cudir a un concierto punk del que no es posible saltar del asiento, disfrutar de una banda mítica sin poder abrazarse a amigos o bailar al ritmo de un grupo de electrónica respetando los dos metros de distancia. Todas estas opciones serán posible en Euskadi a partir de mañana, pero muy pocas salas están dispuestas a programar una actuación en directo que parece tan alejada de su esencia. "Vemos las medidas que se tienen que dar para hacer un concierto y pensamos, ¿y cómo hacemos todo eso?", se preguntan los locales mientras citan todas las dudas que les corroen: la rentabilidad de las actuaciones con aforo limitado, el control de las distancias de seguridad y el uso de mascarilla, la falta de grupos internacionales y si los artistas locales serán reclamo suficiente...

Con la entrada en la fase 3, las actividades culturales en lugares cerrados son posibles con un aforo del 60% hasta un máximo de 80 personas y con butaca preasignada. Una primera medida que no convence a casi ninguna sala de Gipuzkoa para reabrir sus puertas.

"Con un tercio de nuestro aforo es imposible. Muchas de las actividades que organizamos son de formato pequeño y no serían sostenibles. Por ahora, no pensamos en abrir", cuenta Álex López, de la sala Dabadaba de Donostia, añadiendo que hasta tener garantizado dos tercios del aforo "no nos atreveríamos a volver".

El Doka Kafe Antzokia de la capital guipuzcoana fue uno de los primeros en programar actividad con público. Lo hizo el miércoles de la semana pasada, cuando 20 personas pudieron disfrutar de un bertso saioa en directo. "Casi hasta el último momento no sabíamos si podíamos organizarlo. Llamamos al Gobierno Vasco y ni ellos mismos sabían qué decirnos. Al final, nos dijeron que preguntásemos directamente a la Ertzaintza y ellos nos confirmaron que sí podíamos", explica Eneko Aritza, quien desvela que este bertso saioa se enmarcó dentro de los conciertos en streaming que han estado realizando durante el confinamiento "por seguir haciendo algo y dejar que los grupos pudieran seguir tocando".

Hasta octubre y noviembre no están pensando en volver a programar conciertos con público en directo, ya que hacerlo ahora "con sillas y con la distancia de seguridad no es rentable". Por lo tanto, por el momento, continuarán con actividades similares a las que han estado llevando a cabo durante el encierro mientras esperan conocer cuándo y, sobre todo, cómo podrán abrir en el horario nocturno como discoteca: "Tengo muchísimas dudas de que nos vayan a dejar en un plazo corto. Solo hay que ver dónde se han dado los focos de contagio nuevos europeos y asiáticos. Además, ¿cómo le vamos a decir a alguien a las tres de la mañana, cuando lleve unas copas encima, que tiene que mantener las distancias y que se ponga bien la mascarilla? ¿Quién va a tener que controlar que eso se cumpla? Lo que está claro es que a quien nos van a multar será a nosotros".

"Y el tema del consumo y las mascarillas, ¿qué? Va ser muy raro y no tenemos ni idea de cómo se puede gestionar eso", se pregunta al respecto López.

A todo esto hay que sumar la limitación de aforo, ya que con un 50 o un 60% "no nos vale". "Ahora mismo tenemos a casi toda la plantilla en ERTE, si abrimos y solo tenemos el 30% del aforo no vamos a poder pagar los gastos", añade Aritza.

Desde la sala Pagoa de Oiartzun, que en los últimos años ha ido dejando de lado la música en directo por los bailes de adultos, opinan que los locales culturales y de ocio "seremos los últimos de la película". "Hemos suspendido todo. Lo veo muy complicado. Es imposible mantener las distancias de seguridad para bailar. Es algo que no tiene sentido", opina José Ángel Arbelaitz, propietario de este establecimiento que, por ahora, únicamente ha abierto la terraza.

solo artistas locales

El modo de cómo se va a poder disfrutar de un concierto va a cambiar a partir de ahora. Pensar en estos momentos en aglomeraciones de personas saltando, gente bailando sin mantener las distancias y bebiendo en un espacio cerrado sin ningún problema parece una quimera. Por este motivo, las salas prefieren aguardar y ver cómo evoluciona el asunto.

El problema está en que "vamos viendo cada semana el plan, pero este cambia constantemente". "Vemos cómo se está planteando hacer los conciertos y pensamos, ¿cómo vamos a poder hacer eso?", se preguntan desde Doka.

Lo más realista en estos momentos es pensar en conciertos al aire libre, cuyas condiciones -un aforo del 60% con 1.000 personas como máximo y asiento preasignado- son más asequibles de asumir. De hecho, las primeras actividades culturales que se han dado en Gipuzkoa tras el confinamiento han sido así, como es el caso del bertso saioa que celebraron este viernes en Amasa-Villabona con 160 espectadores divididos en dos grupos.

"Son la única alternativa, pero si tenemos que pagar al artista, a nosotros no nos da. Algunos estarían dispuestos a tocar como sea, pero nuestra filosofía es que lo hagan cobrando", apunta Aritza.

Parece que, con el paso de las semanas, las condiciones para realizar conciertos en salas se irán flexibilizando, pero ¿qué grupos se podrían programar? "Lo internacional está descartado. Dependemos de si el público va a responder y lo local no suele contar con tanta gente como los de fuera", responde López, quien espera en el Dabadaba a las bandas europeas en otoño: "Hay una predisposición de ellas para venir. De hecho, muchos conciertos han pasado a fechas nuevas, pero mi intuición es que será complicado".

"Ni siquiera los artistas saben si será rentable girar. Igual se bajan el caché para poder hacerlo, pero eso tiene un riesgo, y es que luego nadie quiera contratarlos por más", apunta Aritza.

Ni siquiera la cancelación de los festivales y las fiestas municipales garantiza que la gente acuda a las salas para poder disfrutar de un concierto en directo. "Siempre he dicho que no somos una competencia para ellos. Podemos convivir y no creo que se produzca un trasvase de gente", prevén desde Dabadaba.

Ante tal situación, a las salas de conciertos no les queda otra que darle al pause y esperar a que el verano traiga notas consigo más positivas que permitan retomar las agendas.

"Lo internacional está descartado. Dependerá de si el público va a responder a lo local"

Sala Dabadaba de Donostia

"Volver a programar conciertos con público con sillas y la distancia no es rentable"

Doka Kafe Antzokia de Donostia

"Seremos los últimos de la película. Hemos suspendido todo y lo veo muy complicado"

Sala Pagoa de Oiartzun