- El músico donostiarra Rafael Berrio murió ayer a los 55 años de edad (hubiese cumplido 56 en octubre) después de presentar batalla a una larga enfermedad. Así lo dio a conocer ayer en Twitter su amigo, el también músico Joserra Senperena, con el que produjo y orquestó 1971 (2011) y Diarios (2013), los dos primeros discos que firmó bajo su nombre después de 30 años dedicados a la música, pasión que no dejó hasta el final.

Berrio fue una estrella del rock y del pop, querida tanto en la escena indie local como en la estatal, que hasta el último momento lo pasó pegado al teléfono para sacar adelante algunos proyectos en los que estaba inmerso, con un tono diferente al de su último disco, Niño Futuro, publicadoel pasado año. Un empeoramiento en su estado de salud hizo que tuviese que suspender algunos de los conciertos programados en su gira.

Berrio tenía la intención de publicar un disco con cinco nuevas composiciones con ritmos de vals y bossa nova, de las que solo pudo grabar tres de ellas debido a que su enfermedad llegó a afectar a su voz. El trabajo, aseguran fuentes cercanas, se publicará tal y como estaba previsto. Berrio se encontraba, además, preparando un libro en el que recoge todas sus letras.

Senperena, profundamente emocionado, aseguró que "no ha habido otro" como Berrio. "No había un creador como él. No solo sus letras, también sus melodías. La gente siempre destaca sus letras pero sus melodías eran increíbles, sobre todo, en los discos que hicimos juntos, 1971 y Diarios. La gente tampoco suele citar su voz, que también era increíble. Nadie cantaba con él. Era un compositor único en Donostia y en el Estado", aseguró rotundo Senperena.

Precisamente, sobre el oficio de escribir letras y de componer habló en la última entrevista que concedió a este periódico en el mes de octubre como carta de presentación de la gira de Niño Futuro. A la hora de componer, necesitaba un espacio físico donde recluirse, crear letras era otro cantar. "La escritura es la manía de pensar rítmicamente y eso se puede hacer en cualquier sitio: en la cola del banco, cuando paseas por los pasillos del supermercado...", afirmó sobre el trabajo de escribir letras, en su caso, de corte existencialista.

Berrio era "maníatico, minucioso y muy puntilloso" cuando escribía: "Puedo estar, no digo meses, sino años con una estrofa". Sobre si existe la canción perfecta, también opinó: "Si existe, yo no la he escrito, pero lo intento cada vez que me pongo a ello".

"A los 80 no miro jamás. Es una época de la que afortunadamente no recuerdo nada; es un periodo que me da muchísima pereza. ¿Mirar para atrás? Soy un amnésico total, no lo hago nunca". Rafael Berrio se estrenó en la década a la que no miraba jamás, dentro de la Nueva Ola y el Donosti Sound con UHF. Posteriormente, en los 90 y hasta el 2005 publicó cuatro discos, dos con Deriva y otros dos con Amor a traición.

Definido habitualmente como "artista maldito", el siempre rehuyó de las etiquetas. En 2011 llegó su 1971, al que le siguió de una forma natural Diarios, dos discos que incluyeron compases de vals, mientras que en los dos que le siguieron, Paradoja (2015) y Niño futuro, solo incluyó ritmos de pop.

"No había un creador como él. No solo son sus letras, también sus melodías y su voz", se despidió el músico Joserra Senperena