puse en marcha esta familia de detectives. Me di cuenta, cuando llevaba ya media novela, que iban a tener mucho que contar y decidí que fuera una saga.

Le gustan mucho las sagas, y de hecho esta es la tercera.

-A mis editores les digo que va a ser un libro único, una historia que no va a tener más que un volumen. Todos mis libros son autoconclusivos, aunque haya personajes comunes, pero sí, esta es la tercera saga que hago. Pero quiero huir de ellas.

¿Y por qué las hace si no es ese su propósito?

-Porque acabo enamorada de mis personajes y me da pena dejarlos marchar. Ellos me dan mucho juego y yo les doy vida. Es un intercambio perfecto.

¿Le resulta más cómodo tener personajes fijos en sus novelas?

-Tiene siempre dos caras. Como ventaja, diré que después de muchas horas trabajándolos en un libro son como viejos conocidos. No tienes que crearlos de cero. En la primera novela ya les has dado un recorrido, y en la segunda te los encuentras dispuestos a darte lo que quieres, y aunque los coloques en otros lugares, ellos te dan siempre todo. Y la otra cara es que tienes una deuda con ellos y también con los lectores. Esos personajes que tú has establecido como fijos tienen que ser coherentes, tienen que mantener unas constantes y meterse en historias diferentes. Los tienes que mantener vivos y a veces pueden resultar un peso sobre lo que estás escribiendo. Se nota mucho en las series. Se ve cuando se está trabajando con personajes de los que el creador se ha cansado, porque los personajes salen cansados

¿Tiene usted algo de sus personajes?

-No diría nunca que algún personaje soy yo, pero en todos hay algo. Cuando me preguntan con qué personaje me siento más cómoda siempre digo que con la protagonistas de La detective miope.

Una mujer que acaba de salir de un psiquiátrico y busca venganza. ¿De verdad esa mujer se parece a usted?

-Ja, ja, ja€ No todo tiene que ser literal, pero me siento unida a ella por su sentido del honor, por su punto extravagante y también por la miopía. A veces, el carácter que tenemos empatiza más con un personaje que con otro, aunque nuestras vidas sean completamente diferentes. Hay puntos de conexión, pero esto también le pasa a los lectores. Ellos buscan igualmente semejanzas con los personajes de una serie o de un libro.

La novela negra puede ser muy minuciosa en la descripción de crueldades.

-Este género tiene unas pautas fijas, pero también puede ser muy flexible. No me interesan esas crueldades, no me gustan los asesinos en serie, no me interesa nada la historia de una mente anómala y prefiero la historia de la gente normal. ¿Por qué una persona que tenía una vida normal, un trabajo y una familia, llega a asesinar a alguien, se convierte en estafador o se hace traficante de drogas?

Muchos libros se están convirtiendo en series de televisión, un medio que a usted le gusta mucho.

-Es que es una maravilla. Es otra forma de ver la historia que han escrito otros colegas. Para mí sería un sueño ver una novela mía en televisión. Yo hago en ocasiones hasta un casting mental de quién podría interpretar a mis personajes.

Aunque la adaptación al lenguaje audiovisual en ocasiones choca con el libro.

-Cuando se hace una adaptación hay una renovación del lenguaje. Estas series basadas en libros de novela negra están cambiando muchos paradigmas. De verdad que me encantaría que alguien se fijara en alguna de mis novelas y la pudiera ver en televisión.

A todo esto, ¿ve mucha televisión?

-Veo series y películas, pero cuando estoy escribiendo un libro me borro de las plataformas para centrarme en lo que tengo entre manos. Me aíslo del ruido y me dedico a escribir, escribir y escribir. Y cuando termino, me engancho de nuevo a Netflix o HBO y vuelvo a ver series. Eso sí, cuando me pongo a ver una serie me voy a las antiguas, a las viejunas, a Colombo, que me encanta y disfruto mucho con ella. Me sé hasta los diálogos.

¿Qué es la escritura para usted?

-No lo sé. ¿Una necesidad? Puede ser. No quiero hacer otra cosa. Tardé mucho en dejar de lado todo lo demás para dedicarme a escribir, algo que creo que es esencial.

¿Por qué tardó en dedicarse a la escritura?

-Porque pensaba que algo que era esencial para mí podría no dárseme bien. Tienes miedos, siempre que te lanzas a hacer algo que no es habitual en ti puede generarte miedo. Quizá por ello sea una escritora tardía.

Lleva tres décadas en Alemania...

-Más de la mitad de mi vida, y me pillas en plena mudanza, porque este verano vuelvo a Barcelona. Es una sensación muy extraña. Francfort es mi casa y me gusta mucho esta vida, pero a veces necesitas un cambio. Tengo mucha curiosidad por volver a Barcelona. Mi marido es alemán y ahora le toca a él ser el extranjero.

¿Se sentía extranjera después de 30 años?

-No lo digo en el mal sentido, porque para mí esa extranjeridad ha sido muy enriquecedora. Pero siempre sientes extrañeza, aunque lleves muchos años, y eso que hasta sueño en alemán y acabo de escribir una novela en alemán. La lengua no es un impedimento para mí.

¿Y las costumbres? ¿Se adaptó bien?

-Son diferentes, pero estoy muy adaptada, aunque de alguna manera tú notas que estás trasplantada a un lugar extraño. Ahora quiero observar la experiencia en mi marido. Me he prometido que no voy a ser la típica brasas que le va a ir recordando que aquí se hacen las cosas de otra manera y espero disfrutar de esta nueva experiencia.