uando Dorothy llegó a Oz se dio cuenta, obviamente, de que ya no estaba en Kansas. Así se lo dijo a Totó. Su vida anodina en blanco y negro pasó a un chillón technicolor. Un tornado trastornó su vida, la apartó de su casa y su familia, y la aisló durante un breve periodo de tiempo. Esto también ha dejado de ser Kansas y solo nos queda transitar por el camino de baldosas amarillas; aceptar las cosas como son, asumir que Gina Gershon (en la imagen junto a Rebordinos) no quiera quitarse la mascarilla para una foto; que no haya alfombra roja; que no haya tantos pases; que las cosas sean diferentes. Todo ello cuando lo único que importa es eso que se mantiene inmutable. Porque lo que nos interesa es lo que hay tras la cortina al final de esa calzada azulejada: un sinfín de oportunidades en cada sala, ventanas a otros mundos de Oz que solo el Zinemaldia puede abrir.