iel a la identidad y misión de Arantzazu, siempre enganchado a la sociedad, la revista que lleva el nombre del santuario que de forma sublime se erige a los pies de las campas de Urbia, en medio de una sucesión de barrancos y oquedades, montes rocosos y pequeños ríos, sopla este año las velas de su 100 cumpleaños. La publicación que asume el rol de mensajera de los valores que propugna Arantzazu vio la luz hace un siglo. Concretamente, el 23 de mayo de 1921; el día en que se coló por la puerta de 6.000 hogares. Hoy, con una historia centenaria a sus espaldas, alcanza el número 1.039 dedicado, como no podía ser de otro modo, a su aniversario.

Hurgando en los orígenes de la revista Arantzazu resulta obligado hablar de los jóvenes franciscanos que en 1918 pusieron sobre la mesa la idea de lanzar este proyecto. Su sueño no era otro que el de alumbrar una publicación que “fuera algo así como el centro de cultura científico-literario de Gipuzkoa”, rezan las crónicas del magnífico santuario mariano que se encuentra a nueve kilómetros de Oñati. Con la osadía y entusiasmo propios de su edad, estos jóvenes acudieron al Capítulo Provincial que se celebró en el convento de Zarautz, donde expusieron a sus superiores la propuesta que revoloteaba en sus cabezas. Sus pretensiones no cayeron en saco roto. Dos años más tarde, el 26 de mayo de 1920, en una nueva reunión que se desarrolló en la localidad costera, el entonces Provincial, Nicolás Vicuña, dio el visto bueno a la revista. El objetivo que se marcó fue bien claro: “Fomentar y propagar la devoción de la excelsa Patrona de Cantabria (el nombre que en aquella época recibía la Provincia Franciscana de Arantzazu) y Gipuzkoa”.

Toda la infraestructura se estableció en Arantzazu. Desde la gestación de los contenidos hasta la imprenta -la primera costó 16.000 de las antiguas pesetas-, los franciscanos capitanearon una publicación en cuya partida de nacimiento figura como fecha el 15 de mayo de 1921, por eso de que se acordó editarla a mediados de cada mes. Pero el primer número tuvo que esperar ocho días más para su puesta de largo.

Durante muchísimos años, casi hasta 2010, los propios franciscanos se encargaron de propagar, difundir y cobrar la revista de casa en casa. Los últimos cobradores fueron Enrike Arozena, Mariano Lizarrondo y Patricio García. Esta laboriosa tarea hilvanó un buen número de simpáticos episodios como los 20.000 kilómetros anuales que recorría Arozena. “De 1956 a 2007 cubrió en moto un millón de kilómetros; 51 años en los que jubiló hasta siete ciclomotores”, rememora el último número de Arantzazu aldizkaria.

La imprenta montada en Arantzazu, de la que también salieron otras publicaciones como San Antonio y Misiones Franciscanas, estuvo en marcha hasta 1994. En los años dorados de la revista bautizada con el nombre de la patrona de Gipuzkoa llegaron a repartirse hasta 25.000 ejemplares, que actualmente se reducen a 5.000. La vía de financiación son las suscripciones, que comenzaron con una cuota anual de cinco pesetas y en estos momentos se sitúa en 25 euros.

Adecuándose a las nuevas realidades

“Cuando surgió la revista la sociedad era casi absolutamente religiosa; había una gran devoción mariana”, recuerda el vicario del Santuario de Arantzazu, Joxe Mari Arregi. Aquel escenario dista mucho del actual. Circunstancias, necesidades, estilos, demandas... han experimentado un tremendo cambio en tiempos de una enorme secularización. Aran-tzazu aldizkaria, sin embargo, ha sabido preservar el vínculo “afectivo” del santuario con el pueblo. Actualizando su presencia y propuesta. “Se ha ido adecuando a las nuevas sensibilidades, a las nuevas situaciones y lecturas de lo cristiano, lo evangélico y eclesial. Siempre se ha intentado ir al ritmo de los cambios sociales y eclesiales”, destaca Arregi.

Adaptada a cada época. Preservando su ADN: “Lo mariano, lo franciscano y la conexión con la sociedad. Además, el uso del euskera se ha procurado mantener, ahora de manera más acentuada”, precisa Arregi, que colabora con esta revista de periodicidad mensual que se vio interrumpida en los años de la Guerra Civil, cuando en un único número tuvieron que agruparse los meses de julio a diciembre.

Hace trece años, en 2008, la publicación adoptó un nuevo diseño, renovando su estilo y lema: Revista franciscana para personas que buscan/Bila dabiltzan pertsonentzat. “Arantzazu ha sido un altavoz por la paz, un refugio ante los conflictos sociales y para gente que ha vivido en los márgenes. Es un lugar de acogida, con sensibilidad para saber escuchar al que viene con cierta autenticidad de búsqueda, y la razón de ser de la revista también viene por ahí. Ha dado pie, a su vez, a mirar lo que está ocurriendo de un modo crítico, pero no la crítica por la crítica”, recalca Aitor Sorreluz, su director desde 2018, tras el fallecimiento de Iñaki Beristain, que llevó sus riendas entre 2002 y septiembre de 2017. Inevitable no dedicarle unas palabras a quien fuera la voz de Arantzazu. “Iñaki fue el motor de muchas cosas, y entre ellas llevaba la revista, a la que le pegó un gran cambio”, cuenta Arregi.

Barruan (para buscadores de sentidos), Jakituriaren bila, Elizan, Gizatasunean (para quien busca en lo humano), Ikusten ikasi y Munduan (en clave de solidaridad a través de la ONG Tau Fundazioa) son algunas de las secciones que nutren las páginas de Arantzazu aldizkaria, con un plantel de colaboradores fijos. Los textos se reproducen sobre el papel en la imprenta Gertu de Oñati, algo que confiere, en opinión de Sorreluz, “el valor añadido de lo cercano”.

Sin diluir la esencia de Arantzazu: fe, arte, cultura, naturaleza, voluntad de humanizar a la sociedad... Pero sin miedo a caminar al compás de los nuevos tiempos. “¿Por qué una revista religiosa? Es un pequeño oasis en esta sociedad compleja y dispersa; de reflexión y propuestas para una vida más humana y más cristiana. Desde nuestra espiritualidad franciscana y humanista, se trata de ofrecer un oasis una vez al mes de sosiego, de reposo, de humanismo y de otra forma de mirar la vida”, insiste Arregi.

llegar a la sociedad

Sin esta centenaria publicación Arantzazu se quedaría “manco”, advierte el vicario del santuario oñatiarra. Es un vehículo para difundir “nuestro mensaje, para llegar a la sociedad”, añade. “Mientras Arantzazu tenga algo que decir, y lo tiene, la revista tiene razón de ser”, defiende su director.

¿Y a qué retos se enfrenta? “En los últimos años se ha hecho un esfuerzo por actualizar la imagen y por esa vía hay que seguir caminando; renovando las colaboraciones y el contenido, y estando atentos a las inquietudes y problemas que hay en la sociedad”, apunta Sorreluz.

Arregi hace hincapié, por su parte, en que hay que ser “fieles” a la identidad y cometido de Arantzazu que, según reitera, “siempre ha estado en conexión con el pueblo. Ha ayudado o estado presente en los grandes cambios culturales, del euskera, la paz... Necesitamos estar conectados con la gente, incluso con lo diferente, intentando aportar nuestra visión franciscana-humanista. Acompañar a esta sociedad con nuestra reflexión desde aquí”.

100 años haciendo de Arantzazu noticia. Ejerciendo de mensajera que baja al pueblo, en un recorrido de ida y vuelta que desde sus 750 metros de altura, en perfecta sintonía con el paisaje que le rodea, da refugio “a las búsquedas personales”. “Abierto a todo el que venga”, sentencia Arregi.

SOBRE LA REVISTA

‘Arantzazu’ aldizkaria. En la partida de nacimiento de la revista aparece la fecha del 15 de mayo de 1921 (el proyecto se pone en marcha con la intención de salir el día 15 de cada mes), aunque el primer número salió a la calle el día 23 de ese mes. Llegó a 6.000 hogares.

Tirada actual. 5.000 ejemplares que se distribuyen en Euskal Herria, sobre todo en Gipuzkoa, pero también llegan a algunos puntos del Estado y Sudamérica.

Suscripción. La cuota anual es de 25 euros. En total son once números (julio y agosto van juntos). Para hacerse socio o socia hay que enviar un email a aldizkaria@arantzazu.org o llamar al 697 160 857. En la entrada a la basílica de Arantzazu también hay ejemplares disponibles a cambio de la voluntad.

Digitalizada. Los números de la revista están digitalizados en Liburuklik (Biblioteca Digital Vasca), donde también hay opción de descargarlos en formato pdf. Además, se puede consultar aquí.