e escrito el libro que yo no encontraba”. Miguel Usabiaga, en su afán por recuperar la memoria y histórica y de poner en valor el papel de aquellos que “lucharon por un mundo mejor”, ha publicado el libro Donostia rebelde, obra que se hizo con el VI Premio de Ensayo Rara Avis y que se presentó ayer en la sala de actividades de la Biblioteca Central de la capital, dentro del programad organizado por la Feria del Libro que estos días se celebra en la plaza de Gipuzkoa.

Usabiaga ha escrito “una guía de la memoria democrática y antifascista de la ciudad”, aseguró la juntera de Elkarrekin Podemos, Arantza González, que actuó de maestra de ceremonias en la presentación de Donostia rebelde. El ensayo propone varios recorridos por la capital con los que el autor recupera sucesos de comunistas, socialistas, anarquistas y de aquellos que lucharon contra Franco.

El hijo del histórico militante comunista Marcelo Usabiaga recordó cómo surgió el proyecto, para lo que se remontó a la época de la Capitalidad de la Cultura 2016, pues una de las iniciativas a realizar que se puso sobre la mesa fue la de crear una guía literaria de la ciudad.

Aquella propuesta le permitió a Usabiaga imaginar “una contraguía”, la de la “Donostia de la gente que se movía”, aquella que él no veía en los libros de historia, ni que se veía reflejada en la calle de la ciudad. El manual “oficial” de Donostia 2016 jamás se llevó a cabo, la versión alternativa, en cambio, ha llegado a las librerías de mano de Ediciones Irreverentes. El autor reconoció que es “un libro parcial”, dado que habla de aquellos que lucharon y dieron la vida por “un mundo mejor”, y como cualquier guía de visita de una ciudad se estructura en recorridos -el ensayo incluye mapas-.

Por ejemplo, el primer itinerario lleva al lector hasta el reloj de Ategorrieta, al 27 de mayo de 1931, con la II República ya declarada. Tras un mes de huelga, una manifestación de pescadores y sus familiares, impulsada por La Unión, sindicato de influencia anarquista y comunista, se saldó con ocho fallecidos a manos de la Guardia Civil. Usabiaga reconoció que, si bien no es un hecho desconocido, es importante recordarlo: “Ocho muertos en una manifestación no creo que sea muy habitual”.

Lugares ya desaparecidos como el frontón Urumea, que se situaba en frente del Victoria Eugenia, en la otra orilla del río -“los grandes mítines se hacían aquí”- o el Centro Republicano que se situaba en la calle Garibai, en el que se reunieron los impulsores que acordaron de palabra el Pacto de San Sebastián tras concluir que congregarse en el Hotel de Londres podía llamar la atención, son enclaves que se recuperan en este ensayo y que se suman a nombres como el de Tacho Amilibia, Juan Astigarrabía o Ignacio Campoamor -hermano de Clara Campoamor- para que no se pierdan en la historia de una ciudad que es algo más que su imagen de postal.

Miguel Usabiaga escribe el libro que “no encontraba”, en el que recupera la memoria de “la Donostia de la gente que se movía”