- Con gran prudencia, ante la incertidumbre de lo que puede ocurrir y de la posibilidad de un rebrote, José Luis Rebordinos habla con este periódico sobre las novedades de la 68ª edición del Zinemaldia, en una realidad en la que el equipo del Festival Internacional de Cine va tomando decisiones semana a semana.

El viernes empezó el festival de cine virtual We Are One. ¿Qué supone que 21 de los encuentros cinematográficos más importantes se unan para una iniciativa de este tipo?

-En nuestro caso, por ejemplo, un festival de este tipo permite dar una segunda oportunidad a un tipo de materiales, como películas en nuestro caso, que se han podido ver en tu propio país pero no tanto a nivel internacional. Festivales como el We Are One pueden permitir que una o dos veces al año podamos poner en valor materiales interesantes.

¿Y por otro?

-Aunque haya algunas competencias obligadas por reglamentos, los festivales tenemos muchas cosas en común y colaboramos mucho durante el año. Hablamos mucho, nos contamos cosas, nos damos información... Nos permite visibilizar que, pese a lo que a veces se dice en los medios, los festivales no somos enemigos entre nosotros; en general, la relación es bastante buena.

Este festival en Internet llega en un momento en la que se está haciendo una reflexión al respecto.

-La pandemia ha acelerado un proceso de reflexión y de transformación que se estaba produciendo. En el momento en el que los ciudadanos podemos acceder a materiales a través de un montón de dispositivos electrónicos diferentes, la forma de ver cine va a cambiar y será a mejor. Pero cuando se plantea un enfrentamiento entre el cine presencial en salas y el online, lo que se hace es plantearse un falso debate. Lo que hay que ver cómo cada una de esas posibilidades complementa a la otra.

¿Un festival de cine ‘online’ es en puridad un festival de cine?

-Pienso que un festival online sigue siendo un festival; lo que ocurre es que hay que ver para qué tipo de películas. Obviamente, una película que está sin estrenar y que espera hacer una carrera comercial brutal es difícil que salga directamente online; aunque los grandes estudios empiezan hacer algunos estrenos así. Lo único que me parece preocupante es que la pandemia acelere todo esto y que se produzca de una manera desorganizada.

¿A qué se refiere?

-La transformación debe seguir y de conseguir que las salas salgan reforzadas. Para eso tiene que haber un periodo de tiempo de evolución y las condiciones de cómo se proyectan las películas en las salas debe cambiar. Te pongo un ejemplo como espectador, no como director del Zinemaldia. ¿Qué es lo que queremos los ciudadanos? Queremos que cuando se estrene una película pueda verse donde se quiera. Si me da la gana me voy a una sala, pero si no puedo me la pongo en mi casa. Me parece que esto llegará, porque los espectadores mandan. Pero para que llegue tienen que cambiar las cosas.

¿Qué cosas?

-Pongamos por caso que un exhibidor paga de media por sala un 60% o 65% de la recaudación. Si a esa película, el mismo día en el que se estrena, se puede acceder desde todos los hogares, el exhibidor no puede pagar eso. Quizá deba pagar en ese caso un 25% o un 30%. Con este ejemplo quiero decir que este proceso se tiene que ir produciendo, pero con una serie de transformaciones que garanticen que las salas no desaparezcan por el camino. Insisto: hagamos una transformación que permita que esto funcione. De la misma manera, los estados y la Comunidad Europea tendrán que regular qué impuestos tienen que pagar las plataformas, dónde, cómo, qué tienen que invertir en cine europeo o cine español, etcétera.

¿Prevé ante las reducciones de aforo que algunas de las secciones de la 68ª edición se exhiban así?

-Las películas se van a proyectar presencialmente para público; por lo menos, la Sección Oficial y Nuevos Directores. Si no pudiésemos hacerlo, no haríamos el festival. En cuanto al resto, creemos que con un 50% del aforo, se puede hacer presencial. Habrá menos público, algo menos de industria y de medios de comunicación. Insisto digo, probablemente, porque no tenemos ninguna certeza de nada todavía a estas alturas. Puede ser que las actividades de industria sí que puedan ser online, pero no hay nada decidido.

Volviendo al We Are One, el Zinemaldia ha programado una Concha de Oro y dos cintas vascas. Parece casi una carta de presentación.

-Podíamos haber elegido tantas... The Disaster Artist, de James Franco, por ejemplo; una película que a mí me hace mucha gracia, pero había que tener en cuenta ciertas cuestiones. Por un lado, se nos pedía que fuesen películas que no hubiesen tenido una vida en plataformas internacionales. Nosotros, por otra parte, teníamos claro que debían ser películas que ya hubiesen tenido una vida y estaban estrenadas porque, nosotros, los estrenos preferimos hacerlos en sala. Apostamos porque nuestra aportación pusiese el foco sobre nuestro cine.

Han elegido la ganadora de la Concha de Oro en 2011, ‘Los pasos dobles’, de Isaki Lacuesta.

-Isaki Lacuesta, que ha ganado dos Conchas de Oro, nos pareció un estupendo representante de un tipo de cine de los muchos que se ven en el Zinemaldia y Los pasos dobles nos parecía que era una película que había tenido un recorrido internacional por debajo de lo que se merecía.

‘Dantza’ se exhibió en la Sección Oficial como proyección especial.

-Buscamos una segunda más cercana a nosotros. No están La trinchera infinita o Loreak, es cierto, pero son películas que han tenido un recorrido internacional mucho más fuerte y están en plataformas. Dantza es una película que nos gusta mucho y que en su día nos sorprendió mucho y pensamos que fuera también podía sorprender. Además, ganó el primer premio Glocal in Progress.

¿Por qué apostar por una cinta gastronómica como ‘Mugaritz BSO’?

-Nos lo pidió Tribeca.Su director artístico, Frederic Boyer, un buen amigo que viene todos los años al Zinemaldia. Ellos también tienen una sección de cine y gastronomía; nos comentó que, ya que hay tanta tradición gastronómica aquí, podíamos programar una en ese sentido. Además, ellos quieren que sean películas para disfrutar, no durísimas y complicadísimas. Mugaritz BSO inauguró la sección Culinary Zinema en su día y habla sobre, entre los grandes restaurantes, el más loco, en el buen sentido de la palabra, el más juguetón, el que es una fiesta delirante.

¿Cómo trabaja actualmente el equipo del Zinemaldia?

-Hasta hace muy poquito teletrabajábamos todos. Y en este momento hemos dado opción a quien quiera seguir trabajando así o, si no, hacerlo de forma presencial; estamos adaptando los puestos para que así sea. La mayoría va a seguir trabajando desde casa, aunque ya hay una parte del equipo que ya está en la oficina. Yo hay días que voy y otros que no; depende lo que tenga que hacer. Por necesidad, a medida que se acerque el festival, se irán reincorporando a la oficina.

¿Cómo funciona el comité de selección y el de dirección?

-Como siempre. Algunos del comité de selección están en Madrid o en Barcelona; nuestros delegados están en todo el mundo. Lo único que ha variado es que no viajamos. Teníamos que haber estado en Cannes, teníamos pendiente un viaje a París, otro a Londres... Las películas las vemos por enlace.

Quizá eso haya llegado para quedarse también; quizá no haya ya tantos desplazamientos.

-No sé si habrá menos. Nosotros vamos a donde necesitamos ir. Como decía, ahora teníamos que haber ido a Londres. Todas las películas también las podemos ver aquí, pero cuando vamos hacemos citas con productores y con distribuidores internacionales. A veces llegas un lunes y hay tres películas que quieres ver y que te han dicho que no las vas a ver, pero antes de irte el viernes lo has hecho porque has negociado, porque has estado con ellos... En el mercado de Cannes suelo hacer entre 14 y 19 citas diarias, ahora que será online haré menos y por una videollamada todo es más frío.

¿En el tiempo que lleva como director ha vivido un momento con tanta incertidumbre?

-Me cuesta comparar este momento con la anterior crisis. Llegué en el 2011, que fue un año durísimo; las empresas estaban realmente asustadas. Ahora existe también esa incertidumbre, pero cuando hablas con la gente que sabe de estas cosas, en general, te dicen que viene una crisis tremenda, pero que quizá pueda pasar antes que la anterior dado que lo que hemos vivido ha sido un parón y no una crisis estructural como aquella. Este año está siendo muy duro, pero el que viene será muy complejo también. Esperemos que para 2022 las cosas mejoren.

¿Esta situación afecta al Zinemaldia a nivel de patrocinios?

-En torno al 42% de nuestra financiación viene de patrocinadores, publicidad y taquilla. Solo en taquilla, si nos vamos a un aforo máximo del 50%, podemos estar hablando de una pérdida de 400.000 euros. Habrá que ver qué soportes tenemos en publicidad, al ser un festival más pequeño bajará algo la publicidad. Pero, en general, los patrocinadores están aguantando muy bien; la gran mayoría están aguantando tal cual. Tenemos que agradecer su apoyo. Ahí no va a haber grandes cambios. Sí sufrimos con los que patrocinan fiestas; no van a poder hacerse.

¿Cuando presentarán las primeras novedades?

-Espero que este mes podamos hacer una pequeña rueda de prensa, nos gustaría que fuese presencial, para presentar el cartel. También nos gustaría ir contando qué películas estarán, sobre todo, para animar a la gente. El 50% de la programación está cerrada, vamos a ser optimistas. A ver si pronto empezamos a cortar.

Con la reducción de aforo, ¿prevén prescindir de alguna sala?

-No hay ninguna certeza. Todo lo que pueda contar es un “Pensamos qué...”. A día de hoy, nos da la impresión que vamos a un Zinemaldia con un aforo del 50% probablemente. Tenemos que estudiar si en algún complejo como el Príncipe, que tiene seis salas, si conviene usar solo cuatro por el tema de las colas. No es solo cómo metes a la gente, sino cómo espera. Tenemos que estudiar qué hacer con el Velódromo. Tienes que tener un fuerte sentido de la responsabilidad. Hay que intentar que el festival sea lo más agradable posible dentro de las dificultades que va a haber este año para la gente.

¿Habrá alfombra roja?

-A día de hoy, habrá alfombra roja para profesionales, para medios gráficos, para entrevistas... Hay ocasiones en las que en una alfombra roja se reúnen 2.000 personas del público cuando viene un actor potente. No parece que eso ahora sea viable, vamos a esperar. Vamos a ver si podemos ir al 100% en las salas y si podemos poner vallas para que el público disfrute, aunque este año vengan algunos menos.

¿Habrá estrellas internacionales?

-Seguro. Lo que probablemente es que sean de marcado carácter europeo. Eso no quita que pueda haber. Hay asiáticos que nos están confirmando que vendrán. Va a ser más difícil que haya estrellas americanas y latinoamericanas. Pero insisto, aún estamos a finales de mayo y aún queda mucho. Tomamos decisiones semana a semana.

¿Los premios Donostia están bien encaminados?

-Hay uno que está muy bien encaminado (ríe).Nos gusta que sean dos o tres. Depende del año, si es un año especial, por un aniversario y han sido más. Y cuando ha habido uno es porque no hemos conseguido un segundo, nunca lo hemos escondido. Este año pensamos un poco en lo mismo.

Thierry Frémaux anunciará en los próximos días las películas con ‘sello Cannes’. ¿Veremos alguna en Donostia?

-Para nosotros no es ningún problema, al contrario. Si alguna película no ha podido estar en Cannes, el festival más importante del mundo, y quiere estar en Donostia, para nosotros es un honor; además como están sin estrenar cumplen todos los reglamentos.

Por lo tanto, en Sección Oficial puede haber una o más películas con el ‘sello Cannes’.

-Sí. A día de hoy ya sabemos por lo menos de una y seguro que habrá unas cuantas a competición. Son películas muy muy buenas. Estamos detrás de algunas que iban a estar en Cannes y que nos encantaría tenerlas. No tenemos ningún problema y es, además, una manera de mostrar solidaridad con Cannes.

Por otro lado, algunas que esperaban se habrán retrasado.

-Algunas que teníamos en el radar, no van a llegar. No se han podido acabar de rodar o no llegan con la posproducción. Luego se da otro fenómeno, el de la exhibición. Hay películas terminadas que si no se van a estrenar hasta marzo de 2021, las distribuidoras no le ven sentido venir al Zinemaldia y prefieren esperar a la Berlinale. También es lógico. Ahora los cines abren en Francia con ciertas restricciones. Si hay películas que consiguen un estreno antes de fin de año, también nos podrá ayudar.

¿Qué me puede decir de las producciones vascas para este año?

-Hemos tenido años con grandes locomotoras como Loreak, Handia o La trinchera infinita, con una presencia internacional y estatal fuerte. No sé si este año va a haber una locomotora como esa, aún estamos viendo cosas, pero sí tengo la impresión de que va a haber un buen abanico de películas vascas en las secciones más importantes. Hemos visto cosas que están muy bien. Tengo esperanza de que a competición vaya alguna. No hay cuotas, puede no haberla. Solo la programaríamos si es buena. También albergo la esperanza de que en Nuevos Directores también haya.

¿Han visto ya la película que Woody Allen rodó en Donostia?

-La hemos visto. La película está muy bien y, además de estar muy bien, va a encantar a Donostia, es un canto de amor a la ciudad y al propio festival. No engañamos a nadie, estamos intentando que la premiere mundial sea en Donostia y estamos hablando con la productora española y con los americanos. Pero tenemos que ver cómo va a ser el festival para ofrecerles cosas concretas. Todavía hay que esperar, y trabajamos por ello. Si hay una película que tiene sentido que se estrene en Donostia, es esta. Con toda la que ha caído, el poder ver esta película puede ser un chute de ilusión y de optimismo para los donostiarras.

Hace un cameo en la película, ¿ha permanecido en el corte final?

-Ha quedado, sí (ríe). No es lo mejor de la película (ríe). Simplemente, aparezco con un par de compañeras.