El carpintero de ribera es un viejo oficio en desuso, de esos tan especiales en peligro de extinción, que se ocupa de la construcción artesanal de embarcaciones en madera. Y ahora lo será aún más, porque Esteban Gozategi se jubila de la profesión en la que empezó con solo 12 años y que ahora concluye poniendo punto y final a su última década profesional en la Factoría Albaola, pero también a toda una vida laboral y de amor a algo más que su profesión: el oficio de toda una vida.
Esteban Gozategi tenía 12 años cuando su padre, Agustín Gozategi, le llevó como aprendiz y ayudante a su trabajo en el antiguo astillero Mutiozabal de Orio, donde construía y reparaba barcos de madera junto a otro socio. Desde los 12 años de edad hasta los 16 aprendió el oficio. Después, debido a una notable bajada en la producción de este tipo de barcos de bajura, se puso a estudiar mecánica. Ya con 21 años, tras volver del servicio militar, se incorporó de nuevo al astillero a trabajar junto a su padre. “En este momento ya los encargos se habían reducido a realizar reparaciones”, recuerda Esteban, “y en la última etapa del astillero, trabajaba para otros astilleros y como mantenimiento. Ya era muy difícil”. Reflejo del abandono de la madera como material para la construcción naval.
Esteban fue contratado en 2011, a los 57 años, por la asociación Albaola para trabajar como carpintero de ribera construyendo la nao San Juan. “No me lo podía creer. Ni la oportunidad de poder seguir trabajando haciendo lo que sé y lo que me gusta, ni el hecho de que se tratase de un ballenero del siglo XVI. Ha sido un final profesional muy bonito, donde he podido compartir con mis compañeros todo lo que sé sobre la carpintería de ribera y he podido participar en este objetivo de mantener vivo este oficio que bien me enseñó mi padre”, explica.
Tras casi una década en Albaola, se jubila satisfecho de haber sabido transmitir todo su conocimiento a las nuevas generaciones que han cogido su relevo y van a mantener este saber hacer tradicional. No solo ha enseñado a sus compañeros, también al alumnado de la escuela de carpintería de ribera de Albaola y a otros muchos que han venido a realizar sus prácticas desde otros países a la Factoría. Así, este maestro artesano ha transmitido un oficio en desuso que ahora tiene savia nueva mientras disfruta de un merecido descanso.