angana, el número 1 español de las músicas urbanas, siempre lo ha tenido claro. “Mi deseo ha sido trascender y dejar los nichos underground”, aseguraba en el BIME. Ya había dado muestras de ello, pero ahora revela que su deseo es alcanzar el éxito mundial con el disco El madrileño (Sony), en el que abraza múltiples estilos y se acompaña de estrellas de la música popular española y latina como Kiko Veneno, Niño de Elche, Toquinho, Gipsy Kings, Elíades Ochoa y Andrés Calamaro. “Es el disco de mi vida”, dice.

C. Tangana, Antón Álvarez en el DNI y Pucho para su círculo de amistades, parece querer dejar atrás su papel como pionero estatal y abanderado generalista de las músicas urbanas y ahora toma el título de su nuevo disco, El madrileño, como alias. “El que une mundos habría sido pretencioso”, indica. En cierto modo lo hace en su nuevo álbum, que conecta Montevideo, Buenos Aires, Madrid, Miami y México DF.

Pucho da el salto que lleva persiguiendo quince años al firmar uno de los discos que pueden marcar un antes y un después en la música española, como sucedió con El mal querer, de Rosalía, hace tres años, en el que él tuvo mucho que ver en composición y arreglos. Aquel adolescente que despuntó como Crema bajo el amparo del colectivo Agorazein, con el rap como medio de expresión, ya cantaba en su debut, Ídolo, que “soy el hombre del año, sé que to’s lo veis”.

Confianza no le faltaba. Después se jactaba, en Yelo, de haber “cambiado la industria de un país entero”. Tenía razón. Pero el rap y su posterior abrazo a los sonidos urbanos y el reguetón se le quedó pequeño. Como aseguró en el BIME, “mi intención siempre ha sido trascender y dejar los nichos underground”. Y lo consigue con El madrileño, tercer disco de su carrera, a sus 30 años.

Lo hace aludiendo a un viaje de 15 años marcado por la búsqueda de la originalidad y una rubicunda personalidad que le desmarque de los cánones encorsertados y establecidos. Y en ello anda, de Madrid al mundo, sin prejuicios estilísticos ni generacionales. Con su culo en el presente, pero nutriéndose del pasado para proyectarse hacia el futuro.

Su éxito paulatino le ha hecho viajar a EEUU, Centroamérica y el Cono Sur, y ha mamado de sus músicas. Se advierte en los 14 temas de El madrileño, un disco “más espontáneo”. Tangana lleva tres años trabajando en él, en su conversión en una estrella pop que asienta sólidamente sus raíces en la música popular de España y Latinoamérica.

Sonidos nuevos, pero nacidos de lo popular y con la colaboración de leyendas del pop, el rock y el folclore. Sin prejuicios, combinando los tambores y cornetas de la banda Rosario de Cádiz con el latido urbano y guiño al pasodoble Campanera, de Joselito, en Demasiadas mujeres, en la que repasa su vida amorosa y se muestra vulnerable.

¿Y qué decir de Tú me dejaste de querer, con Niño de Elche y La Húngara, donde junta a Los Chichos con bachata y auto-tune? ¿O de la ávida Comerte entera, su indagación en la bossa junto a Toquinho y a Barbara Lennie en su vídeo? El resto no baja el listón, con Jorge Drexler en Nominao, diatriba orgánica y con groove sobre la inexplicabilidad del éxito; Calamaro, en la rockera Hong Kong, y Kiko Veneno, que hace suya Los tontos...

Sigue rumbero en Ingobernable, con Gipsy Kings; se escora hacia el corrido con Carin León y Adriel Favela; firma un bolerazo r&b con Omar Apollo; se pone guajiro con el cubano Eliades Ochoa; acerca a José Feliciano a la rumba; recupera a Pepe Blanco, Rosario y Alejandro Sanz... “Antes de morir quiero el cielo”, cantaba con Rosalía en Antes de morirme. Ahora, lo tiene más cerca que nunca; y no, no son ilusiones.