Barcelona - Carnaval psicodélico en el planeta Manga; así se tituló una crónica de 2002 sobre el fenómeno del cosplay y el respectivo concurso, bautizado como “estupefaciente”, que se celebró en la octava edición del Salón del Manga de Barcelona. Este recorte de prensa, inmortalizado en la exposición conmemorativa de los 25 años del Manga Barcelona, da cuenta ahora, 17 años después, de cómo se ha popularizado esta subcultura japonesa, basada en vestirse e interpretar personajes de ficción, que cada año inunda el salón, y cómo ha evolucionado su percepción. A día de hoy, el ganador del concurso de cosplay del Manga Barcelona se convierte en el representante español del World Cosplay Summit, el mayor concurso internacional con 40 países participantes.
La motivación que lleva a miles de jóvenes, y no tan jóvenes, a invertir dinero y tiempo para asemejarse a sus personajes de ficción favoritos es simple: “Porque me gusta”, repiten. No necesitan más justificación y en el Manga Barcelona encuentran un entorno idóneo para hacerlo.
Este es el primer año que Berzan, Víctor y Jan, tres amigos de 16 años, han decidido hacer cosplay en el salón: “Nos sentimos muy cómodos, aquí hay mucha gente que tiene los mismos gustos que nosotros, así que es mucho más fácil”, explican estos adolescentes que admiten reticencias en un entorno menos comprensivo.
Espuma de poliuretano, goma eva, prótesis de látex, pintura acrílica o tubos de pvc son algunos de los materiales que emplean los cosplayers para sus vestidos, espadas, lanzas y demás complementos. Escuchándolos, su tarea suena más a la de carpintero que a la de modista, aunque la maña con la máquina de coser y las telas también es imprescindible. La popularidad del Manga Barcelona, el segundo encuentro europeo de este tipo con más asistencia, hace que personas de otros países vengan expresamente durante los cuatro días de salón. - Efe