bilbao - El Museo Guggenheim Bilbao acogerá, desde el 16 de marzo hasta el 10 de junio, una exposición de Esther Ferrer compuesta por instalaciones, algunas inéditas, de una de las pioneras de la performance en el Estado.
La muestra, comisariada por Petra Joos, combina el tiempo y el espacio con la presencia de un público que interactúa. En Esther Ferrer: espacios entrelazados, dos de las once obras que conforman esta muestra serán activadas de forma especial a través de la interacción con los espectadores.
La donostiarra, desde el inicio de su carrera hasta finales de los años sesenta, ha desarrollado sus líneas de pensamiento a través de una gran variedad de formas y materiales y se ha convertido en una de las artistas pioneras de la performance, género que ella suele definir como “el arte que combina el tiempo y el espacio con la presencia de un público que no es mero espectador sino que, si lo desea, puede participar en la acción”. Por ello, la artista no ofrece conclusiones mediante sus obras, sino que genera preguntas para que el público decida, de forma autónoma, y cree su propia interpretación.
Una de las instalaciones que encontrará el público será Entrada a una exposición. Con ella pretende que cada cual tome conciencia de su propia piel a partir del contacto con un elemento externo, en este caso de unas plumas. La artista explica: “Se trata de sentir, no de pensar; para eso ya está el resto de la exposición”. Según informó el museo Guggenheim, esta obra provoca una experiencia sensorial y crea un contraste con el tipo de experiencia que ofrece el resto de la muestra, una parte mucho más sobria -como ocurre con los esquemas matemáticos que integran sus Proyectos espaciales-.
En Las risas del mundo, los visitantes se encontrarán con un elemento que Ferrer utiliza mucho: el humor. La mirada absurda sobre la sociedad y la ironía son otros de los elementos inherentes a la obra de la donostiarra. En esta serie la artista utiliza el sonido orgánico, natural y efímero de la risa y se convierte en objeto artístico al ser expandido en el tiempo, ordenado en el espacio y deja- do en manos del espectador, ya que deja elegir el orden de su reproducción al público.
En esta obra, según adelantan desde el museo vizcaino, Ferrer coloca varios dispositivos electrónicos suspendidos sobre distintos puntos de un gran mapamundi colocado en el suelo. Más de 40 tabletas digitales mostrarán imágenes de bocas que pertenecen a personas de diferente edad, género y procedencia y que reproducen el sonido de sus risas. La artista los llama “conciertos de la risa”.
Las otras dos series que forman esta muestra son Instalaciones con sillas y Proyectos espaciales. Respecto a la primera, la artista ha manifestado en numerosas ocasiones que “siempre le han interesado las sillas”. Independientemente del material escogido, ella se fija más en la cualidad “antropomórfica” de su estructura.
En esta exposición se presentan dos instalaciones: una de la serie mencionada, de 1984, y otra de la serie Sillas suspendidas, de 2018. Ambos proyectos se podrán ver por primera vez en el museo Guggenheim.