donostia - Su agenda está a tope y no saca tiempo ni para ver Arde Madrid en Donostia dentro del Zinemaldia. Por delante, aún le quedan bolos con la obra Dos más dos con la que este fin de semana está en Bilbao.

Está usted muy trabajadora, teatro y televisión.

-Y el jueves acabé de rodar una película, Lo dejo cuando quieras. Es una comedia para estrenarse en verano.

Parece que está condenada a no hacer un drama. ¿Le ofrecerán algún día alguno?

-Espero que sí, pero no lo sé, habrá que probar. Aún me quedan cosas por hacer y quiero pensar que algún día os haré llorar.

Hablemos de la obra, ‘Dos más dos’, ¿cómo la vendería?

-Son dos horas de risas aseguradas, lo digo por la experiencia que hemos vivido a lo largo de los dos años que llevamos con ella.

Un texto que vuelve a versar sobre las relaciones de pareja y con el amor a vueltas.

-Y más cosas. Son dos parejas, amigos de toda la vida; una de ellas practica el cambio de pareja y la otra no. La que lo practica quiere convencer a la otra de...

¿Y usted está...?

-En ese intento de convencer a los otros amigos, surgen situaciones muy divertidas. Yo estoy en el lado de lo tradicional, pero dentro de la pareja, mi marido en la obra es Daniel Guzmán, soy de las que quieren probar cosas nuevas, él está totalmente cerrado a este juego que para nosotros se nos presenta como una novedad. Es un reto.

Actualmente, esta práctica debe estar muy de moda porque hay varias obras de teatro que versan sobre ella.

-Eso parece, ¿no? Esta obra viene de una película argentina de hace cuatro años que tuvo mucho éxito, se titula igual. Ahora veo que hay más películas y otras obras de teatro que van de lo mismo. El tema debe estar muy en auge.

¿Suponemos que en la vida real también?

-Pues no lo sé. No estoy en ese ambiente. Ja, ja, ja? Pero en las representaciones, después de acabar, ha venido gente para contarnos que se lo han pasado muy bien y para decirnos que ellos practicaban el cambio de parejas, que no hablaban del tema con nadie, que se llevaba muy a escondidas. Es el momento de abrir esa puerta.

¿En la vida real o en el teatro?

-Ja, ja, ja? En los dos sitios, ¿o no?

¡Vaya!

-La gente nos ha contado que a ellos les va bien. Nos dicen que es un tema tabú y que les encanta verlo reflejado en la obra.

¿Van a continuar abriendo esa puerta a través del teatro después de dos años rodando de teatro en teatro?

-De momento terminamos el 15 de diciembre. Es una etapa larga para una obra de teatro. Nunca sabes cómo va a ir una función, pero en este caso estamos encantados.

¿Tiene alguna otra obra entre manos?

-Por ahora, no. Han sido dos años intensos, los he compaginado con más trabajos; he hecho Arde Madrid, Fe de etarras, un montón de cosas, también la película que acabo de terminar. Compaginar tanto curro a la vez es complicado. Cuando termine la obra, me voy a pillar unas vacaciones.

¿Cuándo empieza a grabar ‘La que se avecina’?

-Seguramente en enero. Comenzaré el año vistiéndome de Yoli, es una serie que me encanta, me apasiona.

Sigue aguantando a Loles León como madre en la serie.

-No la aguanto, ella es maravillosa y me lo paso estupendamente, que no me falte. A ella la siento casi como una madre postiza, sin hacer de menos mía.

Es una mujer de carácter, ¿fácil en el trabajo?

-Mucho, en la vida real también. Ella es maravillosa. Tiene un carácter que acoge a todo el mundo.

Hablemos de ‘Arde Madrid’, promete dejar con la boca abierta al espectador.

-Es una pasada. Tengo un papelito muy pequeño, pero trabajar con Paco León es una delicia. El equipo artístico y técnico están encantados con él. Crea como una especie de familia donde cabemos todos. Él tiene un encanto que es difícil de igualar, te hace trabajar superbien. El producto que ha conseguido es impresionante, es una maravilla.

Se estrena en Donostia, en el Zinemaldia, la semana que viene, el jueves.

-Y no puedo ir. Hubiera estado encantada de poder ir. Tenía motivos muy gordos, ir a Donostia y ver el estreno allí; pero estoy de gira con la obra.

¿Se ha olvidado de Donostia?

-Claro que no, la duda ofende, en cuanto puedo subo; pero ya son quince años en Madrid.

¿No se le ha quedado pequeño Donostia después de tanto tiempo en una gran ciudad?

-No, Donostia es mi casa, y tu casa nunca se queda pequeña, a casa siempre hay que volver.

Si damos un paseo por estos quince años fuera de casa, tiene que reconocer que le ha ido muy bien. ¿Era lo que soñaba cuando decidió ser actriz?

-Creo que sí, creo que he cumplido la mayoría de los sueños que un día tuve. Es más, no había soñado con que me pasaran tantas cosas buenas. Estoy trabajando con gente que me llena un montón, con compañeros maravillosos?

¿Y a nivel personal?

-El resultado también es muy bueno. Soy muy feliz. A lo largo de este tiempo ha habido cosas que me gustaban menos, pero la vida es conjuntos de experiencias. Estoy muy satisfecha de cómo me ha ido. En mi caso, tengo que estar agradecida porque me han pasado cosas muy buenas.

¿Recuerda ‘Escenas de matrimonio’?

-Sí, imposible de olvidar, y, aunque no quisiera recordarla, no podría porque la están repitiendo ahora. Me veo y, uff? Dani (Muriel) y yo éramos unos niñatos.

¿No le resulta extraño verse once años después?

-Era casi una niña, ves otra forma de actuar, otros gestos? Verse a través de una pantalla siempre es raro. Una de las cosas buenas de aquella tira de humor, es que Dani y yo tenemos una estrecha relación de amistad, nos seguimos viendo.

Volvemos al teatro. ¿Qué le aporta el personaje de Julieta?

-Me gusta mucho hacerlo, me encantan mis compañeros de función. El texto está muy bien adaptado y así se trabaja bien. Julieta me aporta serenidad.

¿Tiene cosas de ella?

-Ella de mí, ella vive a través de mí y algo le queda. Pero no se parece en nada a mí.

Vamos, que no va a estar dispuesta a una relación sentimental abierta en cuanto a parejas.

-Ja, ja, ja? Eso nunca se sabe, no lo sé. Por el momento, solo en teatro cambio de pareja.