"Cuando hay bandasinternacionales de pormedio, que un grupocompletamente euskaldun sea elcabeza de cartel de un festival soloocurre cuando hay un eclipse”. GorkaUrbizu, el líder de Berri Txarrak, sedirigió así al público que se congregóen el hipódromo de la capital en lasegunda y última jornada del DonostiaFestibala, que reunió a 7.500 personas?el aforo del recinto era de8.000?, que sumados a los 6.500 delprimer día, supone un récord de asistenciaen este encuentro musical ensus ocho años de historia ?de hecho,el año pasado, en la primera ediciónen el hipódromo solo asistió la mitadde público?.

Berri Txarrak se subió al escenario principal hacia la 1.30 de la madrugada y ofreció un concierto muy intenso -el 1.017º de su carrera- de una hora y 40 minutos -la organización les había programado para 90-, en el que interpretaron una veintena de himnos de sus dos décadas de trayectoria.

Comenzaron con Katedral bat, tema de su último disco con el que están girando, Infrasoinuak, del que acaban de publicar su videoclip con imágenes del concierto en el BEC, en el que lograron la histórica cifra de los 10.000 espectadores, y siguieron con Jaio.Musika.Hil del disco homónimo.

Cayó el telón negro tras Urbizu, el bajo David González y el batería Galder Izagirre, se descubrieron las letras gigantes Infra, y comenzaron a tocar la canción que da nombre a su último trabajo. “Estábamos deseando tocar aquí”, afirmó Urbizu, quien recordó la conexión tan especial que tiene el grupo con Lasarte-Oria, dado que “allá por el 98 o 99”, perpetraron su disco, Ikasten, en un pequeño local del municipio.

Después llegó Izena, izana, ezina del disco Libre (2003) que llevó al frontman a pedir al público que alzase las manos “desde Lasarte hasta Altsasu”, en referencia a los jóvenes navarros encarcelados -horas antes, durante el concierto de Riot Propaganda, el público lanzó esta misma proclama-.

Spoiler dio paso a Ez dut nahi y a Beude, una canción en la que el power trío de Lekunberri homenajea a todos los pequeños locales o gaztetxes de Euskal Herria en los que tocaron en sus inicios, como Bonberenea, en Tolosa.

Zertarako amestu vino antes de Berba eta irudia -se la dedicaron a Willy Toledo- para volver a composiciones más recientes: Hozkia de su último disco y Poligrafo bakarra de su triple álbum Denbora da poligrafo bakarra (2014). Gorka Urbizu también agradeció a las miles de personas que los han seguido durante años en su carrera, en contraposición a los más recientes -“¡Cuántos influencers y qué pocos aficionados!”-, para después seguir con canciones del citado tríptico Lemak, aingurak, Zerbait asmatuko dugu e Hitzen oinarri ahula, que llevó al público a corear una pregunta: “Jakin nahi nuke irabaztea zer den zuretzat?” (“Me gustaría saber qué significa para ti ganar”).

Con Iraila, Denak ez du balio, Biziraun, Bigarren eskuko amets y Bueltatzen enfilaron el final del concierto, al que volvieron en el bis con Zaldi zauritua y con un alegato contra la incineradora -“Antes de que sea tarde tirémosla abajo”- que introdujo el tema Oreka, con la novedad de que no incluyó una versión de un tercero, como suele ser habitual.

El eclipse rockero concluyó pasadas las tres de la madrugada con una síntesis de la trayectoria de Berri Txarrak. Es decir un tema nuevo -Zuri- y un clásico -Ohiu-. Y así, con el último grito de un público entregado durante todo el espectáculo, la luna volvió a brillar en el hipódromo.

convivencia Antes de tocar con su grupo, Gorka Urbizu se subió fugazmente al escenario principal durante la actuación de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) -aprovecharon el hueco dejado por Pussy Riot a las 23.00 horas- en el que cantó los versos en euskera del tema PRMVR, dentro de un bailarín concierto de este septeto burgalés -tocan rock, folk y country, entre otros estilos- que interpretó hasta 17 canciones.

Comenzó con Mil demonios, primer tema de su último disco, Salvavida (de balas perdidas), pero no faltaron composiciones de sus discos anteriores, ¿Quién nos va a salvar? (2013) -como 1932 y Los hijos de Johnny Cash- y La Primavera del Invierno (2015) -como Flores del mal y Los lobos-.

Si bien los platos fuertes de la primera jornada del Donostia Festibala -Kase.O y C. Tangana- respondieron a la nueva apuesta del certamen, la ausencia del colectivo ruso hizo que la música urbana perdiese peso en favor de otros estilos como el punk rock del grupo donostiarra Señor No o el ruidoso rock de los estadounidenses No Age -al igual que en la primera jornada pasó con Cala Vento, este dúo también se sostiene solo con batería y guitarra-.

Riot Propaganda fue quien defendió la plaza de lo urbano con su actuación -la última en Euskal Herria- en el segundo escenario, si bien es cierto que también se tomaron sus licencias. No en vano, este conjunto es la suma de Los Chikos de Maíz y Hábeas Corpus, lo que llevó a que se mezclasen temas de Riot Propaganda -como Bienvenido al paraíso, El miedo va a cambiar de bando, Guerras púnicas o Danzad malditos- con composiciones de los proyectos individuales -un ejemplo fue Mando de hierro, guante de seda de Hábeas Corpus-.

“¿Queda algún punkie en Donostia?”, preguntaron desde el escenario, para responderse a sí mismos -“No veo crestas, igual de espíritu”-, antes de ofrecer “a los nietos y las nietas de Eskorbuto” un homenaje a este grupo vizcaino cantando Mucha policía, poca diversión e Historia triste, el ejemplo perfecto de cómo los estilos cada vez son más difusos y cómo la música urbana puede compartir espacio en un festival.