La calle, el bar, una escalera de pintor, el local de ensayo, el escenario, las libretas, los casetes, el vino, las referencias, los pósteres, las fotos, sus tres guitarras fetiches.. Yo ya me entiendo, paradojas de Rafael Berrio es una exposición que desde mañana miércoles, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte del músico donostiarra, puede verse en la casa de cultura Ernest Lluch; una muestra compuesta por objetos inanimados que le han sobrevivido. "Y pensar que este cuaderno en el que escribes / Los libros todos, la enciclopedia, / los diccionarios; / Que todos estos objetos tuyos inanimados / te van a sobrevivir... / Serán reliquias de ti. / Reliquias mudas sin sentido. / Dirán de ti que has vivido / y que ya no estás aquí", cantaba este lúcidamente contradictorio artista. Precisamente, el equipo que ha abordado esta exposición, compuesto por el diseñador y músico Cheli Lanzagorta -la iniciativa parte de este, del compositor Joserra Senperena y del promotor Sergio Cruzado; íntimos amigos del artista-, el escritor Harkaitz Cano y el cineasta Angel Aldarondo, ha dejado que el propio Berrio hable de sí mismo, que sea él quien nos descubra sus "entrañas".

Por ello, la exposición toma nombre de una canción -Yo ya me entiendo- y de un disco -Paradoja-, álbum en el que se incluye esta oda a los objetos que quedan cuando uno ya no está. "La primera idea ha sido dar voz a estos objetos inanimados, y a través de ellos, y con otros más animados como la música, hacer un retrato de Rafa", ha explicado Lanzagorta, que este martes ha dado cuenta de la exposición, acompañado por Cruzado; el concejal de Cultura, Jon Insausti; y el director de la casa de cultura situada en el estadio de Anoeta, Iñaki Gabarain. En este sentido, no se ha buscado preparar un "retrato panegírico" sobre este enamorado de Lou Reed, de Barbara y de Baroja, sino que han querido sumergirse en su proceso de creación, "sacar a la luz sus entrañas, su manera de hacer y de vivir y de relacionarse con los demás".

De la calle hasta el escenario con Rafael Berrio

La particular configuración del espacio expositivo y del auditorio del centro cultural, infraestructura a la que Berrio estaba muy vinculado, han permitido al equipo y a los responsables del estudio Gorostidi-Sistiaga Arquitectos simular los distintos planos de su vida, comenzando por la calle, que representa el oficio -el músico trabajaba como pintor-, sus lugares de esparcimiento -los bares- y sus múltiples interacciones sociales que se reflejan a través de imágenes -cedidas por amigos, familiares y fotógrafos profesionales- y también de un inmenso cuadro, pintado por Detritus, que representa a los miembros de la tertulia que fundó el donostiarra. La exposición, no obstante, huye, al igual que el propio Berrio, nominado al Goya por Arcadia en flor, de la solemnidad. De hecho, el autor contaba con un humor "finísimo, desbordante y contagioso": "Rafa solía decir que sus canciones eran solemnes al borde de la carcajada".

La calle da paso a la intimidad, elementos que se muestran tras un visillo y que representan su hogar, sus retiros, su biblioteca conformada gracias a librerías de viejo, sus libretas en las que matizaba sus escritos una y otra vez. De hecho, en contra de lo que suele hacerse en géneros como el pop, Berrio solía escribir primero la letra y luego llegaba la música.

En una entrevista concedida con motivo de la publicación de su último disco, Niño futuro, el cantante aseguró que siempre buscaba la letra perfecta y que era muy exigente a la hora de componer: "Soy extremadamente maniático, minucioso y muy puntilloso con la escritura. Puedo estar, no digo meses, sino años con una estrofa. Hay letras de mi cuaderno que tienen años, están quietas, reposando. Les voy dando vueltas". Este hecho se puede comprobar en Yo ya me entiendo. No en vano, rebuscando en sus libretas han encontrado letras que permanecieron hasta dos décadas "reposando" en una cuartilla. Lanzagorta marca aquí otra "paradoja berriana". No en vano, su práctica laboriosa, minuiciosa y prolongada en el tiempo era contraria a aquello que cantaba: "Creo en la virtud de la desgana".

Para ejemplificar esto, el equipo ha tomado el caso de Mis amigos, publicado en el disco 1971. Harkaitz Cano ha buceado en todas las versiones que hay de esta letra, con las que Angel Aldarondo ha preparado un audiovisual que muestra su evolución: "Era fascinante ver que cada prueba y cada correción mejoraba la anterior".

Este ejercicio de análisis que pertenece a la zona más íntima de Berrio tiene su continuación en el siguiente apartado de la exposición que refleja la reconstrucción del local de ensayo, que exhibe guitarras, pedales y más instrumental, y también pósters de conciertos, y que incluye 80 casetes y cintas de bobina con las que Berrio trabajó desde 1982 hasta 2013. Continuando con la misma estela que con las libretas, el equipo detectó hasta 23 versiones de Mis amigos, previas a las finales, que el artista tenía registrados en seis cintas. "No solo son 23 variaciones de letra, son también 23 variaciones de música. ¿Quién coge un tema y le da 23 vueltas hasta cuajar la canción? Pues Rafa", ha expuesto Lanzagorta.

Este espacio se completa con un gran mural con fotografías de todas las épocas y con otro audiovisual de Aldarondo que refleja las distintas facetas del autor; todo ello antes de pasar al auditorio de la Ernest Lluch, que ha sido rebautizado para la ocasión como Espacio Simulacro y en el que durante las próximas semanas tendrán lugar varios conciertos y conferencias sobre este efervescente existencialista.

Brindis por Rafael Berrio

La exposición da inicio a una serie de homenajes que culminarán con el doble concierto que se ofrecerá el 19 y 20 de mayo en el Victoria Eugenia y que se ha titulado, Rafa in memoriam.

Cruzado ha sido el encargado de dar a conocer la programación paralela que se celebrará fuera de la Ernest Lluch y que se ha titulado El hijo ingobernable de la luz del sol, un circuito que incluye bares o salas como El Muro, Dabadaba, Bukowski, La Taberna de Egia, Iparra, Tedone, Gerald's, la galería Arteko y la librería Re-Read; espacios, todos ellos, que frecuentaba el líder de UHF, Amor a traición y Deriva.

Además de conciertos, escuchas y exposiciones, en estos bares, todos los viernes se descorchará una botella de vino y se brindará en honor a Berrio. La botella, una edición con un etiquetado especial promovido por sus amigos, lleva el nombre una frase que el artista solía enunciar y que da pie a una última paradoja: "Ser autor de culto da para vino corriente".