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La Quincena Musical desde los tiempos de Mussolini

san telmo acoge una exposición retrospectiva sobre las 80 ediciones del festival desde su fundación en 1939

La Quincena Musical desde los tiempos de MussoliniFoto: Esti Veintemillas

Una exposición sobre lo “intangible” y sobre lo “efímero”. Eso es lo que ha conseguido el Museo San Telmo en la muestra que inaugura en su sala Laboratorio y en la que homenajea las ocho décadas de la Quincena Musical, desde que se celebró la primera en 1939, tras la Guerra Civil; unos primeros momentos en los que el festival tuvo como “esponsor principal” al Gobierno fascista de Benito Mussolini. No obstante, la gran virtud de este programa, que ha vivido una mitad de su vida bajo el franquismo y la otra mitad en democracia, ha sido el de saber adaptarse a los tiempos.

En la presentación ayer de San Sebastián suena. 80 Quincena musical, el concejal de Cultura de Donostia, Jon Insausti, recordó los “momentos difíciles” en los que surgió este programa de música clásica, como una manera de “normalizar la situación” tras la contienda: “Al principio era más elitista, pero ha sabido evolucionar y que todos los donostiarras lo sientan como propio”.

Precisamente, durante muchos años, se ubicó como parte de la propaganda cultural franquista hasta que a finales de los 70 se produjo un cambio en la línea editorial del programa -una gran presión social provocó la dimisión de Francisco Ferrer, director del encuentro entre 1958 y 1979-. La Quincena comenzó a dejar a un lado su carácter elitista, sacó los escenarios a la calle y también empezó a poner el foco en obras y autores vascos.

El director de este festival que se celebra en agosto, Patrick Alfaya, que asistió a la rueda de prensa con Insausti, la máxima responsable de San Telmo, Susana Soto, y el artista sonoro Mikel Arce, comentó que una de las preocupaciones principales a la hora de conformar la exposición era el tema en sí mismo. ¿Cómo abordar el “recuerdo” y la “impresión” que deja sobre los espectadores un concierto?

Ante esta problemática, apostaron por “recoger lo especial” de la historia de la Quincena Musical, más allá de los nombres de aquellos que participaron en ella. Para ello, la muestra se divide en dos apartados: por un lado, una línea temporal que cuenta la evolución del encuentro a través de portadas de programas y los carteles de cada edición -incluyendo los últimos a cargo de artistas como Juan Luis Goenaga o Itziar Okariz- y, por otro, un espacio pone en relación la ópera, danza, música vocal e instrumental, cuatro de los ejes del festival.

línea temporal La narración histórica de esta programación de música clásica, una de las más antiguas de Europa, comienza en 1939, cuando el Ayuntamiento aprobó en primavera la propuesta del joven director César Mendoza Lasalle de crear el Mes Musical de San Sebastián, que se celebró por primera y única vez en el antiguo edificio del Kursaal -hasta la inauguración del actual palacio de congresos, la sede permanente fue el Victoria Eugenia-.

Desde el primer año percibió “un apoyo del gobierno fascista italiano”, colaboración que se mantuvo tras el final de la Segunda Guerra Mundial, una vez caído Mussolini e instaurada la República. El mantenimiento de esta aportación, tras el cambio de régimen, es, a juicio de los organizadores de la exposición, derivado de la tradición operística de Italia. Asimismo, el Desembarco de Normandía un año antes impidió la participación de la Filarmónica de Berlín y de artistas italianos de ópera, y “oficialmente” la Quincena no se celebró, aunque el Kursaal programó una temporada de ópera italiana.

Durante las dos primeras décadas, este género tuvo mucho peso, con hasta seis títulos diferentes por año, cuestión que paulatinamente fue desapareciendo hasta la última obra representada en 1972. Tuvieron que pasar hasta 15 años para que se recuperase una representación de ópera: “Solemos pensar que es una constante, pero no es verdad” -durante el tiempo que no hubo ópera se programó teatro clásico español-.

Con la creación del Ministerio de Información y Turismo a principios de los 50, comenzó la aplicación de la “política cultural de Fraga” y se crearon los encuentros de Santander y Granada, que junto con el de Donostia, se incluirían en los llamados Festivales de España. Se exhiben, incluso, la portada de 1963 en la que se prescinde del nombre Quincena Musical, para volver a utilizarse el nombre original un año después.

La colaboración con el país mediterráneo continuó durante años, aunque con algún bache. En 1960 no se celebró el festival, debido a desacuerdos “político-culturales” entre la España del dictador Francisco Franco y la República italiana. La propaganda política de la época llegó a cambiar la numeración del festival: la de 1963 se enumeró como la 23ª, mientras que la de un año después se cifró como la 25ª para hacerla coincidir con los 25 años de paz franquista. “A veces nos confundimos con las ediciones. Algunas se celebraron de otra manera pero se contabilizan como ediciones, pero aquí se truca”, comentó la técnica de San Telmo Agurtzane Garai, a lo que Alfaya bromeó diciendo él suele decir que en 81 años de festival ha habido “79 ediciones más una”.

En 1979, en vez de programarse en verano, se hizo de forma premeditada en Navidad. “La Quincena cambia porque la sociedad cambia”, se refirió Garai a aquella época en la que el festival, en plena crisis económica, recibió “muchísimas críticas” por su elitismo. Después de la dimisión de Ferrer y al no tener tiempo material para hacerlo en agosto, se preparó una edición especial en Navidad por temor a que si no se hacía, el encuentro iba a desaparecer.

Cuatro años más tarde surgió el Ciclo de Órgano y en 1984 comenzó a encargar obra. Y así, progresivamente, se fue configurando la Quincena que conocemos hoy en día.

cuatro áreas Una segundo apartado explica los cuatro principales ejes de la Quincena. Además de la ópera, la danza es otra de las grandes protagonista de su historia, dado que tiene una presencia “constante” ya desde la primera edición, cuando se programaron tres espectáculos de este tipo. En este tiempo ha destacado por apostar el ballet clásico y la danza española pero, sobre todo, por las propuestas contemporáneas y vanguardistas.

En cuanto a música coral, la exposición habla de la presencia de las masas corales, “uno de los iconos” del festival. Asimismo, recuerda a las más de 70 orquestas, 140 agrupaciones, 500 solistas y 200 directores que han actuado en Donostia.

instalación sonora San Sebastián suena. 80 Quincena musical se completa con dos instalaciones sonoras del artista Mikel Arce. La primera se ubica dentro de la sala Laboratorio y se basa en la “reconversión de las frecuencias sonoras en un haz estrecho de ondas ultrasónicas”. Árbol Schaefferiano se compone de una especie de altavoces que proyectan sonidos a distintos puntos de la sala.

Situada en el patio de este espacio se encuentra la segunda instalación de Arce, titulada Transducciones del ambiente de San Telmo: Un paisaje sonoro en tiempo real. Mediante sensores que miden el movimiento de la tierra y el aire, y los cambios de luz, Arce transforma esa información en vibraciones que traslada a chapas de metal con agua, reflejando el movimiento del mundo.