- dFeria fue la última feria que se hizo en 2020, acabó coincidiendo con el inicio del confinamiento hace un año. ¿Cómo lo vivió?

-Éramos absolutamente ignorantes de lo que se nos venía encima. Había mucho desconocimiento. El 11 de marzo del año pasado, miércoles, comenzó a cerrarse algún teatro de acreditados que teníamos en la feria, tuvieron que irse corriendo. El jueves la desbandada fue mayor. Terminamos dFeria como pudimos. Es cierto que cuando acaba solemos hacer una valoración del mercado de la feria, pero hacerla nos pareció absurdo porque se procedió a cerrar todo. Nos gustaría saber qué pasó, si se han retomado y se han programado esas obras.

Donostia Kultura comenzó a programar enseguida, desde su vertiente 'online'.

-La actitud de Donostia Kultura ante la pandemia me ha reconfortado, me he sentido muy orgulloso de cómo ha respondido la organización. Fue una programación online hecha ad hoc y remunerando a los artistas. Éramos conscientes de que el sector lo estaba pasando muy mal y que todo se había caído, y apostamos por poner nuestro granito de arena.

¿Qué pasó con las funciones que se suspendieron durante los meses en que los teatros estuvieron cerrados?

-El 80% las conseguimos reprogramar. Eso es un valor pero también es verdad que esas obras ocupan un sitio que no pueden ocupar otras. Si se pierden dos meses y medio, se han perdido. Adquirimos un compromiso y en la medida de lo posible hemos intentado cumplirlo.

De hecho, el Victoria Eugenia fue el primer teatro del Estado en abrir sus puertas.

-Sí, el 10 de junio. Una de las funciones que tiene que hacer la Administración es hacer de tractor. La Administración, mejor o peor, va a poder aguantar, mucho mejor que lo privado. Si se desmantela el sector público se perjudica directamente al ciudadano, que es para quien trabajamos.

Las artes en directo son las más frágiles.

-Te puedo hablar de teatro y danza, pero me imagino que todos los artistas están mal. Todo lo que es en vivo ha sufrido mucho. Viéndolo con perspectiva, todo el desarrollo online hizo su función, pero eso mismo es otro arte, el audiovisual. Había que recuperar lo presencial aunque fuera con limitaciones.

Toda la situación también favoreció que Donostia acogiese algunos estrenos.

-Eran obras que podían haber llegado a Donostia cuatro, cinco o, incluso, seis meses después de sus estrenos, pero la situación hizo que las funciones se convirtiesen en estrenos al llegar aquí. Tampoco le doy demasiada importancia.

¿Donostia está bien posicionada en el circuito de artes escénicas del Estado?

-En teatro se suele hablar del valor de la plaza. Es un valor no cuantificable, muy subjetivo. Puede haber teatros de características similares, pero para los que pese dónde están ubicados. En ese sentido, por toda su tradición Donostia se considera como un sitio a venir. El verano donostiarra, que es de los pocos veranos que se mantiene en el Estado, suele ser fuerte.

Durante los primeros tiempos de la desescalada se prohibió que los intérpretes se tocasen en el escenario, aunque luego cambió. ¿Puede haber danza y teatro sin contacto?

-Cuando se permitió la apertura de los teatros, el LABI permitió las actuaciones de compañías profesionales. Estas suelen hacerse pruebas PCR constantemente, para los ensayos, actuaciones... En Donostia, por ejemplo, no hemos tenido ningún positivo. Tampoco se trata de destrozar los espectáculos, que todos estén con mascarillas... Una coreografía no se podría hacer, por ejemplo. La manera de que salga adelante es con ese control previo.

Durante 2020, pese a las limitaciones, las obras de teatro en euskera tuvieron una grandísima acogida.

-Los datos han sido muy buenos. Creo que en esta pandemia ha habido varios fenómenos. Por un lado, ha habido un público que se ha quedado en casa por miedo. Pero también ha habido una incorporación de públicos nuevos. Los que se quedaron en casa se reincorporarán, pero tenemos el reto de mantener a ese nuevo público. En julio pasado se empezó muy bien. Aitziber Garmendia con Txanogorritxotik otso emera (sei mutil medio) llenó el Victoria Eugenia cuatro veces. Con la llegada de los distintos brotes vivimos frenazos, ventas que iban bien se frenaban. El verano fue irregular en este sentido, pero las funciones en euskera funcionaron todas. Y, posteriormente, ha seguido funcionando muy bien. Jon Plazaola, Zuhaitz Gurrutxaga... la respuesta del teatro en euskera para adultos está dando sus frutos, con todos los factores determinantes de la pandemia.

La previa a dFeria se iniciará hoy con Juan Diego Botto interpretando a García Lorca y continuará el domingo con una versión en euskera de 'Madre coraje'.

-Queríamos que la ciudad viviese la feria con algo más de intensidad. La parte provisional estaba ahí, por eso organizamos la preferia, para ir calentando al ciudadano, para que el público lo disfrute. Este año vamos con Botto y con Ama Kuraia. Tener un Bertolt Brecht en gran formato y en euskera permite resaltar la labor pública que se está haciendo a través del Arriaga.

¿Cómo ha sido la preparación de dFeria para este año?

-Dentro de nuestro optimismo, ni la movimos de fecha. También opino que si no se hubiese podido hacer presencial, no la hubiésemos hecho. Una feria online no vamos a hacer. Hemos podido llegar a este año. ¿Cómo? Con un aforo limitado y reforzando todas las medidas anticovid-19. Cuando programas una función hay un control, pero en una feria, en la que todo el mundo se conoce, en la que se hacen negocios, reuniones, se generan unas circunstancias especiales. Le hemos dado mucha importancia a que todas las situaciones que puedan generarse en la feria estén controladas.

¿Ha bajado el número de acreditados?

-Se han apuntado un montón, no tantos como el año pasado, pero rondarán el 80%. Es mucho con los aforos que tenemos. Hay que tomar decisiones, quién va a poder tener entrada y quién no. Está siendo bastante locura. Intentamos hacerlo lo mejor posible.

¿Cuál es el perfil del acreditado de dFeria? ¿Qué busca?

-Al ser una feria de teatro y danza, hay varios perfiles de gente. Hay un poco de todo: se acreditan dueños de auditorios grandes que programan teatro y danza; hay gente especializada solo en danza; programadores grandes y otros más pequeños. Lo bueno que tiene nuestra feria es que como contamos con espacios y propuestas de todo tipo tenemos una oferta para todas las necesidades. Cada uno se hace su menú particular y va a lo que le va a servir para su trabajo.

En el programa hay mucha propuesta de carácter local.

-La parte de programación vasca no ha cambiado mucho. Suele suponer el 45-50% de la programación y este año nos hemos movido en los mismos porcentajes. En la parte internacional sí que ha repercutido. Vamos a tener a alguna compañía del extranjero. De Portugal, por ejemplo, viene Chapitô, compañía muy prestigiosa. Asimismo, hay tres coreografías del extranjero que son muy pequeñas. Así, en el caso de que no puedan venir, no nos supondrá un roto en la programación. A nivel de acreditados, los internacionales no vendrán porque no les han dejado.

También han duplicado sesiones.

-Algunas, sí. Napoleón o el complejo de épico, de Chapitô, la hemos duplicado porque la sala nos lo permitía. La propuesta Eszena Dantz que incluye varias piezas también la hemos duplicado para dar más oportunidades. En la medida que hemos podido, lo hemos hecho. Pero por la configuración de la feria, no se puede hacer mucho.

Los creadores locales agradecen que dFeria les permita alargar sus circuitos.

-Las compañías vascas, tanto las que están muy implantadas como las que se han sumado más recientemente, tienen aquí a representantes de toda la Red Vasca de Teatros, compuesta por unos 40 espacios. Eso hace que los miembros de esta red, que es la más cercana a la que pueden aspirar, les conozcan aquí. La red siempre hace su asamblea en dFeria y suelen venir una treintena de representantes. Es importante, sobre todo, para compañías que están empezando.

Kukai vuelve con una versión remozada de 'Hnuy illa'.

-Fue el espectáculo que en su momento le hizo a Kukai dar un salto cualitativo. Después de doce años han cogido ese espectáculo emblemático en su trayectoria y, en mi opinión personal, han hecho algo incluso mejor que el original: han hecho una revisión de verdad y han enriquecido el elenco.

También participará la donostiarra Iratxe Ansa, Premio Nacional de Danza 2020.

-Es un orgullo. Iratxe Ansa es una trabajadora nata, muy seria, la sigue mucha gente, tiene una trayectoria impresionante y sigue en la brecha, es imaginativa... Me alegré mucho cuando recibió el premio.

¿Ha habido alguna obra que le hubiese gustado programar y que no haya podido traer?

-Hay una obra argentina que nos encantó pero que no hemos podido traer. Para hacerla tenían que venir quince personas de Argentina; no era posible. Hemos guardado la propuesta, si no es para la feria será para otra cosa. Tampoco hemos incluido Sisiforen Paperak porque necesitábamos dos días de montaje. La selección la hemos hecho entre tres personas. Nos repartimos las propuestas, hicimos cada uno nuestra criba, y luego nos reunimos para conformar el programa. Estamos contentos, pensamos que va a ser una feria divertida, interesante y distinta.

La colaboración de los teatros de las tres capitales y del CDN ha sido muy fructífera en el caso de 'Sisiforen paperak'. Dentro de poco, además, viajará a Madrid.

-Nuestra colaboración con el Arriaga de Bilbao y el Principal de Vitoria comenzó con El hijo del acordeonista. Cuesta tener proyectos tan grandes y que vayan a funcionar. Esta ha sido una oportunidad y la hemos aprovechado.

¿Sería factible que esta colaboración fructificase de esta manera una vez al año?

-Entre los tres teatros mantenemos una colaboración constante. Normalmente se plasma en Antzerkigintza Berriak, pero son espectáculos pequeños. Producir una vez al año algo como Sisiforen paperak sería lo ideal, pero tiene que existir un proyecto que interese a todos. Cada año, quizá, sea demasiado, me sentiría satisfecho si levantásemos uno cada tres años.

Volviendo a dFeria, el lema elegido es 'Futuro'. No se podía haber elegido mejor.

-(Ríe). Dentro del tema que elegimos procuramos que haya espectáculos que hablen sobre ello. Por ejemplo, La Estampida representará el próximo miércoles La cresta de la ola, una obra que roza el realismo mágico y es muy loca. Habla de la ambición de querer lo que tiene el otro. En un determinado momento los personajes se intercambian; los actores no lo hacen pero sí que asumen el rol del otro. Habla de las decisiones que tomamos y que en un futuro ya no tienen vuelta atrás. Swimming Pools, una pieza multidisciplinar de Sleepwalks Collective, una compañía vasco-británica, habla de lo que vamos a dejar a las próximas generaciones.

"Estamos contentos con la programación de dFeria que hemos preparado, pensamos que va a ser divertida, interesante y distinta"

"Me alegré mucho cuando otorgaron el Premio Nacional de Danza a Iratxe Ansa; es una trabajadora nata, seria, imaginativa..."

"Tras el confinamiento fuimos conscientes de que el sector lo estaba pasando muy mal y apostamos por poner nuestro granito de arena"